○ Capítulo 30 ○

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Corrí hacia la plaza principal, la cual era como una rotonda. No me sirvió de mucho, porque los demonios estaban por todos lados.

— ¡Lily! —Gritó Luzbel con ímpetu —Busca a la chica, nosotros los detendremos.

¡No! No quería hacerlo. Eso significaba dejarlos a la merced del peligro y yo no era capaz de abandonar a mis amigos.

—No, no me iré sin ustedes —Dije y al instante dispare un rayo de luz contra un demonio a la derecha. Me impresioné ante la capacidad de moverme y usar mis poderes sin dificultad.

Todo el delirio y el suspenso habían servido de algo.

Una horda se aproximaba desde un extremo de la plaza y armé un campo protector para defendernos. Haniel por su parte lanzaba su parte de los poderes hacia los enemigos y Luzbel, explotaba unos hechizos oscuros que yo no conocía.

—Deberíamos caminar, el campo no les permitirá cruzar —Dijo Haniel.

—Creo que ya están entrando —Susurré apuntando a una de esas masas que se estaba abriendo paso entre el pequeño campo que había hecho.

— ¡Maldición! —Exclamó Luzbel —Vamos a tener que pelear.

Dicho y hecho, desde una niebla oscura y en una rapidez alucinante, sacó una espada de color negro. Haniel hizo lo mismo con unas dagas. La miré sorprendida.

— ¿Sabes pelear? —Le dije.

Ella se enderezó y me observó con una mirada incrédula.

—Por supuesto —Sonrió — ¿Y tú?

Antes de poder responder se lanzó contra un demonio que cruzó el campo, lo atacó dejando que su sangre negra corriera por el camino. Luzbel también se arrojó hacia un grupo. Yo por el contrario me paralicé.

Me quedé estancada en una muralla mirando y pensando en qué hacer.

— ¡Lily! —Gritó Haniel.

Suspiré un instante y respire tres veces antes de armarme de valor.

Prendí mis manos en llamas lanzando fuego a la mayoría de demonios mientras me acercaba a los muchachos. Una de las criaturas se acercaba a una joven que quería escapar de allí, por lo que levanté una pequeña muralla de tierra y la manipulé hasta que dio con los pies del engendro. Se dio vuelta hasta caer, en el momento en que armaba un arco y una flecha para disparar.

Le di a la cabeza.

La joven me miró asustada, otro muchacho que estaba por allí la ayudó a levantarse.

—Eres como avatar —Susurró asombrado.

Fruncí el ceño ante su oración y me sorprendí a mí misma riendo por lo que había dicho. Se refería a ese avatar.

— ¡Cuidado! —Vociferó la chica aún en el suelo.

Me di vuelta al momento en que otro demonio me asestaba un golpe en la cara tirándome al suelo. El dolor fue grande, porque su cuerpo era caliente. Sentí mi boca llenarse con algo metálico y lo escupí.

El muy infeliz me había roto la boca.

Me levanté lentamente y le lancé un puñetazo. Me dolió más a mí, pero no podía detenerme. Él retrocedió tambaleándose, instante en el que aproveché de tirarle agua usando mis poderes. La criatura quedó como una simple masa seca en el suelo.

Claro, el agua los paraba.

Miré a los muchachos que aún seguían ahí.

—Váyanse, lejos —Mencioné.

Un Ángel Sagrado © (LIBRO 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora