5. Harry

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Salgo tarde de clases. Son las cinco y no las tres como prometí a Louis, pero los coordinadores del proyecto decidieron verificar algunos planes y debimos hacer aún más ajustes. 


No pude evitar estar preocupado a pesar de que Louis me mandó mensajes cada hora asegurándome el bienestar de Gemma, pero ahora que no estaba la voz de ningún profesor exigente en mi cabeza, podía darme cuenta que había dejado a mi hermana pequeña con un completo extraño.


Manejo horrible, como de costumbre, saltándome algunas señales y maldiciendo a otros por algo que probablemente sea mi culpa, pero mi teléfono se había apagado hace dos horas y Louis no supo nada más de mí ni yo de él, así que cuando llego a la casa, entro bruscamente.
Todo está tranquilo, salvo una canción infantil que suena en el comedor y un agradable olor a galletas recién horneadas. Cuando camino hasta allí, Gemma está coloreando algo y Louis viene de la cocina con un mandil puesto y galletas en una canasta:


—Cómelas ahora, te aseguro que calientes saben mucho mejor que después.
Louis alza la mirada después de dejar las galletas en la mesa y se fija en mí, sé que está furioso, sus ojos casi saltan al verme y noto sus venas de su frente palpitar. —Harry, hasta que decidiste aparecer.

Su voz no suena tan aguda cómo está mañana, lo que me confunde por un segundo, eso y la ahora tan poco familiaridad a una casa tranquila y hogareña (gracias al olor a galletas, supongo).

—Lo siento, estoy en un proyecto y tú sabes cómo son los maestros de ingenierías, bueno, no creo que sepas, pero debes como, imaginarlo.

Sé que no tiene idea de lo que hablo, pero él parece enfurecerse más, no me inmuto mientras él se quita su mandil y mira a Gemma con paciencia.

—Bueno, ¿hablamos ahora si de un contrato, y entrevistarme, tal vez? —dice el con impaciencia. —Tal vez podamos hablar de las horas extra que no avisas tener, quizá contándolas el doble con llegarás a tiempo

—A Harry no le importa el contrato, ni pagar mucho más, solo la escuela —tararea Gemma detrás de mi.

—Gemma, suficiente. Quédate aquí mientras hablo con Louis sobre cosas de grandes y lo despido.

El semblante de Gemma cambia y deja de colorear.

—¿Ya no volverás, Louis? -ignora a su hermano, mientras abraza al extraño.

—Sí, pequeña, pero mañana volveré —dice con tono inseguro mientras me mira— necesito platicar de ti con mis hermanas, así no solo sabrás tú de ellas si no ellas de ti también.

Gemma le da un abrazo mientras le promete que acabará sus tareas y les dibujara una carta a sus hermanas. Louis, a diferencia de su trato conmigo, la mira con paciencia y la abraza con delicadeza.

Cuando me sigue a la pequeña oficina que era de papá, no parece la misma persona que dejó a Gemma en el comedor, su ceño esta fruncido y me mira con desagrado.

—Que no te importe tu hermana, no significa que debas tratarla así, ¿sabes? —dice él, frenético y no me deja pronunciar palabra. — No puedes decir que llegaras a una hora y aparecer unas cuantas -muchas- más tarde.

—Te pagaré tu tiempo extra, Louis... ¿Cuántas fueron...?

—Las horas extras no importan, Harry, al menos no hoy —me interrumpe con un tono de voz bastante seco, lo que suena gracioso con el tono de su voz. —Solo creo que, si no te diste cuenta, eres un hijo de puta suertudo, que dejaste a tu hermana con un completo desconocido....

Su declaración me enoja, ¿me llamo hijo de puta?

—Mira, Tomlinson, que no se te olvide que estas en mi casa para atreverte a faltarme el respeto y tampoco eres mi puto padre, para sermonearme, ¿esta bien?—le grito de regreso, bueno, el no grita, pero yo no puedo evitarlo.—Te investigué en la escuela, tienes buen promedio y una chica me hablo bien de ti... aún así sé que tienes razón, pero a ti no te debo ninguna explicación, solo una disculpa por llegar tarde, y si aún quieres seguir trabajando, podemos acordar el contrato y por fin entrevistarte.

Ambos tenemos la mirada en el otro, yo me relajó conforme digo mi pequeño discurso y él parece mirarme incrédulo, usualmente las personas concuerdan conmigo cada vez que me explico, pero algo parecido a la confusión alumbra sus ojos azules... -¿son azules o grises? parecen el reflejo de un río cristalino, pero estoy seguro que esta mañana eran más como el azul eléctrico.-

—... y aún si no estoy de acuerdo —dice carraspeando y me doy cuenta que me perdí un instante tratando da averiguar sus ojos, si no fuera tan descarado, me sonrojaría. — tienes razón, no soy nadie para juzgarte, es solo que tengo hermanas y nunca haría algo así.

Me rio por quererse comparar, ¿él, un estudiante de enseñanza -o lo que sea-, tratando de comparar el tiempo y esfuerzo de su carrera con la mía? No puedo evitar bufar, pero si ya no quiero más regaños del niño hogareño, me lo guardo.

—No sabes mis circunstancias y estoy seguro que tampoco quieres compartirme las tuyas, Tomlinson.

Él achica sus ojos y noto las arrugas en estas, me parece curioso que -si bien, es más grande que yo-, alguien tan joven las tenga.

—Tienes razón, ¿proseguimos entonces a la entrevista? 

Asiento y pierdo parte de mi noche -en la cuál pude haber adelantado mi tarea- entrevistando a un niñero, al cuál le confiaría a Gemma con los ojos cerrado. Profesionalmente y éticamente hablando, claro.

|°°°|

Cuando Louis sale de la oficina, ambos satisfechos con la paga y las horas acordadas, descubrimos a Gemma sentada en una silla alado de la puerta principal.

— ¡Louis! ¿por qué tardaron tanto? —Brinca a sus brazos y él la atrapa con facilidad, me extraña ver a Gemma feliz con la idea de tener un niño, o que le agrade un niñero, así que hago una nota mental de probar sus galletas, porque deben ser geniales.

—Así son las cosas de adultos, Gems —dice el suspirando dramáticamente, ella se ríe —por eso más te vale disfrutar tu niñez.

—Claro que sí, Louis, nunca quiero crecer y preocuparme solo por la escuela —sonríe la muy descarada mirándome, fingiendo que finge que no esta mandándome una indirecta. Yo solo ruedo los ojos mientras incluso el estúpido de Louis ríe. 

Louis se despide y justo después de que él se va, Gemma corre hacia su habitación sin decir buenas noches y yo me dirijo a la cocina en busca de las galletas que olían delicioso pero me doy cuenta que Gemma no dejo ninguna.

 Niña devoradora de galletas

Me quejo mientras voy a  mi escritorio dispuesto a seguir mis deberes escolares y cuando dejo mi libreta en el escritorio, me encuentro con un refractario con unas cuantas galletas. 

Quizá Louis pueda agradarme tanto como le gusta a Gemma.

Brittle Heart  [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora