○ Capítulo 2 ○

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Había pensado en dejar de husmear en este mundo y proyectar una solitaria vida, de manera en la que pudiera descansar.

Pero no.

Era como si el destino no quisiera que yo lo hiciera, pareciera como si solo me quería para enfrentar todos sus problemas.

El periodo de salvadora terminó después de liberar a todos, ¿por qué querían que siguiera peleando? Además, ¿con algo que desconozco?, y lo peor, es que no entendía quién estaba detrás de todo esto.

Pero en lo profundo de mi mente, retumbaba la curiosidad. Y si buscando a esa persona, encontraba una manera de que los ángeles liberados volvieran a su época y perdieran esa inmortalidad.

¿Por qué tenía que ser una persona tan curiosa?

Si lo hacía, sería solo por buscar la felicidad de mis amigos y aquellos que salvamos.

—Está bien, lo haré —Susurré justo antes de sentir la brisa de la noche en la ventana de la cabaña.

Tenía que estar muy loca para hacer esto. Me puse de pie y caminé lentamente hacia la puerta. La abrí y encontré a la imagen de aquella chica.

—Buena decisión —Se acercó a mí y su imagen se mostró más clara, con la figura de la muchacha del sueño. Pelo negro, pestañas largas y piel pálida —Tus sueños que te atormentaron serán finalizados el día que me encuentres.

— ¿Sabías que tomaría esa elección? —Le pregunté dudosa.

Ella asintió.

— ¿Por qué?

—Ya lo sabrás, Sempi.

Y se desvaneció nuevamente, como si nada.

Suspiré pesadamente, me llamó Sempi, ¿Qué rayos era eso?

Comencé lentamente a preparar algunas cosas como provisiones y armas, aunque lo último no creía que fuera tan necesario, ya que no hay absolutamente nada que quiera atacarme. Bueno, nadie lo sabía.

Caminé hacia el centro de todo. Las montañas estaban más cerca, sin embargo, tenía alguna idea exacta de donde era el escondite de esa chica. En mi sueño, el cuerpo de esa joven estaba en una habitación de blanco, y lo único más claro que conocía en este mundo, era el enorme castillo de los ángeles mayores.

Pero la última vez que estuve allí, maté a algunos ángeles que faltaban ser liberados. Eso aún me recae en la conciencia. Pienso en sus rostros, en especial el de los niños. ¡Dios!, estaban asustados.

Intenté dejar ese pensamiento atrás... Miré el lugar en donde estaba la entrada del prado y fui a tocar el campo a mí alrededor, imaginando que detrás de ello, estaba Manny, esperándome y juntando su mano al unísono conmigo. Con lágrimas en los ojos, me alejé.

Caminé y mientras tanto, en mi mente figuraba todos los recuerdos con Manny, con Liam, Karen, con María Francisca, los buenos momentos, que posteriormente eran mitigados por los malos.

Emprendí mi camino hacia la montaña de los ángeles mayores, ahora estaba más cerca que antes, no iba a ser tan largo el trayecto.

Y así fue, el recorrido fue mucho más corto de lo que pensaba y tranquilo, no hubo nada distinto, solo hasta que llegue a la entrada de lo que una vez fue el castillo de los ángeles mayores. Sentí de inmediato una presencia extraña, algo que me atormentaba y me hacía sentir débil, sin embargo, no era malo, solo me molestaba en la cabeza, parecía demasiado misterioso. No era algo que sintiera antes, de las veces que estuve en ese lugar.

Y supe de inmediato que era ella, la chica que me estaba molestando, pero ¿dónde? no lo sabía, para eso supuestamente había ido, para buscarla, aun sabiendo que yo había liberado a todos que estaban allí.

— ¿Hola? ¿Hay alguien aquí? —Quería asegurarme de que no estaba loca y que estaba ahí por algo importante. En cierto sentido, no tenía nada que hacer, así que tenía tiempo de sobra.

Un sonido se escuchó proveniente de una sala muy lejana de la entrada del castillo, seguí el ruido hasta encontrarme con una habitación que no había visto en ninguna oportunidad anterior, era de un color extraño y familiar...

Era idéntica a una entrada en el callejón cercano al restaurante de Manny, era demasiado similar, si no fuera por la perilla, que era roja, diría que era la misma.

La abrí y me sorprendí de que por dentro era exactamente como en mi sueño, y sabía que era ridículo, pero sentí una fuerte sensación de que aquello fue una premonición.

Era una sala blanca y larga, como un comedor, sin mesas, lo diferente con el sueño, es que no había cuerpos aquí, sino que estaba casi completamente vacía, por excepción de la pequeña camilla al final de la habitación, envuelta en un pequeño campo de fuerza. Me acerque lento, hasta que llegue cerca y me di cuenta de que era la misma chica que me envió hasta allí, de cabello negro y piel blanca.

Parecía estar durmiendo, estaba demasiado tranquila.

Con curiosidad y un poco de miedo, toque el campo de fuerza muy despacio, pero fue eterno.

No pude creer lo que vi.

Al tocar aquella cosa, mi alrededor se transformó en una especie de viaje temporal espacial, no lo podía describir, pero vi el mundo, en su pasado, presente y futuro, desde el inicio de los tiempos hasta lo que parecía ser el final.

De pronto todo lo que vi, se convirtió en una esfera amarilla demasiado brillante, tanto que tuve que mantener los ojos cerrados. Eso disminuyó su tamaño hasta que todo entro en mí de una manera sorprendente, dolía, pero me sentía revivir.

Cuando lo que fuera que era eso, entro en mí por completo pude notar como el castillo a mi alrededor desaparecía, y dejaba a la vista todas las montañas y el prado, como si la estructura nunca hubiera existido, se sentía extraño, quisiera que mis amigos pudieran ver esto. Desde el día que llegue no me había sentido tan contenta por algo, como ahora.

De un momento a otro, sentí la sensación de haber encontrado algo que me faltaba hace mucho tiempo, como si hubiera hallado una parte de mí que sentía perdida.

Cuando fije la vista nuevamente en la niña en la camilla, me di cuenta de que el campo estaba desapareciendo, haciendo que el lugar, ya lleno de plantas en vez del castillo alrededor, estuviera más cálido.

La niña poco a poco comenzó a mover los dedos de las manos, esto una vez que la protección desapareció por completo. Luego de que sintió segura, empezó a abrir los ojos, se acostumbró a la poca luz del sitio.

—Hola, ¿Estás bien?, ¿Me escuchas? —Le intente hablar con el fin de ver si tenía alguna reacción. Su situación me causaba mucha curiosidad y quería saber las cosas con claridad.

De a poco fue intentando articular palabra y una vez que se levantó un poco, me miró directo a los ojos y dijo:

—Eres tú, Sempi —Y sonrió.

Un Ángel Sagrado © (LIBRO 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora