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[Especial]
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¡No mames, pinche joto! Dijimos a las diez, ¡Son las doce, cabrón, las doce! ー Emilio se levantó de su asiento y caminó hasta el adverso, tomando entre sus dedos ambas mejillas de este, haciendo que formara un leve puchero.ー Se supone que íbamos a hablar del maldito plan.

ー Me vale verga, puto.

Serás mi hermano, pero tengo unas pinches ganas de pegarte un tiro entre las cejas.

Emilio soltó al chico, caminando en dirección a la puerta, ya había desperdiciado dos malditas horas de su tiempo en Pablito, estaba hasta los huevos de sus estupideces, así que lo mejor era marcharse.

ー ¿Aún los necesitas? ー Detuvo su andar y soltó un suspiro, volteando su vista al que se encontraba sentado.ー Digo, para comenzar el plan.

ー Tráelos mañana, veremos si sirven.

Sin más salió del cuarto, cerrando de un portazo fuerte. Estaba estresado y no quería pensar en los nuevos idiotas que iba a traer su primo, sólo esperaba que aquellos sujetos misteriosos le fueran de utilidad.
Caminó a paso lento hasta la salida de la casa, notando a sus compañeros en la cerca blanca. Ambos se encontraban con sus máscaras y armas, al parecer el atraco en la joyería había sido un éxito.

ー Pudiste haber ido. ー El chico de pelo rubio fue el primero en hablar, apuntando con su pistola de forma bromista a su jefe.

ー ¿Tan divertido fue? ー Preguntó acercándose a los adversos, soltando un bostezo por el cansancio en la plática anterior. De un manotazo alejó el arma y seguido le pegó en la cabeza al chico frente a él, escuchando como este se quejaba.

Conway nos disparó desde su moto por media hora. ー Comentó esta vez el de cabellos castaños, soltando una risita.

Pinche cabrón, ¿ambos están bien?

Estás hablando con profesionales, idiota.

Tan profesionales como sus malditos nombres, ¿Gringo? ¿Nadando? No mamen, ¿Cuándo planean dejar esos motes? ー Volvió a emprender su camino, esta vez en dirección a la camioneta negra.ー Ya, vamos, tenemos que trabajar.

Ambos chicos suspiraron y siguieron al de coleta, subiendo en sus respectivos asientos. Al parecer no les iba a dejar descansar, después de todo Emilio era el jefe de la mafia y ellos sólo podían acatar sus órdenes.
Eran amigos, sí, pero primero que la amistad, estaba la venganza.

El viaje se tornó bastante agradable en el camino, a decir verdad, Emilio era bastante bromista con sus cercanos, y odiaba el silencio. Cantaba alegremente la música que pasaban por la radio, escuchando como sus compañeros reían bajito, eso le traía una grata y extraña satisfacción.
Después de todo eran casi como su familia.

Haber, jotos, necesito que hagan un trabajo por mí.

ー ¿Otro atraco? Manolo está disponible. ー Comentó fastidiado el rubio, mirando con su ceño fruncido por la ventana.

Saben que no confío en los demás, para mi siguen siendo los nuevos. ー Bajó el volumen de la radio y observó con una sonrisa a su amigo. ー Quiero que se infiltren en el CNP.

сложное триоDonde viven las historias. Descúbrelo ahora