-Entonces me preguntaba si querías salir conmigo Lia.- me dice Rand por teléfono y tengo que alejarlo para emitir un grito sin que el lo escuche.
Respiro hondo y me hago la desinteresada al contestar:
-Claro, por que no? Cuando seria?.- Trato de no ser obvia al hacer la pregunta pero la verdad es que Rand me gusta hace mucho y no quería parecer una lanzada y pedirle yo una cita.
-Que te parece hoy.-Dice y nos ponemos de acuerdo la hora y el lugar. Quiero quedarme un rato mas hablando pero el viejo Germán interrumpe mi charla y me dice en tono amable que hay unas mesas esperando por atención y las demás están ocupadas. La hago un asentimiento y me despido rápido de Rand prometiendo que nos veremos a las ocho en punto.
Mi jornada laboral termina a las seis de la tarde pero Germán me pide que me hacer que unos minutos.
-Rosalia, no sabes lo feliz que me hace que trabajes para mi.-Comienza.- y creo que ya es hora de que te de un aumento, has sido una empleada modelo en los meses que llevas aca y creo que es la mejor manera de compensarte.
-Muchas gracias señor Germán pero no creo que sea necesario, la verdad es que estoy bie...
El me interrumpe batiendo su mano.-Nada de eso muchachita, por que no mejor te vas a casa y le llevas unos panecillos a tu encantadora hermanita?.- dice y se da la vuelta para regresar a la parte de atrás del local donde funciona como cocina.
Niego con la cabeza y suerte una risita, viejo testarudo. Tomó mi cartera y me dispongo a regresar a mi casa. Hace tiempo que solo somos Liana y yo, nuestra madre murió hace cinco años y desde entonces solo podemos contar con nosotras, mi padre al parecer le quedo grande la tarea de hacerse cargo de sus dos únicas hijas y prefirió gastar lo poco que conseguía en apuestas, o eso fue lo que le escuche decir al tío Nelson. Hace meses que no se de el y la verdad es que no me importa lo que haga, si nunca quiso hacerse cargo de nosotras no veo el por que yo debería preocuparme por su paradero.
Solo me faltan dos cuadras para llegar a casa y solo puedo pensar en la cita que tendré en algunas horas, Rand es tan perfecto, con su cabello oscuro y ojos almendrados que me provocan comer chocolate, río de mis pensamientos por que la verdad son algo estúpidos. Siento movimiento detrás de mí y por instinto miro hacia atrás, veo una camioneta negra con los vidrios tintados muy cerca de mi y mi primer instinto es echarme a correr, y corro a la velocidad que mis piernas me lo permiten. Dios santo, que debí ser menos floja en las clases de atletismo. Llegó a un punto donde solo ya no siento la tierra bajo mis pies y me doy cuenta de que alguien me tiene levantada del suelo al mismo tiempo que ponen un pañuelo con algo extraño en la nariz y todo se vuelve negro.
☆☆☆☆☆☆☆
Siento unos labios pegados al lóbulo de mi oreja y unas manos muy cerca de mis pechos, quiero gritar y empujar al osado que se esta atreviéndose a tocame, pero mi cuerpo no me lo permite, cada vez es peor en el buen sentido por que estas caricias me hacen sentir viva.
Quizás sólo estoy soñando...
Aunque si esto fuera un sueño esta sería la parte en la que se convierte en pesadilla, pues no recuerdo que a ver llegado a casa luego de que salí del café del viejo Germán. Y a mí mente llega todo como un flash.
Yo despertando y estando atada con frío y miedo.
El tipo en traje y buenorro con sus súbditos.
El tipo del traje amenazando con hacerle daño a Liana.
La casa de mi verdugo.
La confesión de lo que hizo mi padre y luego todo oscuro.
Pero en el lugar donde me encuentro todo es suave y huele muy bien, y los besos que están dejando en mi boca semi abierta se sienten bien, y sus manos suaves llegando a mis pechos están de lo mejor, el ardor de una mordida junto a un lametazo son todo lo que necesito para que de mi escape lo que nunca imaginé. Un gemido. Uno involuntario, pero gemido al fin y al cabo.
ESTÁS LEYENDO
Prisionera Del Placer
RomanceFui entregada a èl en contra de mi voluntad y me juré no quererlo. El era mi cárcel, mi opresor, mi verdugo. Porque me desalmaba con cada toque, con cada beso, con cada caricia, mi corazón lloraba pero mi alma pedía a gritos un poco más. Cada día pe...