CAPÍTULO 1

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|Entre paredes|
~ 1 ~

Los ojos de Pamela comenzaron a humedecerse a causa de las lágrimas; llevaba casi un minuto esperando la respuesta de Robert. Él la miraba sorprendido, era un milagro el que mantuviera la boca cerrada: estaba bastante impresionado. ¿Qué se supone que iba a decirle a la chica?

—A ver—él sobó su entrecejo—, déjame ver si entendí: ¿quieres que yo sea el primer hombre en tu vida?—Pamela asintió, ya no tenía el valor para hablar—

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—A ver—él sobó su entrecejo—, déjame ver si entendí: ¿quieres que yo sea el primer hombre en tu vida?—Pamela asintió, ya no tenía el valor para hablar—. Es que... Pamela, creo que entendiste mal las cosas—ella sintió que se rompía por dentro—. Además, te dije que el plazo vencía en agosto, ¡recién comenzamos junio!—Pamela se sentó sobre la banqueta, el aire comenzaba a faltarle y sentía que sus piernas eran incapaces de sostenerla.
—¿Cómo que entendí mal?—preguntó con un hilo de voz—. Sólo estoy aceptando lo que tú propusiste.
—Nunca te propuse ser el primer hombre en tu vida—se defendió—. ¡Ese ya es un capricho tuyo!
—No es un capricho—su voz permanecía débil—, es algo que tú...—el nudo en la garganta obstruyó las palabras.
—Pam, yo no puedo ofrecerte nada—ella lo miró, dolida—. La propuesta que te hice tenía un objetivo distinto al que tú...
—¡Distinto!—exclamó cambiando el tono de su voz, comenzaba a sentirse molesta—. Pero si fuiste muy claro, Robert, ¡recuerdo perfectamente cada estúpida palabra que dijiste! Te juro que no entendí lo que me convenía—él iba a interrumpirla, pero Pamela le dio un manazo para detenerlo—. Nadie te pidió nada, ¡te ofreciste voluntariamente! Yo ni siquiera había pensado en esa posibilidad, ¡mucho menos que fueras tú! Estaba resignada a ser operada y ya. ¡Y llegaste con tus estúpidas propuestas!
—Precisamente lo hice para que dejaras de resignarte y comenzaras a actuar: estabas tan decidida a someterte a esa operación, que yo debía hacer algo—pasó su mano por su cabello—. Te propuse tal cosa para que perdieras el miedo al amor, a los hombres... ¡Que salieras al mundo!

—Pues qué manera más idiota utilizaste

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—Pues qué manera más idiota utilizaste.
—Pam, es que...—gruñó—. Yo soy casado, estoy a punto de tener a mi segundo hijo, ¡mi situación me impide hacer...!—bufó—. No puedo sostener mi palabra. ¡Mereces algo mejor! Eres una maravillosa mujer, la más increíble y extraordinaria mujer que conozco, mereces ser amada, estar con alguien que realmente te valore, no sólo alguien que quiera encamarse contigo.
Pamela sintió que todo en ella se rompía. Repasó a detalle la tarde en que Robert le había "ofrecido su ayuda"; había sido tan sincero, tan amable, tan caballeroso... ¿Dónde había quedado ese hombre? O quizá sus recuerdos la traicionaban y en verdad había entendido mal todo lo que él dijo. No, no, eso no tenía sentido. Estaba segura de haber escuchado bien, ¡de haber sentido bien! Tal vez Robert se había acobardado.
—No esperabas que yo aceptara, ¿verdad?—suspiró ella, sin mirar a Robert—. Bueno, ni siquiera yo me imaginaba aceptando tu propuesta.
—No, no lo esperaba. Mucho menos, que fuera tan rápido—suspiró, deseando que Pamela lo mirara—. Estaba seguro de que serías más segura y saldrías a buscar a tu hombre perfecto.
—¡Por favor!—Pamela estaba furiosa—. Enfrenta tus palabras, ¡fue muy claro lo que dijiste! ¿Cómo podría tomarlo de esa manera? Hubiera sido más fácil que me dijeras lo maravillosa que soy—se burló—, cuánto merezco de un hombre y pedirme que saliera a buscarlo. ¡Eres un idiota! Eres como todos los hombres—lo miró llena de enojo—. Me lastimaste, jugaste con mis sentimientos y mi esperanza—Robert quiso interrumpir, pero ella volvió a darle un manazo—. Sabías lo importante que esto es para mí, ¡en todos los aspectos!
—Pamela, lo sé—intentó calmarla—, pero te pido que te pongas un momento en mi lugar: no podría con la responsabilidad de ser el primer hombre en la vida de una mujer que fue...—ella lo fulminó con la mirada. Robert ya no se sintió capaz de continuar, pero era tarde para detenerse—. Es que no es tan difícil iniciar una vida sexual, cualquiera puede hacerlo, ¿por qué tú no?
—Ibas a decirlo—sonrió, sarcástica—. ¿Por qué te detuviste?—él bajó la mirada—. Es difícil porque fui violada. Cualquiera puede ir y encamarse con quien sea, yo no. Yo quiero confiar y sentirme amada: ¡tú me ofreciste eso! Y yo vengo como una idiota a aceptar...
—Debo reconocer tu valor, no eres idiota—suspiró—. Pero yo no te amo y te repito que soy casado.
—También eres un imbécil—bufó—. Sé tus responsabilidades, iba a ser la última en exigirte que te deshicieras de ellas. ¡Es más, yo jamás iba a pedirte semejante cosa! Comprendo perfectamente que hay una familia más importante que yo, ¡esa es tu prioridad!—echó su cabello para atrás, enojada—. Lo que yo no entiendo es cómo pudiste proponerme algo como eso sabiendo todas las responsabilidades que tenías encima. ¿Por qué lo piensas hasta ahora? ¡Hablaste sin pensar!
—¡Lo siento!—respondió, afligido—. No creí que tú fueras a malinterpretar mis pal…
—¿Malinterpretar? ¡Fuiste muy claro, Robert! Jamás mencionaste que lo hacías para motivarme a buscar el amor en otro hombre—gruñó.
—Ese fue mi error, es decir, ¡no creí que fueras a aceptar!—bufó—. Eres tan tradicional, tan moralista, tan educada… ¡Nunca creí que aceptarías ser mi amante!
—¡No lo hago por ser tu amante, maldita sea!—exclamó, cubriendo su cara.
—Lo sé, lo sé, pero…—ya no sabía qué más decir—. Hice esto sin pensar en las consecuencias. ¡Imagina que lo hacemos!—exclamó, desesperado—. ¿Qué crees que pasaría con nuestra amistad?
—Pensé que eso ya lo había previsto.
—No, así como no preví cada cuándo tendríamos que mantener encuentros sexuales—Pamela cerró los ojos, dolida, se sentía una cualquiera.
—¡Ya cállate!—explotó—. No quiero seguir escuchándote, ¡me lastimas!
—¿Lo ves? Aceptar mi propuesta no es lo mejor para ninguno de los dos: aún no hemos… Bueno, no ha pasado nada entre nosotros y ya estoy lastimándote—tomó la mano de Pamela entre las suyas—. Pamela, no podemos hacer esto—las lágrimas traicionaron a la chica, no pudo detenerlas—. Perdóname—la abrazó justo cuando ella se rompía en pedazos.
—¡Suéltame!—gritó ella al tiempo que empujaba al anonadado Robert—. Con una disculpa no sanarás todo el daño que me estás haciendo, ¡no quiero perdonarte, eres un imbécil!—se puso de pie y comenzó a caminar. Robert la siguió aprisa.
—Pamela, espera, esto no puede quedar así entre nosotros—la tomó del antebrazo, pero ella se liberó con un jalón.
—Debiste pensar las cosas antes de hablar—lloró—. No olvides hacerlo para la próxima vez que te acerques a alguien, porque no sabes cuánto puedes dañar con tus palabras.
—Mira, mira, hagamos algo: te propongo iniciar tu vida sexual, sólo estar juntos una vez, ¡ni una más!
—Ahórrate tus propuestas, porque no deseo nada de ti, ¡nada, Robert!—siguió caminando con él detrás.
—¿Nada, Pam?—preguntó, angustiado—. ¿Qué pasará con nuestra amistad? ¿Ya no seremos amigos?—ella no respondió ni detuvo su andar—. Pamela, por favor—volvió a detenerla, tomándola del brazo.
—No sé qué pasará con nuestra amistad—susurró—. No quiero nada de ti, no quiero perdonarte, necesito pensar en esto… Justo ahora no sé qué decir—lo miró, dolida—. En este momento me resultas un ser despreciable—Robert se congeló al oír aquello. Pamela siguió caminando.
—¿A dónde se supone que vas?—preguntó él cuando vio que ella se dirigía al metro.
—Me voy a la cafetería, ya no quiero estar aquí, contigo.
—Yo te llevo, vámonos en un taxi—la tomó de la mano, pero ella se zafó bruscamente.
—¡Vete a la mierda, Robert!—gritó llena de coraje—. ¡Te dije que no quiero saber nada de ti! ¡NADA! ¿No te das cuenta del daño que me hiciste? ¿Quieres hacerme más?
—Pam, por favor, piensa bien las cosas: yo no soy completamente culpable de todo esto.
—No, la culpa también es mía por haber confiado en ti—susurró, dolida—. Pero la culpa de decir palabras sin pensar, es completamente tuya: y esa fue la que más daño causó.
—Te he pedido perdón, Pamela, no puedo hacer más—exclamó, angustiado—. Te imploro que me perdones, no fue mi intención lastimarte.
—Lo hiciste. No esperaba que actuaras de una manera tan vil—lloró—. Y no quiero perdonarte, no por ego o por berrinches míos, sino porque considero que este acto fue imperdonable. Imagina que nada de esto pasó: ni tú hiciste esa propuesta ni yo vine a aceptarla.
—¡Pero te hice una propuesta nueva!
—¡Y no quiero aceptarla! No aceptaré ni tus disculpas ni tu nueva propuesta, ¡ya no quiero nada de ti!
—Si no aceptas este replanteamiento, es tu responsabilidad, Pamela—ella apretó los puños, reteniendo sus ganas de golpearlo.
—Eres un cínico—murmuró—. Ahórrate todos tus replanteamientos, ¡todos los voy a rechazar!—lo encaró—. Ya no se trata de una propuesta, se trata del idiota que las hace.
—¡Piénsalo! Nadie va a tenerte la paciencia y la comprensión que me pides, ¡es ridículo!
—Habrá alguien, Robert, lo sé. Creí que ese podrías ser tú, pero te ahorro la responsabilidad, no tienes por qué cargar con ella.
—¿Seguiremos siendo amigos?—Pamela lo fulminó con la mirada antes de continuar con su camino. Se internó a la estación del metro sin mirar atrás. Ya no había nada que mirar.
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Lo sé, el inicio de la nueva temporada no es alentador :/ Parece que Robert sintió el peso del mundo sobre sus hombros... Quizás sea normal, pero Pamela ya tiene el corazón y la esperanza rota.
Azul🍂

¿Y SI FUERA ÉL?(ROBERT DOWNEY JR)(TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora