Exaltada expando los ojos después de ver la habitación donde me encuentro, una que ni de chiste se parece a la mía.
–Rayos, rayos, rayos...–repito apunto de enloquecer. –¿Qué hice? ¡Pero qué hice!
Con el dolor latiendo en mi cabeza me levanto un poco mas tranquila al ver tengo mi vestido y ropa interior aún puesta. Camino lentamente hacia fuera de la enorme y hermosa habitación color crema con la esperanza de no toparme con un loco psicópata en la sala.
Mi primera idea fue saltar por la ventana, pero al ver la altura en la que me encontraba decidí dejar el suicidio como último y tal vez olvidado recurso.
Un exquisito olor hace a mi adolorido estómago gruñir, así que acelero el paso olvidándome del loco psicópata y sólo pensando en el desayuno. Pero detengo mi andar en seco al ver de espaldas esa cabellera rubia que me hace recordar parte de lo que sucedido anoche.
–Esto tiene que ser una broma. –pienso en voz alta atrayendo su atención.
¿Debería agradecerle por ayudarme con ese baboso anoche? Bah, que le den. Él no me agradeció a mí el día que lo ayudé.
Se gira hacia mí sonriendo con arrogancia.
–Se dice buenos días. –se mofa sin apartar sus ojos grises de mi rostro molesto.
Parpadeo ofuscada.
–¿Tienes los ojos grises? –pregunto algo perturbada, ignorando su comentario.
Frunce el ceño intentando ocultar una sonrisa divertida.
–No sabía que eras daltónica. –mete ambas manos en los bolsillos de su bermuda, sin dejar de observarme.
–Y yo sí sabía que eres idiota. –respondo recuperando el enojo. –¿Qué hago aquí? ¿Por qué estoy aquí? ¿Para qué me trajiste aquí?
Tuerce los ojos.
–Creo que me agrada mas tu versión borracha. –se da la vuelta empezando a caminar hacia la que creo que es la cocina.
Lo sigo.
–¿A dónde crees que vas? ¡No me ignores pedazo de...–dejo de hablar al ver la señora regordeta que prepara muy sonriente el desayuno.
–¡Oh, despertó! ¿Cómo te sientes, querida? –me pregunta con genuina preocupación.
Y es ahí que recuerdo la resaca.
–Ay...–me quejo colocando una mano en el lateral de mi cabeza.
–Se hace la víctima. –dice John, dándole una mordida a la manzana en su mano. –¿Cómo ibas a decirme? ¿Pedazo de...? –me incita a terminar la oración.
Lo miro mal.
–Luke, dejala tranquila. ¿Acaso no vez que se siente mal? –lo riñe la señora. –Mejor sirve el vaso de soda mientras le termino el estofado para el malestar.
El rubio sin negarse obecede a la petición.
–¿Luke? –pregunto cuando coloca el vaso burbujeante frente a mí.
–Es mi segundo nombre. Todos los que me conocen me llaman así, a menos que estén enojados. –explica indicando que tome el contenido. –Es para el dolor de cabeza.
–Así que solo te dicen John cuando están enojados. –digo para mí misma. –John, John, John, John...–repito sin cesar.
–Entiendo tu punto. –dice torciendo los ojos. –Pero no entiendo porqué estás tan molesta, deberías agradecerme mejor. –manifiesta arrogante.
–¿Perdón? No recuerdo que tú lo hicieses el día que te ayudé. –recuerdo cruzándome de brazos, dándole una mirada desafiante.
–No lo creí necesario, era más que bueno para ti tener una celebridad en tu casa. ¿Qué mas beneficio que ese?
Abro la boca incrédula ante tal manifestación de narcisismo, arrogancia y altivez que he oído y tal vez nunca oiga de una persona.
–Eres un verdadero im...–nuevamente soy interrumpida por la señora ama de llaves.
Tiene que serlo, obviamente.
–Querida, mejor ve a lavarte mientras te sirvo el estofado. –indica intentando apaciguar el tenso clima con una sonrisa nerviosa.
–Hiede. –acota Luke, moviendo la mano frente a su boca a modo de burla.
Apreto los labios y puños indignada, pero al ver la expresión de la señora me contengo de insultarlo como la ley manda. Así que tomando una gran exhalación me dirijo al baño oyendo las indicaciones de Luke sobre un cepillo de dientes extra y ropa de chica en la cómoda.
Estuve apunto de negarme a usar ropa de cualquiera de sus golfas, pero al oir que era de su hermana acepté, además quería deshacerme cuanto antes de este apretado vestido.
Me sorprendí al oír que tenia una hermana, entonces pensé en sus ojos, su segundo nombre y en que había muchas cosas de él que desconocía.
Y que tampoco quería saber.
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Indescriptible A.
RomanceDijandría es una periodista cuyo sueño es tener existo en su carrera, y a su vez, superar el triste pasado que afecta su presente. En el camino se topará con John Luke. Nada más y nada menos que el mismísimo hijo del presidente actual. Quien al igua...