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- ¿Todavía no hablarán?
Llevaban un hora dentro de esa sala, más las otras tres horas anteriores para ambos, y todavía no podían sacarle nada de información a los dos chicos. Conway ya les había dado unas cuantas collejas con la porra y había usado una vez el taser, habían tratado de escapar luego de que los tres agentes salieran a respirar algo de aire fresco, aquellos idiotas los tenían hasta la polla.
Aquellos sujetos eran un caso perdido, a pesar de estar ambos sangrando y con unos cuantos moretones, ninguno decía palabra alguna, al menos no acerca del tema de las mafias.El mayor ya estaba perdiendo la paciencia, y eso que se estaba controlando.
- ¡Joder, que no sabemos nada! - Gustabo mantenía una de sus manos sobre la herida de su labio inferior, mirando con repudio al mayor. - No debería alterarse, abuelo.
- Superintendente, capullo.
- ¿Cuando nos dejarán ir? De verdad no sabemos nada. - Horacio se encontraba sentado en el suelo luego de la golpiza por haberle dicho "super verga ardiente" al mayor de la sala. A pesar de estar más herido que su amigo, seguía descojonandose, ni siquiera en aquella situación podía mantenerse serio. - ¿Por qué no sólo llegamos a un trato? Lo que sea.
- Sisí, si quiere todos los lunes en la mañana lo vamos a buscar al asilo.
Y ahí iban de nuevo.
Ambos amigos comenzaron a reír con fuerza, viendo como el mayor sacaba su porra nuevamente. Otra ronda de golpizas e insultos inundaron la sala bajo la atenta mirada de Ivanov y Volkov.Luego de algunos minutos, Conway los dejó en paz, llevando su mano hasta su rostro para poder acariciar su sien.
Estaba en su límite.
No había podido sacarles nada de información durante todo ese tiempo, y las bromitas ya le tenían hasta la polla.
«¿Realmente existían personas así?»- Bien, ahora los quiero a los dos callados, resolvamos esto como la gente civilizada.
- Civilizada como la golpiza que le dió Horacio, ¿No? - Comentó Gustabo con una sonrisa, mirando al menor todavía en el suelo, sólo que ahora con pequeñas manchas de sangre sobre su ropa. - Te veo un poco jodido, amigo.
- Cómeme la polla.
- Con gusto.
Ambos chicos soltaron una carcajada, sin notar las miradas confusas de los agentes.
La relación de amistad entre ellos era algo "distinta" a la normal. No eran pareja, claro que no, ellos se consideraban hermanos de distinta sangre, pero tampoco eran sólo amigos. Para ellos era normal abrazarse y tomarse de las manos, pero también lo era besarse y tener sexo.
Aún así, nunca desarrollaron un sentimiento más allá del cariño de familia.
Extraño.- ¿Pueden cerrar el pico por un segundo? Después de resolver esto se van a comer las pollas. - Gruñó molesto Conway, amenazándolos con el taser nuevamente. - Me van a volver loco.
- ¡No se deje consumir por la locura, hombre! Pase los pocos años que le quedan de manera feliz, jubílese ya. - Gustabo sonrió en dirección al mayor, sintiendo algo extraño en su interior cuando le vio sacar la porra nuevamente. ¿Siempre la había sacado de esa manera tan... sexy? - E-Está bien, está bien. Lo suyo no son las bromas, entiendo.
- Si respondes bien, quizás no sea tan rudo.
Ahí estaba nuevamente, aquella sensación extraña. ¿Qué era eso? Se sentía como un raro cosquilleo en su pelvis... «y quizás un poco más abajo.»
Era algo nuevo, sobretodo por la situación en la que se encontraba. Le gustaba molestar y hacer bromas, es verdad, pero esto era diferente.
Incluso podía decir que era placentero, de una manera muy sádica.