Capítulo 11

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Cada adolescente se dirigió a hacer lo que más se les apetecía sin darle demasiada importancia al asunto, se miraron entre ellos y se encogieron de hombros, las tortugas habían terminado su entrenamiento de la mañana y tenían toda la tarde libre hasta la noche para llevar acabo el patrullaje nocturno, como todas las noches. Miguel Ángel fue a la cocina para tratar de cocinar su pizza favorita, Rafael se encaminó al sillón de la sala a alimentar a su tortuga mascota llamada Spike, Donatello se quedó en su laboratorio para dedicarse a sus proyectos, a Casey se le hizo muy fácil ir a divertirse obre sus patines encima de las vías del metro subterráneo y Leonardo se dirigió a su recamara donde se recostó a mirar al techo para tratar de despejar su mente pero se le hizo imposible dejar de pensar en cómo fue que Yeiny había adivinado su nombre, fue algo que simplemente quedó atrapado en la cabeza del joven, la apariencia y las virtudes de la chica acompañaron sus pensamientos, incluso su relación con ella, ahora eran conocidos, después se haría su amigo pero algo más allá de la amistad sería una estupidez, o al menos así lo pensaba Leo, si fueran algo más, lo cual no ocurriría, ella siempre estaría en problemas mencionando el riesgo de muerte. No. Él no podría permitir que algo le pasara. Alejó los pensamientos que creía tontos y se plantó a sí mismo una meta: Proteger a sus amigos y era obvio que pondría más atención a Yeiny.

Decidido y motivado, se puso de pie y se dirigió a la sala a esperar a las chicas para luego formar una relación con ellas.

La incertidumbre en el dojo mataba a las adolescentes que fueron solicitadas por Hamato Yoshi quien hizo que se hincaran frente a él en una línea recta. Preguntas como ¿Qué nos dirá?, ¿Por qué nos lleva acá?, ¿Qué hicimos? Y muchas más asaltaban la cabeza de las jóvenes a cada instante mientras miraban al sensei y entre ellas mismas, hacían señas y gestos pero siempre en completo silencio, se enderezaron y miraron fijamente a Splinter cuando terminó de acomodar un pequeño estante y comenzó a hablar.

-Se preguntarán porque las traje aquí, ¿no es así?-. Las chicas sólo pudieron sonreír.- Eso creí-. Continuó regresando la sonrisa.- Me he percatado de unos detalles muy importantes, dones precisamente-. Acarició su barba y miró con gesto neutro a un punto fijo de la habitación.- Primero tú Alex, por lo que me informaron, tuviste una pelea con unas kunoichis entrenadas para asesinar y no tuviste tantas complicaciones, tuviste que tener mucho equilibrio, velocidad, fuerza y saber maniobrar bien las armas, para controlar tener todo bajo control, ¿cómo fue que aprendiste a hacerlo?-. Al ver que se trataba de una situación que no tenía que ver con regaños o amenazas o intentos asesinos, las chicas dieron un suspiro silencioso de alivio, sin embargo tener que contar algo sobre ellas lucía un poco incómodo tratándose de una charla con un mutante. Alex titubeó un segundo analizando la situación y finalmente decidió poner la confianza necesaria para continuar la plática.

Mencionó que había nacido en Japón con descendencia americana, huérfana desde los dos años, vivía en un orfanato y la única amiga que tenía era la señora Shin que hacía el aseo en el edificio quien después la ayudó a escapar pues el trato que les daban a los niños en ese lugar era espantoso, Japón tiene reglas muy estrictas. Con ayuda de Shin, tuvo que mudarse a los siete años a otro país ya que la perseguirían si notaban su ausencia, eligió Estados Unidos y cayó en manos de Sonia quien la adoptó y ha vivido con ella ocho buenos años. Aún sigue practicando de los siete años que Shin le brindó sobre ninjutsu y de vez en cuando sale por las noches cubierta del rostro a buscar si alguien necesita su ayuda, con los dragones púrpura por ejemplo.

-Interesante, ahora Elsa, también participaste en una pelea, ¿cómo fue que ocurrió eso?
-Bueno, yo tengo una habilidad de aprenderme muchas cosas y hacerlas lo mejor posible, es por eso que, sin presumir, tengo calificaciones perfectas y no tengo problemas para hacer otra cosa, como bailarina profesional, donde puedo memorizar muchos pasos rápidamente, tener agilidad y coordinación, creo que eso pasó con la espada después de ver la pelea-. Explicó Elsa.
-De acuerdo, ¿y tú que me dices Regina?-. Cuestionó el maestro.
-Pues yo no tengo mucho que decir sólo que viví en Japón unos cuantos años donde me dieron un entrenamiento "profesional" y después me mudé a Nueva York- Concluyó rápidamente dando una sonrisa gigante y nerviosa lo que provocó que Splinter la mirara con los ojos entrecerrados casi simulando ver sus pensamientos para cerciorarse si necesitaba saber más, no obstante no se concentró mucho en ese tema y siguió como si no hubiera pasado nada.
-Bien, y por último Yeiny ¿me puedes contar más sobre tu don?-. Preguntó Splinter.
-Claro-. Yeiny pensó por un momento no muy largo.- La verdad, no sé, sólo siento un escalofrío en mi cuerpo, después como que mi corazón se acelera y volteo al lado donde se supone que está el peligro por instinto, aunque eso de presentir es muy definido ya que la mayoría de las veces está en lo correcto, también sé defensa personal sin armas pero sería sombroso usarlas-. Soltó una risita.
-Muy bien, ahora, por favor, contéstenme la siguiente propuesta-. Dijo Splinter mientras apartaba la vista y miraba hacia las repisas donde estaba colocada la foto de su familia humana dando la espalda a las chicas que lo miraban nerviosas y con los ojos muy abiertos.

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