CAPITULO 15

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"Son imanes, siempre se van a encontrar, porque tienen el mismo escondite"

¿Donde está Nastia? ¿Quienes son ustedes?—la voz de Dylan llego hasta mis oídos, se escuchaba alarmado y sorprendido.

Llegue hasta donde estaban todos y mi mirada se situó enseguida en él. Lo vi de pie con la destroza arrancada y situada en su mano.

—¿Que haces Dylan?— llame la atención de los presentes, todos me miraron y cuando la del susodicho recayó en mi, la confusión plasmada en su rostro fue lo más notable—Te vas a lastimar, siéntate—le dije colocando una de mis manos encima de la suya, su puño se suavizó y soltó lentamente la destroza.

—¿Luba?—Mi nombre salió de sus labios en un susurro, creo que fui la única que lo pudo escuchar.

—Si, soy Luba— le regale una sonrisa, la mención de mi nombre procedente de su boca me puso feliz, hacía un buen de tiempo que deseaba volverlo a escuchar.

—¿Que haces aquí?—El entrecejo de Dylan se frunció mientras formulaba aquella pregunta.

—¿Pueden dejarnos a solas?—Me dirigí a los chicos que nos acompañaban en el salón, al parecer estaban muy al pendiente a todos nuestros movimientos.

—¿Nos estás echando caracolito?—La voz de Erick salió con una notable incredulidad—Después de todo lo que hicimos, lo mínimo que esperamos es que nos digas quien es ese—Hablo por todo y señaló a Dylan.

La verdad es que tenía toda la razón, pero no era el momento, ahora solo quería tener privacidad y saber por todo lo qué había pasado Dylan.

—No nos importa, vámonos—la voz de Tara me interrumpió antes de que pudiera decir lo mismo, pero más bonito, no eran las palabras que quería utilizar en este momento y mucho menos a ellos que me habían ayudado tanto.

—Les explicaré todo, luego—Pase mi mirada desde Lauren hasta Sara. En la sala se encontraban todos, menos los hermanos Evans.

Luego de un momento, sin más comenzaron a salir, menos Erick—lo aseguró— le dije asintiendo con la cabeza, él dudo pero luego asintió también.

Ya solamente nos encontrábamos Dylan y yo, sentados en el viejo mueble café, aún teníamos las manos sujetas, y el solo tacto de su piel fría sobre la mía me hacía sentir en confianza.

—¿Como te siente?—Me atreví a preguntar luego de unos segundos en silencio.

—Bien—Su tono fue bajo pero áspero.

—No te vez bien, Dylan—me atreví a decir—¿Como llegaste a este estado?—me acerque más a él y pase uno de mis dedos por una de las heridas que tenía en el rostro.

—Tu como es que me haz encontrado, ¿Quienes son ellos y que hago aquí?—Dylan comenzó alzar el tono de voz, pero esta vez se escuchaba alertado y preocupado.

—No tienes de que preocuparte, son buenos— le dije para calmarlo.

La verdad era que no conocía bien a esos chicos pero después de todo, estaba segura que podía confiar en ellos, creo que les podría tener más confianza que al grupo que mi amiga me había presentado y no sabía porqué.

Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora