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2 meses antes del atraco


Caminaba por las calles de la ciudad acompañado de Emilio, uno de los de la banda. Ese día iría a que me pusieran en mis hermosos labios un poco de botox, tenía mi pelo ya tintado y mis lentillas guardadas en la cómoda de mi habitación.

- Y entonces el joto se acercó a la mesa del taller y agarró la llave inglesa, quería arreglar su propio coche sin tener ni una pinche idea de cómo. Pero entonces llegué yo y ese joto se asustó un chingo y se fue corriendo, tanto que se dejo su pinche coche en el taller. Armando esta pensando en subastarlo, pero yo le insistí que te lo quedaras tu. – hablaba conmigo Emilio para hacer de nuestra caminata hacia la clínica un tiempo más ameno para los dos.

-Por un día que me quedo en casa, descansando. - suspiré frustrada. Mientras estaba allí me habían ofrecido un trabajo en el mecánico, para ayudarles con el tema de pintura y demás. Me servía para distraerme y acercarme más a mis compañeros del Sistema ya que la mayoría de trabajadores mecánicos estaban dentro de la mafia.

Miraba mis labios en el espejo un poco extrañada. Giré mi cabeza y vi a Emilio el cual sólo se reía de mí aspecto. Es cierto que el aumento de labios hacia que mi cara se transformara en otra distinta. No me veia tan mal, pero la risa de Emilio me hacía plantearme ese pensamiento.

- Venga morrita, vamos con el jefe, debe dar el visto bueno con todo – caminamos hacia el coche y subimos a este. En todo el trayecto Emilio era el único que hablaba y cantaba las canciones que emitían en la radio, yo no podía por... Ya saben anestesia.

Bajé del coche al llegar a nuestro destino, ahí estaban Gringo y Chino.

- Madle mía Ona. Esos labios te hacen vel más sexy –movia sus caderas de una manera graciosa hasta, que fue empujado por Gringo lo cuál me hizo hacer una mueca, no pude aguantar la risa. Camine con Gringo hacia la sala de hace un mes en donde estaba el mismo foco apuntando a la misma silla, la cual yo me senté de nuevo.

Estaba siendo examinada cada facción de mi rostro por Roy mientras este miraba una fotografía y luego a mí.

- Puedo saber para que necesitaba tantos cambios en mi hermoso rostro– hablé un poco confusa y cansada, al estar sentada ya casi media hora.

- Estas perfecta para tu misión. Vale, hemos hecho robos casi todos los días pero lo que tengo preparado. – reía fuerte– atracos a bancos y... Un atraco doble –sonreía ladido.

Nos sentamos todos en una mesa pero nos levantamos al ver a Roy por la puerta y luego nos volvimos a sentar.

-Escuchadme todos, en unos meses haremos que el cuerpo nacional de policía quieran tirarse de los pelos con un doble atraco. –esa sonrisa ladeada me ponía los pelos de punta– unos irán a la joyería mientras otros atracaran los dos badulakes del norte.

- Entonces serían tres atracos –interrumpia Armando a Roy mirandole serio. Este le respondía con la misma mirada.

-Serán dos, porque los policías estarán tan ocupados que no se darán cuenta del tercero, o lo dejarán pasar –sonreía de nuevo haciendo que sus compañeros sonrieran.

Todo estaba listo, y ahora mismo Emilio y yo nos dirigíamos a por las armas, por culpa de Gringo y Chino nos quedamos sin la mayoría y ahora estabamos escasos de estas. Condujimos un largo trayecto hasta llegar a una colina donde realizamos el intercambio de dinero, por armas.

Cuando los comerciantes se fueron, casi desplumandonos por la cantidad abrumadora de dinero que habían pedido, nos dirigimos hacia los mecánicos para contarle a Armando que nuestra parte ya estaba completa. Dentro de poco estaríamos listos para partirle los huevos a todo el CNP.

Divisé desde la puerta del mecánico como entraba un furgón negro con todos los cristales tintados y conducía hasta donde estabamos Emilio y yo fumando tranquilos.

- Los pinche policías de siempre, vuelve a tocar las narices... No estoy de humor para sus mariconadas, ¿te ocupas tu Ona? – afirmé rápida y me acerqué a ellos no sin antes haber apagado el cigarro.

-Buenos días, ¿en que puedo ayudarle? – sonreí un poco mirandoles con sus dos pasamontañas, la verdad, muy llamativos.

-Nos gustaría mejorar el vehículo, ya sabe, ponerle más velocidad –el de rosa señaló el coche y su compañero sólo se limitó a caminar hacia Emilio.

- Ahora mismo –me subí a su coche y entré a los mecánicos. Estaba aislada de lo que pasaba afuera.

Me acerqué a Armando quien me decía que no se podía modificar coches policiales, que estaba rotundamente prohibido. Me volví a subir al coche y salí de ahí mirando como los policías hablaban con Manolo en una zona alejada, suponía que eso no era de mi incumbencia y aparqué el coche para volver adentro y ayudar con la pintura y la chapa.

Giré mi cabeza al escuchar el pitido de un coche y ver de nuevo ese furgón. Continue con mi trabajo escuchando las voces que los dos sujetos daban hasta al final salir del lugar sin ningún resultado, su coche seguía sin modificar y encima se llevarían una multa. Caminaba hacia Armando para hablar con él visualizando como este hablaba con Manolo seriamente.

-Son unos estúpidos policías no debes hacerles caso, y menos ponerte a su nivel, ¿me oyes? – hablaba serio y parecía como si le estuviera echando la bronca pero en verdad Manolo era como un hermano para él, lo había nombrado tantas veces cuándo estabamos con la grúa que si me dijeran que son pareja, me lo creería.

Estabamos afuera burlandonos de los policías que habían venido hasta que Emilio me golpeo el brazo haciendo una seña para que girara a mirar como un coche de policía se acercaba y detrás, ese estúpido furgón.

Armando me agarró del brazo y me llevó hacia la sala de empleados con indicaciones de que no me moviera de ahí.

Estuve unos minutos hasta que escuche insultos y gritos, ¿tenía que quedarme quieta mientras humillaban a mis amigos? Pues no sería así, salí de donde estaba y caminé hacia la salida pero solo vi entrar el furgon con Armando dentro, y por detrás a esos dos policías mientras el otro coche se iba. Se habían salido con la suya, y no entendía cómo. Sonreían como si hubieran ganado la guerra, pero esto no era mas que el principio.

•She's back¦ Jack Conway•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora