*-- Día 2--*

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Compartiendo comida: ¡Antes aliados que muertos de hambre!

Aclaratoria: Relato ubicado en el universo del anterior.

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14 horas, 34 minutos y 1777 segundos; eso era el equivalente al hambre que había aguantado, un día de excursión a las fuera de la ciudad era justo lo que necesitaba el equipo para fortalecer los lazos de amistad.

La adrenalina a mil, momentos tensos, la vida salvaje... ¡Era en momentos difíciles que la amistad entre hombres se fortalecía!

Entonces, explíquenle que hacia ella ahí. Ah claro, ya se acodaba.

―Páez, necesito que tu flacuchento trasero se mueva. Así es más rápido― María arrugó la cara, flacuchento trasero ese quién se creía.

Con la cara empapada de sudor y tierra llego a la cima de la empinada colina que le había tocado recorrer por tercera vez.

― Mierda, no aguanto más―Se dejó caer al piso, cansada y muerta de hambre.

El equipo de beisbol ante la proximidad de las fechas de juegos, habían sido sometido a un entrenamiento grupal donde tanto novatos como profesionales perteneciente al equipo, estrecharían sus lazos para un mayor desempeño. Por eso Mario Páez, o sea ella, tenía que someterse al rudo entrenamiento para quedar como miembro fijo del equipo.

Escuchen bien; acá el individualismo nos los llevara a nada. En un equipo cada miembro es fundamental. Si su compañero falla ustedes también lo hacen. ¡Por lo tanto, hasta que no vean a sus compañeros como partes fundamental de ustedes mismos! Olvídense del campeonato. Les tocara volver a casa, señoritas

Esa habían sido las claras palabras del entrenador a penas poner un pie en ese campamento. Una semana para cumplir con estos entrenamientos, y los juegos serian suyos.

Surcó una sonrisa satisfecha ante su resultado, había sido una de las primeras personas en llegar. Por lo que un preciado premio le esperaba. Por chuchito, la idea de degustar algo de verdadera comida traía consigo la felicidad. Desde, cuándo no comía bien. Si los tenían puro a pan y agua.

María tomó con anhelo la comida que le entregaron, aquello, justo ahí , era eso que la gente llama felicidad...

―Hello Ma-ri-o, tardaste mucho. 

...que se fue a la mierda. Alfred movió su mano saludándola, estaba de piernas cruzada sobre el piso a unos cuantos paso observándola. El rastro de tierra y los cabellos desordenados afirmaban que él también había hecho el recorrido que ella cumplió para llegar.

―No te basta con el equipo de futbol americano, sino que también tienes que estar de ladilla aquí― Habló destapando la lonchera de comida.― ¿Qué clase de mala broma es esta? ― Vociferó enfadada, se sintió timada. Dentro del lunch no había más que un pedazo de pan y agua. ¿Qué paso con su comida? ¡Hizo tanto para nada!

― ¿Sí quieres compartimos?― Volteó a ver a Alfred, que le mostraba lo que le tocó, un paquete de carne seca.

―¿Enserio te tocó eso ? Acaso quieren que nos dé un desmayo. ¡Tenemos que comer bien!― Se hizo a un lado para que el chico se sentara. Ella tenía hambre.

― Tal vez es parte del entrenamiento― Dijo Jones recibiendo un pedazo del pan que le extendían― Así nos obligan a compartir. ¿No crees, Mario?―Le sonrió al chico, bueno chica.

― No le digas a nadie que sí quiera compartimos comida ¿Escuchaste?― Dijo María pensando en su reputación, se suponían que no se llevaban bien.

― Okey, tu secreto está a salvo conmigo― María alzó la cejas, era idea suya o eso había sonado como mensaje subliminal. Negó, el hambre le estaba haciendo alucinar.

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Hey, creo que voy un poquito atrasada. No es mi culpa es el inter. Y pos Gracias a aquellos que leen estas locuras mias. Los quiero :3

Él y yo;  yo y ¿Él? | Week²⁰²⁰ UsaVene  《Latin Hetalia》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora