Prólogo

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Mexico, CDMX

Diez años antes... 

-¡Maldición! -maldijo con furia. 
Paco caminaba furioso por los pasillos de aquella casa que paso la mayor parte de su vida. La sangre de el corría desesperadamente por sus venas debido a la rabia que recorría por su cuerpo con una intensidad extrema. Nunca se había sentido así antes. Nunca en sus veinte años de vida. Sus puños estaban apretados y hacían que sus nudillos se blanquearan por completo. Su mandíbula estaba tensa y una vena sobresalía debido a la presión que ejercía. 
Camino aun más rápido hasta llegar a la oficina de su tutor. Benigno Suárez.

La puerta se abrió de par en par de un solo golpe y Paco observo al hombre sentado detrás de un gran escritorio de caoba. La mirada fría y asesina de Paco se clavaba sobre él, mientras que este le veía con una sonrisa de malicia en su cara.

Paco sentía la necesidad de lanzarse sobre él y quitarle aquella sonrisa del rostro con golpes. No lo soportaba. Simplemente ya no lo soportaba.

Benigno Suárez se levanto lentamente de su sillón de cuero y se movió hacia una bandeja de plata donde tenía algunas bebidas. Cogió un vaso y lo lleno de coñac para volverse hacia Paco  y dedicarle una pequeña sonrisa.  —Hola, hijo—saludo.

—¡Maldito infeliz! — exclamo Paco con rabia mientras cerraba la puerta de un golpe.  Suárez negó con la cabeza y con un suspiro se sentó en su sillón. Miro al hombre enfurecido ante él y cruzo sus dedos sobre el escritorio.   —Esos no son los modales que te he enseñado, hijo— dijo en tono paterno

—No te atrevas a volver a llamarme así. ¡Eres un hijo de puta!— grito. 

Benigno exhalo aire y paso una mano por su cabello negro.

—No entiendo la razón por la cual has venido hasta acá para decirme semejantes cosas.

—La razón es que confié en ti. Confié en ti—lo miro dolido y luego golpeo su escritorio—¡Maldición!, te entregue toda mi confianza, Benigno y tú la desperdiciaste. 

—No he desperdiciado nada, hijo. Aun no tengo claro la razón por la cual estas acá y creo que es muy malo de tu parte gritarle a un hombre de cuarenta años.  

—Tú debes de saber qué hiciste. Me traicionaste. ¡Robaste dinero del negocio de tu propia familia y me culpaste!   La mirada de Benigno recorrió toda la habitación y miro divertido a Paco.

Esa era la verdad. Robo y culpo a Paco. El único que podía ser sospechoso en aquel momento. Siendo el hijo de unos padres que no se preocupaban por el, seria la mejor forma de manchar su apellido.  

Le sonrió a Paco amargadamente y le dio un trago a su bebida.

—¿Por qué lo hiciste?—pregunto esta vez Paco adolorido —Eras como mi tutor, la única persona capaz de darme lo que necesitaba. Eras como mi padre...

—¡Basta de hablar estupideces, León! —grito Benigno y se levanto golpeando el escritorio —Necesitaba el dinero y ningún miembro de mi propia familia podía hacer el jodido favor. Era mas fácil robarlo y culpar a alguien... —lo miro y volvió a sonreír malicioso —Y tú ganaste el puesto.

—Eres un infeliz -murmuro Paco  —¡Eres un maldito infeliz!. Paco apretó aun más los puños para evitar la necesidad de matarlo a golpes. Lo odiaba, pero no podía matarlo. No podía.  —¡Si mis padres se enteran me odiaran, Benigno! No puedo creer que hayas hecho semejante cosa.  —Vamos, Paco. Tus padres no te pueden odiar...al menos no más de lo que lo hacen— La mirada de Paco se encontró con la de Benigno la cual tenía un cierto brillo de malicia en ellos

—¿Por qué crees que vives en esta casa? Solo por que tus padres, tus propios padres no te toleran. Se arrepienten de tenerte. Yo soy el único al cual pudieron dejarte a cargo durante gran parte de tu vida. Por eso viajan por todo el mundo y no se detienen a preguntar por ti. No les eres importante.

El corazón de Paco se destrozo por completo con esas palabras. Era cierto que nunca veía a sus padres. Pero no creía que le odiaran. Nunca hizo algo malo para que lo hicieran. —Muérete —espeto con furia —Me iré de esta casa. Te arrepentirás de haberme traicionado, Benigno Suárez. Lo veras, me vengare.

Benigno sonrió aun más y negó con la cabeza.—Eres un muchacho ingenuo. Pero si crees que algún día podrás vengarte entonces estaré esperando ese día con ansias, chico. 

Paco le dedico una última mirada y salió de la oficina rápidamente. Choco con una de las hijas de Benigno. Cecilia Suárez.

La miro de reojo y salió rápidamente en busca de sus cosas para largarse de la casa.

Cecilia observo como Paco salía furioso de la oficina de su padre y su curiosidad creció para saber qué pasaba. Tenía solo catorce años y tenía una gran obsesión por aquel hombre de ojos verdes. Ella era una simple colegiala y él un joven de dieciocho años.

Era el típico amor adolescente donde ella estaba enamorada sola y el siquiera notaba su existencia. Suspiro al sentir su perfume varonil entrar en sus fosas nasales y entro en la oficina de su padre para saludarlo con una sonrisa. 

—Hola —le saludo Cecilia con una sonrisa en su rostro. 

Benigno estaba frotándose las sienes con dos dedos y levanto su mirada para ver a su hija en el umbral de la puerta. Con una mano le hizo una seña para que lo dejase solo y ella asintió cerrando la puerta de la oficina de su padre. No era extraño que su padre siquiera la mirara. Ella había sido un error al nacer, no era raro que no le importara. Rápidamente ella puso su mirada en los pasillos de su hogar intentando ver si Paco seguía cerca. Suspiro y se traslado hasta la cocina, pasando cerca de la puerta principal. Logro ver a Paco salir y le dedico una última mirada y una sonrisa amarga antes de salir.


Ya extrañaba andar por aquí y aunque fueron unos días sentí que ya han pasado unas cuantas semanas.
Ojalá les guste esta nueva historia, prometo que tiene más capítulos que la anterior, aun no se cada cuando actualizare, espero poder seguir la línea de actualización que teníamos, a decir verdad espero hacerlo todavía más seguido, pero iré viendo conforme vaya teniendo los capítulos listos.
Gracias por leer y bienvenides a esta nueva historia. ☺️💖

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