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-¿Pasó algo? -preguntó apenas llegó a su lado, tenía las manos hechas puños dentro de los bolsillos de su pantalón, su ánimo había decaído al igual que las ganas que tenía de festejar el término de su evaluación mensual.

El primero en reaccionar fue su padre, quien se cruzó de brazos adoptando una postura mucho más amenazante y peligrosa, aquella mirada era típica del hombre, cejas y ojos relajados pero como si estuviera a punto de burlarse de cada una de las fallas que pudiese encontrar. Changbin odiaba sentirse intimidado.

-¿No vas a saludar? -siseó dando un paso adelante pero sin descuidar su altanera imagen- viajamos desde lejos a ver tu actuación, al menos demuestra algo de respeto si es que aún mantienes los modales.

El menor resopló con evidente molestia al mismo tiempo que ponía los ojos en blanco. No, no tenía modales si se trataba de soportar a sus padres.

-Hola, ¿Qué tal el viaje? -fingió interés mostrando una falsa sonrisa- supongo que no vinieron para felicitarme.

La mujer que hasta ese momento se había mantenido al margen ya no pudo aguantar las ganas que tenía de abrir la boca, se le notaba de lejos el resentimiento y decepción que sentía por su hijo, pero eso no era lo peor, sino que para ella, aún existía la posibilidad de sacar a Changbin de aquel ambiente, en su mente tenía la determinación de que si se esforzaba era capaz de llevarlo de vuelta a la vida que solían tener.

-¿Piensas seguir con esto? -preguntó apuntando el escenario vacío, la multitud se había dispersado y las pocas personas que quedaban en el lugar no les prestaban atención- es ridículo, Changbin, no serás capaz de mantenerte por mucho tiempo, solamente te haces daño y ensucias el nombre de tu familia -respiró agitada- mírate, me das vergüenza.

-Esa es una extraña forma de expresar cariño, mamá -se burló a punto de retirarse, no estaba de humor para aguantar las mismas frases de siempre- si eso es todo ya pueden irse, me harían un gran favor.

Su padre lo agarró del hombro para que se quedara quieto.

-Hemos soportado que decidieras ir de vago con todo esto de la música, pero otra cosa muy diferente es que te expongas así en frente de toda esta gente -susurró escupiendo cada palabra con rabia- ¿Ese chico con el cual te frotabas bailando es tu nuevo novio? -rió amargamente- tuve la pequeña esperanza de que recapacitaras cuando nos presentaste a Yangmi, pero veo que para tí nada de lo que te digamos importa.

El pelinegro cerró los ojos buscando paz en su interior, tenía unas ganas gigantes de gritarles pero no iba a caer tan bajo, no desperdiciaría su energía en algo que no valía la pena, sus padres no iban a cambiar su forma de pensar ni de ver la vida aunque les gritara durante horas, ellos eran inflexibles en todo sentido y además de eso no medían consecuencias a la hora de echarle en cara sus supuestos errores, no se preocupaban de lo feo que eso pudiese sentirse o de lo mucho que dañaría su corazón, nunca habían escatimado en descalificaciones o insultos cuando decidían regañarle y estaba harto. De pronto algo en su cerebro se encendió y lo vio, pudo entender que todas sus pesadillas y ansiedades estaban ligadas a la desaprobación de sus padres, pero ¿Qué demonios le importaba? No vivía con ellos y no debía depender de su permiso para hacer su vida, tenía la suficiente edad como para tomar sus propias decisiones, hace bastante tiempo que había superado los dieciocho años y ahora cargando más de veinte encima le parecía una ridiculez el hecho de ofenderse si quiera por tan vacías palabras.

-No es asunto tuyo -dijo levantando el mentón y mirándole directo a los ojos- si les averguenzo entonces no me visiten más, si ensucio el nombre de la familia entonces dejen de recordarme o intentar cambiarme, simplemente déjenme aquí, no les pido dinero, no les pido que me cuiden o que me entreguen amor, eso ya no es un problema para mí, hace años que me las arreglo solo.

SHADOW | changjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora