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- ¡Lo tenemos!  – esas voces resonaban por la radio. Eran Horacio y Gustabo, habían capturado al policía y nosotros, estabamos pegandonos de tiros con sus compañeros.

-Diablo, les seguiré con la moto, cubridme –subí rápida a la moto y arranqué dirigiéndome hacia donde estaba la furgoneta siguiendola.

Aparcamos debajo de un puente esperando a Roy. Hablabamos con el agente, quien estaba muy nervioso y lloraba. Intentabamos que se comunicara con sus compañeros, pero estos no parecían escucharle.

-Modo Charlie por favor –repetía una y otra y otra vez.

-¿Qué es eso? –le susurré a Horacio quien me miró. Yo ya sabía que ellos fueron maderos, Emilio me contó. Supongo que tuvieron que aprenderse los códigos y demás.

-El modo Charlie es para que la gente de radio guarde silencio... Para poner orden en radio–noté la tristeza en sus ojos.

-Esta bien, parece que están armando un escándalo por ti Leopoldo –reí un poco y escuché el helicóptero.

-Tienen a Evo– miré a Nadando que se acercaba a nosotros. Nuestros nervios aumentaron. Agarramos a Leopoldo y lo llevamos hasta una colina.

Allí estuvimos casi dos horas de negociación para conseguir a Evo, pero no hubo suerte. Notaba en los gestos de Roy, su caminar, su forma de agarrar el arma, que no estaba cómodo y que estaba perdiendo sus nervios.

Los traqueteos de los dedos del calavera en el arma ponía de los nervios al policía y a ese osito de Horacio. Los llantos de Leopoldo eran lo único que se escuchaba y de la nada, bum, un disparo se escuchó y los llantos cesaron. Había caído muerto.

-Carguenlo, lo tiraremos cerca de comisaría –Roy se veía mas serio de lo habitual, sólo permanecí en silencio y me subí. Mi silencio seguía, sentí la tristeza del crestas viendo como el agente caía en picado estrellandose contra el suelo

-Buen trabajo –esas palabras llenaban de esperanza a las dos personas que tenía a mis lados. Cuando los dejamos nos dirigimos de vuelta a la sede, y por fin estuve a solas para poder hablar con nadando.

-¿Por qué soltaste a Greco? –el me miró mientras recargaba y guardaba las armas.

-No sería divertido tenerlo aquí. Lo dejé sielto para que Conway comenzara a temer de verdad y porque, si no lo llego a soltar, ¿crees que un alumno le hubiera importado? Seguro estaría tirandose de los pelos para encontrarle y dejaría al alumno pudriendose. Debía darle un voto de confianza a esos dos –le ayudaba a organizar todo.

-¿Tanto confías en ellos? Yo... Yo la verdad sospecho... No se, los movimientos del de la cresta son sospechosos, pero bueno... Tienes razón, y cuando la tienes no te lo puedo negar. –Nadando sonrió, a lo que yo sonreí.

-Bueno, te llevo a tu apartamento –dicho esto nos subimos a si coche rumbo a mi casa.

(...)

Desperté y miré a mi derecha viendo a Nadando dormir. Esto se estaba volviendo costumbre, y no me gustaba eso. Le tenía un gran aprecio, pero no era algo que consiguiera quitarme el aliento cada vez que nos besamos o, pararme el corazón cuando pronuncia mi nombre mientras lo hacemos. Me han hablado demasiado del amor, aunque yo nunca experimenté uno real.

Me levanté de la cama cambiandome la ropa, me puse algo casual. Cuando salí del baño, Nadando ya no estaba ahi, sino la típica carta que deja a la mañana siguiente. Otra más a la basura. Me daba pena romperle el corazón de esa manera, pero era lo correcto.

Salí de mi casa y caminé hacia la comisaría arreglando mi pelo.

Subia las escaleras hacia la puerta viendo a  los dos sujetos con pasamontañas gritando "aparta". Sus voces... Me eran tan familiares, pero serían imaginaciones mías. Me quedé afuera del recinto observando todo a través de los cristales.

-A ver muñeca, levantame las manitas –obedecí y sentí como me esposaba.

-¿Qué? ¡¿Por qué me esposa?! –forcejeaba intentando soltarme.

-Tiene derecho a callarte la puta boca y a no contestar ninguna de las preguntas que se le formule. Tiene derecho a ser tratado por un médico en comisaría si fuese necesario. Tiene derecho a no declararse contra si mismo y a no declararse culpable. Tiene derecho a comida y bebida, siempre y cuando te estes muriendo muñeca. Tiene derecho a una llamada de ni mas de un minuto en presencia de un agente policial. ¿Entendiste muñeca? –se había saltado unos derecho pero como apretaba mis brazos me provocaba demasiado y me heria un poco mis frágiles muñecas. Afirmé y sentía como me empujaba caminando hacia las salas de interrogaciones.

-Quiero mi llamada –miré al famoso superintendente el cuál reía suave y afirmaba.

-Llama a tu mamá para decirle que no irás hoy a cenar supernena y no me seas una maricona y comiences a llorar. Pon el altavoz –me daba un telefono y lo agarre con mis manos esposadas. Marqué el numero del taller esperando a que me contestaran.

-¿Si? Taller mecánico del Sur, en que podemos ayudarle –escuchaba la voz de Armando, mi salvación.

-Jefe, me tienen arrestada. Eres mi única llamada.

-¿Qué paso? –lo noté preocupado.

-No lo se, estaba en la puerta de comisaria y el superintendente me apresó contra mi voluntad. Es un viejo verde jefe, ayudeme –hablaba intentando parecer indefensa.

-Si fuera verdad ya habría hecho cosas que una muñeca como tu no soportaría, minuto completo –cortó la llamada dejando a Armando con la palabra en la boca– bien, Volkov vendrá enseguida a verte. ¿No eres su novia? –falso, no soy la novia de nadie.

-Si me tratas así y me persigues a todas las citas que tenga con él, pensaré que te gusto. –mi modo de coqueteo se activó – me preguntaba... Si el nombre de superintendente fue por tus hazañas o por otra cosa –sonreí, al contrario que él, que estaba mas y mas serio. Si no fuera una chica supongo que ya me habría golpeado. Emilio dice que tiene la porra fácil y no teme dañar a nadie, pero con las chicas es respetuoso. ¿Hay algo en lo que no sea bueno?

Nuestras miradas se quedaron conectadas durante unos segundos. Sentí unas chispitas saltar, mi boca esbozaba una sonrisa tonta, mi corazón saltaba y me dejaba sin aliento ¿sería esto lo que llaman amor?

•She's back¦ Jack Conway•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora