○ Capítulo 18 ○

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Estábamos agotadas, después de lo que sucedió en el 7 a.C pasamos unas tres vidas más, donde me vi con diferentes colores de cabello, con distinta actitud. Esta era en total, a la séptima vida que íbamos. Había visto muchas invenciones que jamás creería que podía haber notado. Que en su propio tiempo, fueron la tecnología más avanzada.

—No puedo creer que sean 28 vidas en total, recién vamos en la séptima —Le mencioné casi ahogada de tanto caminar.

Desde la última vida que habíamos visitado, habíamos estado caminando demasiado buscando la séptima reencarnación, pero no la encontrábamos. Aunque vagaba por mi mente el hecho de que no estaba recibiendo los recuerdos, ni de la vida de la época de Jesús, ni las he vinieron después, hasta ese momento. Nada. No había nada más en mi mente.

Tenía tan perdida la cabeza, que no me había dado cuenta en qué año estábamos.

—Haniel, ¿En qué año...? —Ella me detuvo cuando una tropa de soldados romanos pasaba por la calle principal del pueblo al que habíamos llegado. Llevábamos unos jorongos que tomamos de la época pasada. Aquello llamó la atención de uno de los guerreros.

El hombre se acercó a nosotras y sin ningún pudor nos examinó las ropas. Sin embargo su mirada recorrió cada parte del bosque que surgía desde atrás.

— ¿De dónde son? —Su voz era fría.

Ninguna respondió, no sabíamos qué decir.

— ¿De qué época vienen? —Susurró cuando se acercó más a nosotras. Ahogué un suspiro de miedo. Un escalofrío recorrió mi espalda. ¿Quién era él?

Opté por preguntar, pero antes de articular alguna palabra, el soldado se quitó el casco. Entonces, solté el aire que tenía retenido. Me di cuenta de que estábamos recibiendo ayuda desde siempre. Ahí estaba, lo mejor del día.

—Chris —Susurré.

Él sonrió mostrando una dentadura perfecta. ¿Nos reconocía?

Al parecer sí, porque nos hizo un movimiento con sus dedos sobre su boca, para que nos mantuviéramos calladas. Nos tomó de los hombros y volvimos a adentrarnos en el bosque.

— ¿Nos estás siguiendo? —Le pregunté cuando nos alejamos del pueblo.

Chris se rio.

—No, es solo que como existen las reencarnaciones, puedo acceder a todos las vidas que he vivido, incluidas las de mi futuro. No soy el Chris que tú conoces, soy un ángel sin tiempo definido —Lo entendía, aun así seguía siendo él —Aunque tengo en la memoria, que en el futuro, ya no soy un ángel.

—Sí, fuiste libre —Le sonreí. Él miró el cielo y sonrió.

—Que buena noticia —Susurró, saboreando la libertad de su otra persona.

De pronto surgió un silencio incómodo. Sin embargo, no porque dejamos de hablar, sino por la presencia humana de una mujer que corría por dónde estábamos. La muchacha, que tenía el rostro tapado por una tela, se paró en seco cuando nos vio. Rápidamente su mirada se posó en el soldado y sus ojos mostraron pánico.

La reencarnación de Chris se puso de pie, intentando calmar a la chica.

—No te haré daño, tranquila —Se sentía la desesperación en el aire.

La joven quería retroceder, pero al instante llegaron más militares que la detuvieron. Le quitaron el velo que traía. Ahí comprendí, porque no encontrábamos la reencarnación.

Ella estaba siendo perseguida por los soldados romanos. Se estaba intentando esconder, pero en ese momento, la habían atrapado.

Sus ojos azules pedían auxilio a gritos.

Un Ángel Sagrado © (LIBRO 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora