Ciudad Prohibida. Reinado Eterno. Volumen II

Capítulo 11

No se equivocaba con su entrenamiento, fue algo bastante agotador y entretenido. La forma en que Morghan emplea sus ejercicios es totalmente diferente a Enzo o Régis, ella se aprovecha de cualquier ventaja que tiene para reforzarlas y dejar que te sientas confiada para atacar, algo así como una clase de trampa disfrazada. Creo clones de sí misma e hizo que descubriera cual es la verdadera mientras se tenía que deshacer de otras criaturas que moldeo como obstáculos, incluso Maru se involucro en el entrenamiento lanzándole piedras con sus patas probando sus reflejos. Justo cuando pensó que todo había terminado Morghan, la agarro por los pies al estar distraída esquivando un tronco enterrándola viva para que buscara la manera de liberarse por sí sola. Cosa que no tuvo que preguntarle dos veces.

Charlotte no perdió el tiempo y creó una burbuja de aire alrededor de su boca y nariz para no perder todo el oxigeno que recolecto de las raíces de las plantas que estaban a una buena distancia de ella. Pero quiso sorprender a la vampiresa, así que, se centro en aquel aroma a lavanda y noche que desprendía para atraparla en su escondite, no sería tonta como para quedarse bajo tierra. Hizo que las mismas raíces la halaran de allí sacándola por otro extremo del terreno y utilizándolas para capturarla. La muy condenada estaba montada en un árbol jugando con uno de los frutos concentrada en el lugar donde la enterró.

Sigilosamente oculto por completo su presencia para acercarse sin que la notara cosa que sería complicado, pero lo intentaría.

Creo una distracción en el lugar donde fue enterrada haciendo que una pequeña explosión se produjera dando la impresión de que trato de salir abriendo la tierra pero fallo en el intento. Aprovecho el momento para moverse lo más rápido posible como la luz y tomarla por detrás sujetando su brazo por detrás de su espalda y aprisionando su cuello levemente. Aquello fue algo inesperado para la vampiresa, la cual sonrío y se desapareció de sus brazos dejando un humo negro y rojizo. Charlotte ya estaba hasta el borde de encontrarse con lo mismo, no lo quería admitir, pero Morghan sabía escabullirse muy bien… aunque no tanto.

Bajando del árbol en un salto sonrío triunfante quitándose algunos restos de tierra que quedaron en su ropa y cabello esperando pacientemente.

Las criaturas que la estaban obstaculizando se encontraban lánguidas en el suelo atravesadas por gruesas púas de metal que se enroscaron en su punta para no dejarlos escapar, pero de todas formas terminaban siendo solo rocas y pedazos de troncos secos. Maru se detuvo al quedarse sin objetos que lanzar observando detenidamente como proseguía el resto del entrenamiento. Pequeños aplausos se escucharon para que algo parecido a una fina tela brillante cayera suavemente desde la copa de uno de los árboles con Morghan atada en ella restringiendo todo su cuerpo, pero sin lastimarla, solo aprisionándola.

—Fuiste astuta, me gusto tu estrategia al querer engañarme y usar energía para inmovilizar la fuerza que adquiero de mis bolsas de sangre, fue una jugada sabia y bastante… descarada diría yo, entrenar con Enzo te está afectando sin mencionar las lecciones que te da Régis has aprendido muy bien (suspiro)… me podrías soltar.

Morghan estaba casi que de cabeza atada completamente de manos y pies. Charlotte reposo su peso en una de sus piernas cruzándose de brazos y pasando su dedo índice por su labio sopesando su pedido. Sonriendo se le quedo mirando fijamente a la vampiresa con cierto brillo en sus ojos.

—Tengo una idea mejor, estoy al tanto de que aunque este restringiendo tus bolsas de sangre te puedes librar fácilmente del agarre de mis ataduras porque… sinceramente aun soy nueva en todo esto y tú tienes muchísima más experiencia, pero… —entrecerró sus ojos inclinándose un poco a su rostro dándole un toquecito a su nariz para encontrarse con humo negro y rojizo — (Suspiro) Tú estás hablando con Francisco mientras él bebe café desde hace diez minutos.