Podía decir con toda certeza que las fiestas no eran cosa mía. Sólo pensaba en mi versión en pijama acomodada en el sofá de mi casa, viendo una película mientras cenaba comida chatarra. En cambio estoy aquí, saliendo del antro dejando dentro a varios compañeros de trabajo viviendo la vida al máximo.
Pueden catalogar a esta mujer de veintitres años como una ancianda retrogada no me interesa.
Varias personas tienen que aceptar que no a todos les gusta salir de fiesta y mucho menos beber alcohol para divertirse. Si pelean por la discriminación de género, ¿por qué no puedo argumentar sobre esto?
Saco mi teléfono con la intención de llamar un taxi sin dejar de caminar en busca de un sitio con mas iluminación. En el transcurso fijo la mirada en el vehículo último modelo estacionado a la orilla de la acera donde me encuentro, con la puerta del piloto abierta y dentro un joven con gorra y lentes casi en la boca.
Si no fuera por el evidente estado de ebriedad del chico habría salido corriendo.
Debatiendo entre acercarme o no, sigo mi camino pero luego de unos pasos me detengo incapaz de dejarlo solo en esa situación y con un auto así.
A veces me odiaba por ser tan buena samaritana.
Me acerco a él lentamente y con una mano toco su hombro en busca de alguna reacción por su parte. Afortunadamente el chico al sentir mi tacto posa la mirada en mí y después sonríe coqueto.
-Hola hermosa. -eso fue lo único que pudo articular antes de irse en vómito.
Todo un galán.
-Que asco. -susurro mirando al suelo. Carraspeo en busca de su aturdida mirada. -Oye, al parecer no estas bien (obvio que no). Dame el nombre de un amigo tuyo e iré a buscarlo.
-Vine solo. -balbucea.
Genial.
-Mmmm... Algún número o algo. -indico.
Hace el intento de tomar el teléfono en el asiento de al lado, pero se interrumpe así mismo cayendo inconsciente sobre el.
-Ah, no, bueno. ¡Mas que mejor! -exclamo sarcástica.
Rodeo el vehículo y abro la puerta del copiloto, agarro el celular luego de empujarlo, y antes de poder encenderlo me sobresalto en mi lugar al ver la marca del aparato.
Dios mio, con lo que cuesta este teléfono me compro un apartamento en la mejor zona de esta ciudad.
Dejando de lado esos pensamientos lo enciendo, para después dejar salir un chillido de frustración al ver que está bloqueado.
Oh, que maravilloso.
Bufando bajo del auto y lo rodeo hasta estar al lado del chico, como puedo lo lanzo hacia el otro asiento y me coloco en su lugar. Busco la llave del auto por todo el espacio, con un poco de paz al ver no necesita su voz para encender.
Era lo último que faltaba.
Oír el motor rugir con suavidad me hace erizar, incluso podría dormir por el sonido. Era como escuchar muy de cerca un gato ronronear. Conduzco a casa luego de verificar que el GPS del vehículo no mostraba su dirección. Y para completar, tampoco cargaba el documento de identidad.
¿Cuántas neuronas tendrá este hombre? Osea, salir solo a un antro y emborracharse como si no hubiese un mañana, teniendo un auto y un teléfono que le garantizarían una buena pasta a cualquier maleante que lo viera.
O no medía las consecuencias o sinceramente estaba loco. Y en caso de que fuera la segunda opción, yo era más loca por llevarlo a mi casa.
Por otro lado tenía que planear bien las cosas, debido a que vivía con una media hermana adolescente que estaba pasando el día con su padre y volvería mañana por mañana, y no podía permitir que viera a este hombre gracias al buen ejemplo de la hermana mayor.
Estaciono el vehículo en el garaje de la casa y como puedo llevo al chico a mi habitación. Sufriendo con cada paso y exclamando un "Gracias, Dios" falto de aire al tirarlo en mi cama.
Como pesaba.
Le quité la gorra -los lentes no era necesario, ya que habían quedado en algún lugar - y empecé a inspeccionar su rostro. La verdad se me hacía bastante familiar pero no lograba recordar de dónde. Ojalá y no sea algún novio del instituto porque inmediatamente lo saco a patadas de mi casa.
Sus labios en forma de corazón -con color y todo- levemente abiertos, nariz perfilada y largas pestañas que amé, además de sus mejillas rellenas y cabello rubio que le daban ese aire angelical que hacía a las chicas temblar.
Aclaro que soy una chica.
Vuelvo la mirada de sus labios a sus cabellos revueltos, sin dejar de observar como duerme plácidamente. Los dedos me picaban por las garrafales ganas de meterlos entre su cabello, pensando en lo suave que será, me dejo llevar y acerco la mano a esos mechones rubios con rizos en las puntas.
A tan solo unos milímetros de tocarlos me sobresalto y alejo velozmente de él al verlo moverse en la cama colocándo su gran cuerpo de lado. Aún temblando decido irme de la habitación hacia la de mi hermana.
Pero, ¿y si despierta?
Bufando y con los ojos carcomidos por el sueño camino de un lado al otro pensando la solución. Entonces recuerdo la cámara de vigilancia que tengo escondida en el cuarto de la adolescente, la cual se conecta directamente a mi teléfono y también dispone de una alarma al sentir movimientos en la habitación.
¿Qué? La chica sólo tiene diecisiete años, sé lo que hago. A esa edad se cometen muchas locuras y lo último que quiero es que tenga un bebé a temprana edad.
O por lo menos que tenga la decencia de no concebirlo en la casa.
Me aproximo al cuarto y saco la cámara, después me vuelvo a mi propia habitación para instalarla. Casi me caigo una cuatro veces porque del sueño no veía. Una vez hecho mi trabajo me voy satisfecha a tomar mi siesta, con la esperanza de que el chico no se mueva en todo lo que resta de noche.Hey (¬_¬)ノ
Aquí Drí🌧
Vaia, vaia, ¿este será nuestro querido Luke?
Te aconsejo que lo averigüéis por ti mism@ ( ˘ ³˘)♥
No olvides dejarme tu 🌟 y comentar que te va pareciendo la nove🍒
Bye🍟
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Indescriptible A.
RomanceDijandría es una periodista cuyo sueño es tener existo en su carrera, y a su vez, superar el triste pasado que afecta su presente. En el camino se topará con John Luke. Nada más y nada menos que el mismísimo hijo del presidente actual. Quien al igua...