Once.

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Con desesperación me pasé las manos por la cabeza, no entendía qué había pasado y ya me estaba preocupando, miro nuevamente el teléfono para ver que aquel chat seguía igual que los días anteriores, sin ninguna respuesta.

Había decidido no llamarla, diciéndome a mí mismo que tal vez necesitaba tiempo, cosa que tenía sentido, ya que estos meses había estado actuando como un gil. El problema es que no era algo de lo que tuviera absoluto control, no podía controlar el miedo que sentía. Miedo por estar hasta las manos por Alba, miedo por cagarla, miedo por no ser suficiente.

Ella era literalmente un sol, podría observarla durante horas y nunca me cansaría, su simple presencia me desinhibía, no necesitaba usar ninguna de las muchas máscaras que había construido para mí. Alba no merecía tener a un pelotudo inseguro como yo a su lado, pero no me daban los huevos para dejarla ir, y en el fondo sabía que no quería hacerlo.

Tras unas horas de una lectura poco provechosa, me levanté del sillón y decidí de una vez por todas marcar su número. Era tarde pero seguro, supongo.

Tras unos tres pitidos, atendió. Mi corazón se aceleró vertiginosamente, y las palmas de mis manos comenzaron a humedecerse. Aún así me armé de valor y no traté de que se notaran los nervios.

— Alba, necesito hablar con vos, ¿puedo ir a tu casa?

Las palabras salieron muy rápido de mi boca, casi atropelladamente, y ella pareció tomarse un tiempo para procesarlo. Tras dar un largo suspiro, dijo que me pasaría la dirección por mensaje, y colgó.

Apenas llegó dicho mensaje salí casi corriendo de mi casa, no tenía muy claro qué le iba a decir, pero sabía que ambos nos debíamos una charla profunda sobre lo que iba a pasar con nosotros.

"Calmate y respirá" me dije internamente mientras llegaba a la dirección que me había enviado Alba. Me extrañó que no fuera su casa.

Toqué la puerta un par de veces hasta que se abrió, dejándome ver a la chica que me tenía en las nubes, con muletas y una cara que denotaba mucho cansancio. Se me formó un nudo en la garganta al ver su mirada más apagada, no como solían brillar aquellos ojos café cuando conectaban con los míos.

Antes de que pudiera siquiera decir algo, la abracé con fuerza, haciendo que sus muletas cayeran al suelo y que su único sostén fuera mi cuerpo y su pierna izquierda. Ella escondió su cara en mi pecho y empezó a sollozar ligeramente mi nombre, verla así me causaba un dolor inmenso.

Acaricié su espalda con suavidad y la ayudé a ir hasta el salón, en donde continuamos el abrazo sentados en el sofá.

No quería romper el silencio que se había prolongado, pero sentía que debía decir algo, ya que mi excusa para venir es que necesitaba hablar con ella. Aclaré mi garganta y rápidamente sus ojos se posaron en mí, por un momento me perdí en ellos, la había extrañado mucho.

"Manuel, concentrate"

Me dispuse a hablar, pero antes de que saliera palabra alguna de mi boca, Alba se acercó peligrosamente y unió nuestros labios en un desesperado beso, este expresaba más de lo que podíamos con palabras. En ese momento nada más que ella y yo importábamos.

Nunca nos habíamos dejado llevar tanto, no más que cortos besos o caricias, más bien inocentes, era lo que habíamos compartido. Sin embargo, ese día estos se habían tornado mucho más pasionales y, si no fuera por la incomodidad que le generaba el tobillo lastimado a Alba, no sé hasta qué punto habríamos llegado.

— No sabés lo mucho que necesitaba esto. —murmuró mientras acurrucaba su cara en mi cuello. Apreté mi agarre y deposité un beso en su cabeza. 

Estaba pensando en qué palabras podía escoger para expresar de la mejor manera lo que ella provocaba en mí, se me hacía complicado.

Cuando escuchamos el ruido de la puerta abrirse ambos nos sobresaltamos. Me dí cuenta de que en realidad Alba no me había contado de quién era esa casa, pero al ver la figura de un hombre alto y con una expresión jovial en el rostro, asomado por la entrada de la sala, supuse que se trataba de su tío Luis, del que tanto me había hablado, y al cual debía agradecerle el llevarla a las jornadas de la FMS, de otra forma seguramente nuestros caminos no se hubiesen cruzado. Sentí un escalofrío de solo pensarlo.

Me dio mucha vergüenza toda esta situación, pero al parecer al tío de Alba no le molestó en ningún momento, fue bastante amable conmigo. 

"— Manuel, gracias por venir a visitarla a Alba, ella me ha hablado mucho de vos."

Fue lo primero que me dijo y no supe qué contestar. Alba le había hablado de mí a su tío. 

Definitivamente era el momento de arreglar todo lo que había hecho.

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⏰ Última actualización: Sep 04, 2020 ⏰

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