Tercer ramo

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—Rápido, toma tu desayuno, te guardé un poco de jugo para después.
—Gracias, me voy ya, a penas y me da tiempo de llegar al aeropuerto.
—Cuídate mucho Ash… este… ¿me das un beso?
—¿Qué?
—Es que casi no me besas y eso…
—Es muy vergonzoso… Cuídate, te llamaré cuando llegue, adiós.
—Ash…— su marido se retiro a prisa y Eiji se sentía completamente ignorado.

Suspiró y arregló sus cosas para salir. Justo al salir de casa se topó con el chico de las flores.

—Okumura Eiji, le envían estas flores.
—¿De nuevo?
—Si, permiso.
—Oye— tomó al chico del brazo y le sostuvo fuertemente— Dime quién te envía, necesito saberlo.
—Es que el señor no quiere que sepa quién es, quiere mantenerlo anónimo.
—Ya veo…— le soltó y el chico le sonrió y salio corriendo.

Regresó a su apartamento y colocó las flores en agua. Tomo la nota en sus manos y procedió a leerla:

«Las noches son largas e inmensas entre las estrellas. De entre todas ellas te juro por Dios, que ningún lucero brilla tan radiante y hermoso como lo es el lucero de tus ojos.
Querido Eiji, ¿puedo llamarte así? No puedo dejar de pensar cada noche en ti, en tu sonrisa, tus cabellos cortos y desarreglados callendo por tus ojos grandes y delicados, y en tu boca… que quiero robarle un beso, que seguro sabría a la gloria.
Con este ramo te envío mi corazón, esperando que tengas un día hermoso y maravilloso, así como lo eres tú.

Atentamente, tu amante secreto»

Eiji sonrió con tales palabras y una lágrima cayó sobre la carta. La guardó en su chaqueta y se tiró a llorar.

 La guardó en su chaqueta y se tiró a llorar

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—Es todo, gracias por el esfuerzo.
—Buen trabajo a todos. Eiji, ¿que harás esta noche?
—Iré a casa.
—Pero es tu cumpleaños, ven, te invito a cenar.
—Shorter, lo agradezco mucho pero no tengo ganas— dijo decaído.
—¿Es Ash verdad? Ese idiota…
—Me siento confundido. Hay alguien que me quiere con locura y con quien vivo cada día se vuelve más distante.
—Creo que es normal, mira, a Ash le han ascendido, tiene un cargo más difícil y debe esforzarse más.
—Lo sé, pero ¿y yo? Ya no tiene tiempo para mi… solo se la vive trabajando y… lo extraño mucho, me siento solo.
—¿Y que hay de, ya sabes, ese tipo de las cartas?
—Ja… odio admitirlo pero… cada semana me envía una carta y violetas y cuando eso pasa… me siento feliz.
—Eiji, ¿te estás enamorando de ese tipo?
—No lo sé… pero lo único seguro es que cuando recibo esas flores y leo sus versos… me siento como un adolescente de nuevo.
—Diablos… creo que si estás sintiendo algo.
—No sé si es la ilusión, la espera de leer sus sentimientos en esas cartas, pero, realmente me hace feliz, me da un motivo para quererme un poco más, me da confianza, ternura y calidez. No lo conozco, no se quien es, pero, le estoy agradecido por hacerme feliz un día.
—Eiji…— Shorter se echo a llorar.
—¡NO LLORES SHORTER, PENSARÁN QUE SOY UN MAL JEFE!
—¡QUIERO PATEARLE EL TRASERO A ASH POR DEJARTE SOLO!

Eiji rió y salieron de la compañía, cada quién tomó su camino y Eiji entro al edificio de apartamentos.

Caminando por las escaleras se topó con un hombre bastante apuesto, alto y de cabellos largos.

—Buenas noches Eiji.
—¿He?

El hombre se retiró y bajó las escaleras, Eiji se sentía abrumado, ¿Como ese hombre lo conocía? Nunca le había visto.

Caminó pues hasta su casa y abrió la puerta, sus ojos no podían dar crédito a lo que veían; toda la sala estaba repleta de violetas, había una única nota al centro:

«Te envío 29 ramos, uno por cada año que has cumplido y en cada ellos un beso, que quiero darte cada día de mi vida. Feliz cumpleaños.

Atentamente, tu amante secreto

Eiji salio corriendo en busca de aquel hombre, bajo por las escaleras hasta llegar a la acera.
Miró en todas las direcciones pero no lo vio, algo dentro de su corazón le inquietaba, ¿sería que ese hombre era quien le enviaba las notas?

Mi amante, mi amor secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora