○ Capítulo 9 ○

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Así que, así se sentía superarse.

Cualquiera en el mundo, jamás se imaginaría tener que pelear contra Lucifer. Y ahí estaba yo, enfrentándolo, sabiendo el peligro que significaba. Sin embargo, no tenía nada que perder. Aquello que era importante para mí, tenía un único lazo con todo esto, y es que son la razón por la que estaba peleando.

Estaba alejada de los demás ángeles o demonios, ya no importaba como los llamara, eran parte de este proceso. Conocí a Zaratrel y Anamista, eran ángeles muy relevantes en el cielo antes de irse con Lucifer. También estaba Petra, una chica bastante fría, que había seguido al diablo desde el principio. Los demás, no lograba recordar su nombre.

Estábamos en la azotea de un edificio pequeño, integrado en la ciudad, bastante lejos de donde estaba mi casa y el restaurante de Margaret. Por debajo estaba plagado de autos, todos corriendo, como cuando es navidad, y la ciudad se llenaba de personas buscando regalos, lo que me hacía pensar en qué fecha estábamos. Agache la cabeza para que nadie viera como se reflejaba la pena en rostro. No podía recordar las fechas, ni siquiera la de mi cumpleaños o cuánto tiempo ha pasado. Nada. Todo se estaba esfumado con demasiada velocidad que me asustaba.

Me sentí fría, y sola.

Miré a lo lejos en busca de consuelo, pero lo que vi me desconcertó más. A dos cuadras, donde yo pensaba que seguía una hilera de edificios, al medio de ellos, uno desapareció de la nada. Se esfumó como si lo tomaran y lo arrancaran de la tierra. En el espacio que dejó, había una pista de cemento alumbrada con luces rectangulares a los extremos y un hombre vestido de manera muy extraña, estaba haciendo señas a un grupo de muchachos, también con ropas raras. Y les grite.

— ¡Hola! —Aunque les hiciera señas parecían no escucharme, ni siquiera miraban hacia donde estábamos — ¡Aquí, oigan!

—Lily, ¿Qué estás haciendo? —Haniel intento detenerme — ¿No crees que sería extraño para ellos, ver ángeles?

—Ni siquiera nos están mirando —Estudie el rostro de Haniel y parecía nerviosa, lo cual hizo que yo también sintiera pánico.

Cuando di la vuelta para seguir observando a las personas, ya habían desaparecido. Ya no estaban, en su lugar estaba el edificio que correspondía a la hilera. Haniel me tocó el hombro.

—Creo que deberías descansar —Ella intentaba calmar mi rostro de confusión, pero yo seguía mirando el edificio, jurando que vi a personas en una pista, en vez de la construcción —Estás cansada.

Le cobre la palabra, me aleje del lugar para mirar a Haniel directamente a los ojos.

—No me hables como si solo yo vi eso, como si estuviera loca o cansada —Ella sostuvo por un momento la mirada, luego, la bajó —Porque tú también los viste.

Escuche su suspiro y antes de ir a sentarme en alguna esquina, le mencione.

—Algo me estás escondiendo, Haniel. Y lo voy a descubrir.

Mientras caminaba sentía una furia dentro de mí, pero la guarde, no valía la pena soltarla cuando no sabía sobre lo que Haniel tenía a mis espaldas.

Me senté en el suelo con las piernas cruzadas. Observé a todos los ángeles que nos estaban apoyando y me di cuenta que no confiaba en ninguno de ellos, a excepción de Acatriel, pues para mí, era el único que había demostrado que nos quería ayudar.

Como si lo hubiera llamado, Acatriel se sentó a mi lado.

—Los ángeles están listo para tus ordenes —Su rostro se mostraba apacible y tranquila, no como el mío, que demostraba lo complicado que era para mí.

Un Ángel Sagrado © (LIBRO 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora