CAPÍTULO 5

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|La vida que robamos|
~ 5 ~

Me dirigí a prisa a mi cubículo cuando la recepcionista dijo que alguien me esperaba ahí; no sé qué tiene la recepcionista en la cabeza, ¿quién da acceso a alguien que no da su nombre ni dice qué asunto requiere atender? En mi cubículo podría esperarme desde mi madre hasta un asesino serial. Voy a meter un reporte a esa recepcionista.
Cuando llegué a mi cubículo, me encuentré con Alan sentado plácidamente en el sillón. No se inmutó cuando me vió, sólo me sonrió; yo no fui capaz de responder a esa estúpida sonrisa, sobre todo porque parecía sincera, sin afán de burla o de lastimar, me quedé congelado sin saber cómo debía responder.
—Buenos días, Robert—me saludó transmitiendo lo mismo que su sonrisa: sinceridad. Era obvio que estaba ahí en son de paz; la verdad era que Alan parecía bastante agradable, un sujeto de fiar, pero se estaba robando a los dos únicos amores que tenía en la vida, no podía verlo como un amigo. No quise saludarlo, sólo incliné la cabeza, un gesto que él recibió con una risita estúpida—. No creí que te sorprendiera tanto verme.
—Nunca había esperado una visita tuya—me descongelé para ir directo a mi silla detrás del escritorio—. Mucho menos en horas de trabajo—prendí la computadora, fingiendo que tenía cosas qué hacer.
—Lo sé, soy inoportuno—suspiró—. Pero si no te abordaba aquí, no podría hacerlo en otro lado. Sé que no hubieras aceptado.
—¿Y por qué no?—reí—. Eres una persona como cualquiera, sólo tenías que citarme en un lugar más oportuno; te aseguro que asistiría.
—Ambos sabemos que mientes—sí, maldita sea, pero no me iba a ver como un vil idiota frente a él—. Pero tampoco quería verte fuera de horas de trabajo, Pams podría sospechar.
—¿Ella no sabe que estás aquí?—él negó, moviendo la cabeza, culpable—. ¡Vaya!—reí, burlándome—. El hombre estrella de Pamela también es deshonesto.
—Hay clases de deshonestidad, Robert—él no se molestó por mis burlas y eso hizo que me hirviera la sangre—, creo que esta es inofensiva… Bueno, quiero pensar que lo es.
—¿Y qué es tan importante como para motivarte a ser deshonesto con "Pams"?—me molestaba que le dijera así, sonaba tonto.
—Mira…—sobó su frente—. Por más que yo haga, tú eres el verdadero padre de Katie—eso también sonaba tonto—. La diferencia entre ambos, Robert, es que Pamela me eligió como el padre. Apenas me case con Pams, yo educaré a Katie, la amaré como si fuera mía, estaré a su lado hasta el final de mis días… Pero siempre tendré en mente que yo soy su padrastro, voy a respetar que Pams guarde silencio respecto a mi verdadera identidad—volvió a suspirar—. A pesar de todo, no puedo evitar ponerme en tus zapatos: entiendo que para ti debe ser terrible la idea de tener otro hijo al que no te permiten ver ni confesar identidad.
—Espera, todo ese sermón sobre tu amor y bla, bla, bla… ¿tiene una finalidad?
—Sí, bueno…—torció los labios—. Iré al grano: Pams y yo nos iremos del Estado.
—¿Qué? ¿Con el permiso de quién?—salté—. Kate no puede salir de aquí sin mi permiso.
—Legalmente es así, pero olvidas que Katie es hija mía ante la ley.
—Puedo revocar eso si pido una prueba de ADN.
—Y no voy a detenerte si así quieres hacerlo—¿qué? Me quedé congelado, ¿no iba a pelear?—. Estás en tu derecho de reclamarme a Katie, estoy consciente de que ella es hija tuya, no mía.
—¿Qué quieres, Alan?
—Vengo a proponerte que te despidas de Katie, en secreto de Pamela—¿pero qué demonios estaba diciendo ese hombre?—. Podemos vernos en el parque, podrías estar con ella mientras yo voy…
—Espera, espera—sobé mi entrecejo—. ¿A cambio de qué me dejarás despedirme de Kate?—Alan frunció el ceño cuando escuchó aquello.
—¿Por qué querría algo a cambio?
—No confío en que todo me lo darás tan fácil.
—Robert, espero no ofenderte, pero no todos somos como tú—así se da una cachetada bien dada—. Mira, Pams me contó todo sobre ustedes: sé que estuvo enferma—sonrió—, algo realmente tonto que puso su vida en peligro, me contó sobre las posibles curas. Sé perfectamente que te ofreciste a ayudarla, que te acobardaste y la lastimaste, pero al final ambos terminaron aceptando. Me contó sobre cómo concibieron a Kate… ¡Sé todo!—sonrió—. Te conozco a través de Pamela, quizás ella jamás se dio cuenta, pero es obvio que tú siempre das un paso pensando en cómo te beneficiarás a futuro—rió—. Yo no, Robert.
—¿Y tendría que confiar en eso?
—Yo no soy nadie para pedirte confianza, estoy aquí sólo para pedirte que te despidas de tu hija. A pesar de todos los errores que pudieron cometer sus padres, ella no tiene la culpa de nada…—suspiró a través de una sonrisa—. Pams me contó que estuvieron hablando sobre robar vidas, ¿no se dieron cuenta que la más afectada fue Katie? A ella le robaron todo: Pamela y tú ya habían vivido, bien o mal, con errores y aciertos, pero ustedes tomaron las riendas de su vida. ¿Y Katie? Le dan una madre insegura, le cambian a su padre… En fin, no soy quién para juzgarlos, pero sí me gustaría que, tanto tú como Pams, se dieran cuenta de que la única víctima aquí es Katie—me miró fijamente, poniéndose de pie—. ¿Cuándo nos vemos? Necesito que sea esta semana, porque…
—¿Por qué van a irse?
—Le rogué a Pamela que buscara un trabajo mejor—sonrió—. Ambos sabemos que ella es insegura, miedosa…—suspiró—. Necesitaba hacerla una mejor versión de sí misma, no quería contribuir a que sus miedos continuaran creciendo—maldita sea, yo sí lo hice—. La contrataron en un restaurante, uno muy importante—recalcó—. Pero para que continúe con sus planes, debemos irnos—le hice señas para que se sentara—. ¿Necesitas algo más?—no esperó mi respuesta, se sentó.
—¿En manos de quién estaré dejando a mi hija y a Pam?
—No jugaré con Pams, Robert—rió—. Estoy dispuesto a estar con ella hasta el final de mis días, la amo con toda mi alma… ¡Y Katie! Desde que supe que Pams estaba embarazada, la amé con todas mis fuerzas, coronó mi felicidad, la amo como si fuera hija mía—me miró fijamente—. Te juro que no me molesta fingir ser su padre, no me duele que no sea hija mía.
—¿En manos de quién estaré dejando a mi hija y a Pamela?—insistí. Él sonrió.
—En manos de Alan, un excelente arquitecto de treinta y seis años, dueño de su propia empresa—lo dijo sin alardear, eso me dolió—. Enamorado completamente de la dueña de una pequeña cafetería, enamorado de la hija que ella tuvo. Soy proveniente de una buena familia, llena de valores morales… Dejas a tus amores en buena manos, Robert, te lo aseguro—arqueé la ceja—. No lo digo por sentirme la gran cosa, sino porque voy a luchar para que así sea—volvió a ponerse de pie—. Contrario a lo que tú hiciste—aquella frase no tenía tintes de burla, de afanes de herirme, lo dijo como lo que era: la verdad. No hice más que bajar la mirada, ¿cómo iba a argumentar eso?
—Te veo el jueves a las siete—desvié la atención de la plática, fingiendo que miraba cosas en la computadora—. Nos vemos en el restaurante a contra esquina de la cafetería de Pamela, no quiero que Kate esté tan lejos de su madre—Alan sonrió—. ¿Algún problema?
—Sí, sí tengo uno—se levantó, acariciando su barbilla—: tu poca capacidad de pelear por lo que es tuyo—yo lo miré, extrañado—. ¿No pusiste atención a mis palabras? Te dije que no me había casado con Pamela y te resignaste a despedirte de Kate—¿en qué maldito momento me dijo eso?—. No notaste cuando te lo dije y le echo toda la culpa a tu resignación y cobardía. No es mi afán ofenderte, pero me alegro mucho de que Pamela haya decidido alejarse de ti: no podría con la idea de que está esperando a un cobarde como tú, mucho menos con la idea de que tú serías el padre de tan maravillosa niña—sonrió, dolido—. Nos vemos el jueves a las siete, Robert—se dirigió a la puerta, dejándome en completo shock—. Y permíteme darte un consejo: sacúdete el miedo y la cobardía, ¿no te das cuenta de lo mucho que estás perdiendo por su culpa?
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¿Ustedes se dieron cuenta de que Pamela y Alan no están casados? Porque entonces ya están resignados a un final triste... Todo puede pasar ;)

Azul🍂

¿Y SI FUERA ÉL?(ROBERT DOWNEY JR)(TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora