Capítulo 13: James.

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James.

-Así que esto de dispones a ser con mi hija la cual está muy vulnerable- dijo Tifanny tan cruel como lo era normalmente conmigo.

-No es lo que piensas, lo sabes- dije tan pasivo como pude. Me molesta que piense que le voy a intentar hacer daño a quien más deseo en mi eternidad.

-Dijiste que no lo ibas a hacer, dijiste que te alejarías de ella mientras se recuperaba- dijo y el agua del jacuzzi se calentó hasta el punto donde mi piel de licántropo no la aguanto y salí de un brinco.

Gruñí.

-Ya se ha recuperado, no ha recordado pero si está bien, lleva todo esto mejor que la anterior vez y si piensas que aún no se ha recuperado ten en cuenta que estuve bastante tiempo a solas con ella y me resistí, Fanny- dije y sabía que al llamarla así la iba a enfurecer más pero no me importaba.

-¡Maldito lobo! No te le acercaras a mi hija. Te lo prohíbo- dijo con fiereza.

-Lo siento, creo que soy bastante maduro y tengo varias décadas en mis años como para que me prohíban cosas-

Sonrió maliciosamente.

-¿Te crees maduro? Ese término solo lo aplicaría en frutas, espera unos segundos y ni podrás hablar de lo maduro que eres- dijo y sus manos brillaron de un color dorado. Mi piel se empezó a poner roja como una manzana….

-¡Para!- grité desesperado, ya no sentía mis brazos -Sabes el daño que le causarías a tu hija si me pasa algo- añadí murmurando. Colocó sus ojos en blanco y apretó sus manos en puños desapareciendo el brillo dorado. Volví a sentir mis extremidades y me relajé.

-Ambos sabemos que no eres el mejor Eterno y tampoco fuiste la mejor persona, harías bien en alejarte de ella, solo le causaras daño- dijo entre dientes.

-Nunca le haría daño. Tienes que olvidar el pasado, sabes que solo ayude a esas criaturas para evitar que fueran tras mi familia- dije respirando con dificultad, aún mis pulmones les faltaba tiempo para recuperarse.

-Trabajaste con esas criaturas, las guiaste a que asesinaran a uno de los mejores ángeles caídos que he conocido y hacia una sirena que intentaba alejarse esto… ¿te parece justo que hayas sido responsable de sus muertes y que sigas aquí tratando de quedarte con mi hija?- preguntó herida.

-No me parece justo, no debería tenerla, en eso tienes razón, solo la intento proteger y es ella quien se acerca-

-No estuve de acuerdo con que Orlando aceptara tu redención-

-Si es sincera no tenía por qué rechazarla-

-Siempre serás un asesino de los tuyos…-

-Y tu alguien rencoroso que me odia más porque su hija prefiere pasar tiempo conmigo que con su madre- dije interrumpiéndola.

-Cállate, Cooper, te estoy intentando advertir-

-¿Advertirme de que me quieres matar? Desde hace años lo sabía-

-No, no te quiero matar. Te estoy advirtiendo que si te acercas mucho a mi hija y le haces daño te torturare hasta que mis días en este mundo se acabe, y cuando me arrastren al infierno te arrastrare conmigo-

-No sé de qué otra manera tengo que repetirte que no me acerco a tu hija para hacerle daño, me acerco para protegerla…-

-Veo tus deseos ocultos-

-Entonces te darás cuenta que mi deseo más profundo es que sea feliz toda su eternidad- dije y finalmente se quedó callada, me estaba analizando, no de la misma forma que Wood lo hacía hace un rato o cada vez que me veía con sus ojos marrones profundos, Tifanny me analizaba fríamente tratando de encontrar la mentira en mí, pero no lo haría porque no lo estaba ocultando nada y tampoco mentía.

-Eres muy detallista para ocultar cosas- susurró.

-No oculto nada-

-Si es así responderás a mi pregunta con sinceridad-

-Lo haré-

-¿Qué sientes por mi hija? No la buscas proteger por nada- dijo como si escupiera palabras amargas.

-Desde que la vi pequeña en el bosque… ese momento supe que mi alma había desaparecido, porque desde ese instante mi alma estaba con ella, ahora le pertenece, puedo irme lejos y no volver, pero siempre estaré ahí con ella, porque es la dueña de mi alma y tiende a serlo de mi cuerpo también- dije con la sinceridad que me había guardado hace tiempo.

-No te acostarás con ella- dijo con rabia.

-Me malinterpretas, empezó a ser dueña de mi cuerpo desde que tocó mis labios, ella verá cuándo terminará su trabajo o si lo dejará incompleto- dije encogiéndome de hombros.

-En resumen, la amas- dijo con una sonrisa maliciosa, ella sabía lo que esas palabras significaban para mí, más que para las otras personas esas palabras eran signo de compromiso y de verdadero deseo, algo que nunca he dicho, ni siquiera de pequeño me he atrevido a mencionar un “te amo”, es demasiado grande para mí.

-Ya te dije lo que tu hija es para mí- dije tratando de evadir comentarios.

-Y yo saque mi conclusión-

-Son tus conclusiones no las mías- la miré tan neutral como pude pero sus facciones similares a las de Wood no ayudaban a olvidarme del tema.

-Te veré en el desayuno, me imagino-

-No me iré- dije y me dirigí hacia la puerta con la toalla a la mano. Pase por su lado y cuando abrí la puerta para entrar dijo:

-Créeme que llegara el día cuando cambies de opinión- dijo sin mirarme, podía sentir su vista en lo lejano del cielo.

-Ese día me perdonaras por todo, al igual tu esposo- dije dando de ejemplo que el día era imposible que pasará.

-Trato hecho- dijo forzosamente y supe que lo decía en serio, no había duda en su voz que ella creía que yo me iría.

-Ya verás cómo me odian por toda su eternidad- dije para tratar de quedar bien sobre la discusión.

Cerré la puerta con fuerza y resignación de aquella conversación. Tifanny no había logrado callarme pero yo tampoco a ella.

Eternos II - Desnuda Tormenta (Secuela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora