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—Gracias Greco, pero no era para nada necesario esto...

—Es un placer y claro que era necesario, no permitiría que algo malo te pasara de nuevo

—Que me voy a sonrojar si sigues asi he —decía el rubio con una sonrisa pintada en su rostro, vaya que se encontraba disfrutando—

A pesar de que debe entrar en servicio dentro de poco, el comisario se ofreció a llevar a Gustabo a su casa, este no quería y se negó por un rato, finalmente terminó por ceder, ahora Greco lo lleva a su hogar, sabe que no fue nada tan grave, pero aun asi le preocupa, no quiere quedarse solo de nuevo.

—¿Estarás bien?

—Si, si, ni si quiera fue tan grave

—Si necesitas algo tu solo avisame —dice para tomar la mano del rubio y darle un pequeño apretón—

—Que si, no te preocupes

El de la barba finalmente parte del lugar, existe una razón por la cual protege tanto a Gustabo esta siendo que es lo único que le queda, antes de conocerlo estaba solo, cayendo en el abismo, había perdido a su mujer, esta lo había dejado sin más, después su pobre padre ya descansaba en paz y el mas reciente Lamar, no lo conoció por mucho tiempo, pero en lo que lo conoció le tomo un gran cariño, lo quería como si fuese un hijo, pero no lo pudo salvar tantos delitos que lo perseguían, por lo cual se quedo sólo, aunque claro que todo dio un giro en cuanto conoció a Gustabo, tenía tiempo que no lo veía.

No tarda demasiado en llegar a comisaría, solo lanza un pequeño suspiro antes de entrar.

El rubio por su parte se encuentra en su cama, observaba el techo detenidamente, este no tiene nada interesante, pero aun asi lo sigue observando.

—Osito, ¿podré ser feliz sin ti?

Cerro sus ojos mientras pensaba en la imagen de Horacio, aunque unos minutos después a su mente llegó la imagen del hombre de la barba.

Solo. GrestaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora