Me alejé de aquel majestuoso árbol y saqué rápidamente mi teléfono para capturarlo en una foto. No podía no hacerlo. Por un asunto de costumbre, con este aparato me sentía menos cómoda que con mi cámara por lo que posicionarme para encontrar el ángulo adecuado me costó más de lo usual, lo logré colocándome en cuclillas junto a otro árbol de tamaño mediano. Tomé la fotografía y cuando me empecé a enderezar tropecé con las raíces sobresalientes de la tierra, cayendo en el pavimento.
Maldije para mis adentros y me levanté con muy poca delicadeza, hasta que sentí un dolor punzante en mi tobillo derecho. Cuando apoyé este pie me di cuenta de que no podía dar más de dos pasos sin que pequeñas lágrimas se asomaran por las comisuras de mis ojos, indicando el gran dolor que me causaba, por lo que me dirigí dando pequeños saltitos hasta una banca que estaba cerca, me senté mientras rápidamente les avisé a mis padres lo que había pasado y que necesitaba ayuda de forma urgente.
Al menos no me podían reclamar que había salido, ya que, estaba emprendiendo el camino de regreso a casa del colegio, el cual debía hacer sí o sí. Pero yo me reclamé a mí misma el dejarme llevar por la emoción de tomar una fotografía y no fijarme en el lugar donde la estaba tomando, aunque, y lo peor, es que no era la primera vez que me había caído por estar en esta misma situación.
— Es un esguince de segundo grado. —dijo el doctor y nos mostró una receta médica que indicaba el nombre de algunos analgésicos. — No deberías tener mayores complicaciones, pero tenés que usar una venda elástica y muletas.
El hombre de piel pálida continuó nombrando especificaciones sobre el esguince, pero yo ya me había deslindado de dicha conversación hace un rato y después de salir del consultorio solo atiné a decir gracias con una voz tan tenue que dudo que el doctor me haya escuchado.
Podía notar que tanto mi padre como mi madre estaban algo molestos conmigo, tal vez se debía a que, por mi torpeza, tendrían que considerar posponer su viaje anual a Córdoba por su aniversario de bodas para cuidarme.
Entre el trayecto transcurrido para comprar las cosas que necesitaría e ir a nuestra casa, no me dijeron palabra alguna y yo tampoco es que tenía muchas ganas de hablar, de todas formas seguro nos emboscaríamos en una discusión, y, como siempre, terminaría perdiendo. Mi padre me ayudó a bajarme del auto y me llevó hasta mi habitación, en donde por fin me dirigió la mirada y se sentó en el borde de mi cama.
— ¿Cómo estás? —preguntó, y por fin noté algunos tonos cálidos en su voz, no como las últimas veces, en las que la frialdad con la que se dirigía hacia mí me hacía estremecer.
— Ya no me duele tanto. —mencioné sin darle mucha importancia.
— Me refiero a vos, ¿te sentís bien?
No sabía qué decir, últimamente la relación con mis padres estaba bastante fracturada, creo que aún no les podía perdonar lo de Valeria. La herida de este suceso no había cicatrizado nada, menos se sentía de esa forma en los momentos en los que más la quería tener aquí a mi lado, como ahora.
— ¿Alba?
Una mano moviéndose al frente de mis ojos me sacó del trance.
— Necesito que me contés si te pasa algo, en serio tu mamá y yo estamos preocupados por vos.
— Estoy bien, pá, te lo prometo. —sonreí de soslayo, aunque mi voz y mi gesto no se vieron muy convincentes. — Ahora tienen que preocuparse por su viaje de aniversario.
— Mientras vos estés así —dijo señalando mi tobillo esguinzado— no te podemos dejar sola.
Vino a mi mente una idea, que rogaba con todas mis fuerzas que fuera tomada en cuenta. Si así sucedía, podría tener al fin un poco más de paz.
— ¿Y si me quedo en lo de mi tío Luis?
Mi papá me dedicó una mirada de sé lo que estás haciendo, pero aún así asintió y tras decir un lo pensaré se retiró de la habitación.
(N/a)
Lo siento por el relleno, prometo que se va a venir algo mucho más interesante para el próximo capitulo👀
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why ; replik
Fanfiction[conozco a una chica, ella es como una maldición, los dos nos queremos, ninguno va a admitirlo primero]