Capítulo 12

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-¿Les gustaría que les enseñe el arte del ninjutsu?, con esto podrán ser más dedicadas de lo que ya son, más disciplinadas, más hábiles, más veloces, más fuertes pero sobre todo podrán defenderse a ustedes mismas y a su familia si es necesario, su vida se transformará, aprenderán muchas cosas a su tiempo, podrán superarse poco a poco, se harán más poderosas y peligrosas, claro del lado del bien, como mis hijos. Pude ver en ustedes la capacidad de aprender y mejorar rápidamente ahora más que sé sobre su historia aunque eso no significa que en unos momentos no les daré un entrenamiento fuerte, trabajarán duro, se agotarán pero valdrá la pena, solamente necesito que hagan lo que les diga y que den lo mejor de cada una... ahora que saben esto... ¿aceptan la propuesta?-. Las chicas dibujaron una sonrisa de oreja a oreja, ésa propuesta es muy muy muy atractiva y en verdad les gustaría aprender ninjutsu, tal vez sería una buena oportunidad y se volverían casi invencibles. Se voltearon a ver entre ellas muy emocionadas y Abril no paraba de asentir desesperadamente.
-¡Claro que sí!-. Contestaron todas al unísono y la pelirroja se encontraba más que feliz ya que iba a tener compañeras humanas en el entrenamiento.
-Muy bien, cuando quieran entrenar vienen al dojo, aquí siempre será su entrenamiento-. Aclaró Splinter.- Abril me ayudará, les enseñará los movimientos básicos y cuando los dominen entrenarán conmigo, pueden irse-. La pelirroja hizo una reverencia a su maestro en acuerdo, las chicas la imitaron y se fueron charlando con algunos grititos de emoción lo cual hizo que Splinter hiciera una pequeña sonrisa entrando a su recamara para meditar.

Al salir del dojo, las chicas se percataron que nadie estaba en la sala, por lo que decidieron dar saltitos, grititos, reían, en fin, su emoción era infinita. Unos segundos después, las tortugas escucharon el pequeño relajo y fueron a ver qué pasaba.

Los cuatro ninjas entraron a la sala al mismo tiempo, miraron a las chicas detenidamente con los ojos abiertos y una pequeña sonrisa en sus rostros, pensaban que había una amenaza cerca pero no era así, suspiraron de alivio.

Sumergidas en su propio mundo, las futuras kunoichis no se habían percatado de la presencia de los mutantes, unos segundos después se dieron cuenta y formaron una fila mirando hacia ellos, llevaron sus manos a sus espaldas y mostraron sus blancos dientes.

-¿Algo que decir?-. Inició Rafael recargado en la pared con una sonrisa y una ceja enarcada.
-¿Por qué preguntas?-. Dijo Gina sin responder a la pregunta.
-Es obvio que algo bueno pasa aquí, parecían ranitas saltando de un lado a otro-. Habló Miguel Ángel.
-Oh-. Rió Yeiny.- Es que...
-El Maestro Splinter...
-Nos va a...
-¡Entrenar!-. Terminó Elsa.
-¡Es algo increíble! ¿No lo creen?-. Opinó Abril
-¡Wow! Son muchas cosas buenas en éste día-. Exclamó Mikey
-¡Asombroso!-. Se unió Leonardo.
-¡Bien hecho!-. Dijo Rafa levantando el pulgar, aunque su rostro expresara que no estuviera muy contento por dentro estaba saltando de alegría, tenía varios amigos humanos.
-¡Súper!-. Añadió Donatello.
-Lo sabemos, ¡por fin voy a retomar mi entrenamiento!-. Mencionó Gina.
-Al igual que yo-. Manifestó Alex.
-¿Y cuándo empezarán a entrenar?-. Preguntó el más temperamental.
-Estábamos pensando después de estudiar
-¿Van todas a la misma escuela?-. Preguntó Leo y las chicas asintieron divertidas.
-Entonces ¿qué hacían ustedes mientras perseguían a Casey, Elsa y Abril?-. Cuestionó el inteligente dirigiéndose a Alex y Gina.
-Está claro que fueron a comprar pizza, ¿a quién no se le antoja una después del estrés que pasas en la escuela?-. Intervino Mikey.
-No- Alex rió-. Yo fui al Starbucks porque no me gusta lo que dan en la cafetería, así que me salí por la puerta de ruta de evacuación del gimnasio que por suerte la encontré abierta, fui a comprar y de regreso encontré a las dos kunoichis a punto de hacerle daño a Elsa y Abril
-Yo salí antes del receso por la puerta del gimnasio y la dejé abierta para cuando volviera, fui a dejarle el lonche a mi hermanito ya que no se lo pude dar en la mañana, cuando me regresaba me topé con las dos kunoichis peleando, tuve que intervenir para que nadie saliera lastimado-. Explicó Gina.
-Lograste salir del salón diciendo que tenías que ir al baño, ¿cierto?-. Preguntó Yeiny.
-Así es-. Contestó Gina soltando una risita, su mentira había sido descubierta.
-Todos dicen eso-. Bromeó Elsa.
-Entonces tu utilizaste la puerta y es por eso que yo la encontré abierta... ¿Cómo pudiste abrir? Siempre tiene seguro-.
-Los maestros de Educación Física colocan la llave en el botiquín de primeros auxilios del cuarto de materiales deportivos-. Informó Regina.
-Oh... ellas salen por una puerta y nosotros por los conductos de ventilación-. Dijo Elsa con ironía recordando su pequeña aventura de hace dos horas y haciendo que todos rieran.
-Suele pasar, ya saben para la próxima... ¡¿Qué hora es?¡-. Exclamó de repente Gina volteando a todos lados para ver quien contestaba primero a su pregunta mientras ellos se calmaban por el susto que le dio el grito de su amiga. Elsa fue la primera en sacar su ¡Phone.
-Es la una treinta.
-¡Oh, no!, me tengo que ir ¡Nos vemos mañana chicos!-. Abandonó el hogar de las tortugas no sin antes mover la mano de lado a lado y escuchar las voces de sus amigos "¡Recuerda... todo esto... es un secreto!".
-¿Qué hará para tener toda esa urgencia?-. Preguntó Donnie viendo como Gina se desaparecía poco a poco en la oscuridad.

Las otras chicas se quedaron y charlaron con sus nuevos amigos, se llevaron muy bien y empezaban a encariñarse unos con otros como Alex quien se percató que los mutantes la aceptaron sin problema, muy diferente a como se sentía en Japón en el orfanato, los quería casi como a unos hermanos.

Después de una hora, las jóvenes recordaron que todavía quedaba tarea por hacer y no era poca, le dijeron a los adolescentes, ellos entendieron y se despidieron.

Las chicas, guiadas por Abril, llegaron hasta la superficie donde se separaron rumbo a su casa, desde ahí sabían que su vida acababa de cambiar, no todo lo que habían conocido antes lo iban a tener, en especial por las experiencias que Abril misma contó, se limitaron a pensar que era un cambio bueno y que les aguardaba una nueva vida.

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