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Me tiré toda la noche estudiando cada código. No me hallaba cansada ya que, estaba acostumbrada por la mafia. Cuando nos quedabamos hasta las tantas después de un intercambio. Suspiré fuerte tocando mi cabeza. Estaba lista, lo presentía, ese era mi día. Me arreglé y salí de mi casa, avisé a Armando y este me dio su aprobación.

Conseguí un taxi que me llevó hasta la comisaría. Bajé de el e hice una respiración profunda, ¿estaba haciendo lo correcto? Iba a realizar una estupidez, pero con que motivo, ¿para descubrir si amo al super no se cuantos? No le veía ni pies ni cabeza a este plan, lo tenía tan cerca pero lo sentía muy lejos. Después de casi discutir con Armando estaba a punto de arrepentirme y de tirar todo por la borda. Me dí la vuelta y comencé a caminar hacia la carretera pero paré al sentir como tocaban mi hombro. Me giré y miré a Volkov que me sonreía.

-Por fin vienes a las pruebas Olivia –me dió unas palmadas en mi hombro y yo solo suspiré.
-No estoy segura de esto Volkov –le miré y él solo rió.
-Venga ya Olivia, pudiste derribarnos con el taser. No temas, seguro que entras. – intenté sonreir un poco. Caminaba con él entrando a comisaría y subiamos hacia los despachos. A pesar de haber estado estudiando me sentía muy nerviosa.

Entré mirando al superintendente y al comisario Greco. Los ví a los tres posicionarse, el superior estaba adelantado dejandolo delante de mi y los otros dos, atrás.

-Bien muñeca, veo que has dejado de ser una delincuente para dedicarte a hacer el bien –me miraba serio.
-No sabes de lo que hablas. La has tomado conmigo y no se el porqué, tal vez estés enamorado de mí. –sonreí y vi como su frente se arrugaba haciendolo ver mas sexy.
-No soportaré tus insolencias muñeca. Primera falta, hablar mal a un superior –ahora era yo la que tenía la frente un poco arrugada. Vi cómo él reaccionó de una manera extraña, quedandose helado y retrocediendo un poco.

Volkov reaccionó al ver a su superior actuar así y carraspeó su garganta para hablar.

-Bien Olivia, comenzaremos con los códigos y luego haremos simulacros.

Todo transcurrió bien, aunque los simulacros parecían boicots hacia mi por parte del superior. Solo trataba de buscarme alguna misera falta para echarme de ahí, pero yo no me rendiría tan rápido.

-Has estado increíble Olivia –Volkov y Greco tocaban mi espalda sonriendome los dos y yo les sonreía de vuelta.

-Bien hecho muñeca, mañana empezarás el día completo con las multas en recepción –me miraba serio y salía del despacho.

¡¿Multas?! ¡¿Un día entero?! Este tío estaba demente, enfermo. Estaba indignada, solamente me despedí de los comisarios y salí rápida ignorando como el ruso me llamaba.

Subí a mi moto y arranqué antes de que el comisario me alcanzara. Conduje hacia mi casa realmente decepcionada y exhausta.

Me tiré a mi cama, ¿por qué me sentía así? Llevaba esforzandome días para entrar, y así me veo, inservible y como una chica de las multas. Perfecto.

Terminé durmiendome y desperté al recibir una llamada de Nadando, yo le hablé sin ganas. Terminamos la llamada y miré la ubicación que me mandó, tendría que ir, la mafia me necesitaba.

Me vestí de negro y bajé del edificio subiendo a mi moto colocando el gps.

Al llegar coloqué mi máscara y me deslicé con cuidado por una colina llegando a una plataforma, donde estaban todos y un señor vestido como el superintendente en el suelo, de rodillas. Si no lo hubiera visto hace unas escasas horas me creería que era él, pero eso era imposible.

Vi a Nadando llegar con Gustabo y Horacio en un helicóptero, yo sólo me quedé atrás de todos, con mi cabeza baja y mi mirada triste. Respondia cuando alguien me hablaba y vi todo lo sucedido en aquel lugar.

Un osito apuntando a una persona odiada por la mafia, sin poder disparar. Su hermano, una bestia con sed de sangre en sus ojos, apuntando a ese señor y disparando sin resultado. El arma estaba descargada. Las miradas de mis compañeros se cruzaron con brillos en sus ojos al oir como la bestia pedía cargadores.

El osito, destrozado detrás de algunos compañeros, asustado por lo que se le venia encima. Normal estar asustado, la verdad, yo nunca querría a esta mafia detrás de mi.

Caminé hacia Horacio pero Nadando se interpuso en mi camino haciendo que zebralin y Xiaomi se montaran en el helicoptero.

-Nadando, ¿puedo ir con ellos? –Armando solo suspiró y asentó con su cabeza.

Corrí subiendo al helicóptero. El trayecto fue escuchando musica, Xiaomi y Horacio hablando de la vida y Tonet cantando, me daba tanta dulzura ese chico.

Cuando llegamos los dos bajamos del helicoptero.

-Yo me quedo con el Xiaomi, no te preocupes –sonrei y Yun asintió. Giré mi cabeza mirando como Horacio se sentaba en el suelo. Me senté a su lado.

-¿Qué crees que me harán? –matarle, eso harían, sabia demasiado de todo y la unica manera era acabar con el. Sabia que Armando no dejaría que un blandengue, un osito entrase en su mafia.

-Seguro que te pondrán otra prueba, pueden ser muy duros pero si Willson habla con ellos y les convence... Seguro que no pasara nada. La prueba que os han puesto hoy es muy dura... Y entendible que no dispararas contra un ser querido –le miré mientras afirmaba con su cabeza.

-Gustabo me arrastró a la mafia, yo no quise entrar... Yo queria seguir siendo policia –deberia haberlo matado por decir eso, pero solo le dejé seguir desahogandose.– El súper era alguien muy importante para mí, y lo sigue siendo. Para mí es como... Como el padre que nunca tuve –se veia más triste aun– para mi el super es como una figura paterna, y no podría matar a mi padre... Pero Gustabo no ha dudado. –toque su espalda dándole unas palmadas.

-A lo mejor Gustabo tambien le aprecia, pero hizo lo que debía hacer, echale huevos a la situación –traté de tranquilizarlo y lo iba consiguiendo poco a poco– seguro que ahora estan.... Todos vestidos de payasos.... Bailando alrededor de Gustabo alabandolo –le miré y vi como soltó una pequeña risilla– así me gusta, no te quiero ver triste, por que eres Horacio y eres el puto mejor, ¿me oiste? Eres el puto mejor– vi como se levantó sonriendo y lleno de energía.

- ¡¡Soy el puto mejor!! –gritaba riendo un poco y me levanté a su lado mirandole con una sonrisa.

-¡¡¡Ya oyeron gente de los Santos, horacio es el puto mejor!!! –grite fuerte en dirección a la ciudad, me había animado el poder ayudarle... Se lo merecía después de todo. Él me sonrió de vuelta.

- ¡¡Lirio tambien es la puto mejor!! ¡¡Si os meteis con ella os meteis conmigo!! –es una ternura, ahora era yo la que le sonreía, la segunda sonrisa mas sincera de mi vida.

Escuchamos el helicoptero venir y me despedí de Horacio, quien se iba con Gustabo hacia el coche. Le dije a Xiaomin que le dijese a Nadando que me iba a casa, queria descansar, y así hice.

Entré en mi departamento y me quite mi ropa negra. El ver en los ojos de mis compañeros esa sed de sangre me causó un retortijon en el estómago. Yo había sido algo como una sicaria, pero ahora no ne consideraba una. Seguramente mataba porque no tenía a nadie cercano o a alguien al que querer como amigo o como algo más, ahora si lo tenía. El hecho de matar sin pensar en terceras personas; familia, amigos, mujeres... Etc, me causaba un malestar continuo que no me dejaba dormir. Estuve despierta toda la noche hasta que la alarma sonó y me levanté a cambiarme.

•She's back¦ Jack Conway•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora