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Se encontraban en el norte, aquello le sorprendio, pero claro que no demasiado, estaban frente a una casa, cosa que le extraño al rubio, pero no dijo nada.

—Pues, aqui vivo 

—Oh vaya, lindo lugar 

—Vamos, es algo tarde ya, podrias quedarte...

La verdad el de la barba hacia aquello porque verdaderamente se sentía sólo en aquel lugar y sabía que Gustabo también estaba sólo y hasta cierto punto le atraía, por su curiosa forma de ser, por eso le llamó la atención la primera vez que lo vio pasar por comisaría.

—¿Gustas algo de beber?

—No,gracias

—Vale —dijo para dirigirse a su refrigerador y tomar una cerveza—

Ninguno soltaba palabra alguna, se encontraban sentados en un sillón observando la televisión en esta pasaban una película romántica.

—Gustabo

—¿Que pasa?

—¿Tú tienes a alguien?

—¿Cómo?

—Si a alguien que ames

—Joder, sólo amaba a Horacio...

—Me refiero algo más que amistad y hermandad

—Pues no, nunca se me presento alguna oportunidad de tener pareja así que bueno... ¿Y tu?

—Pues estuve casado, no duró demasiado,.sólo una mañana desperté y ella no estaba, me dejó una carta en la mesita de noche

—Vaya mierda

Después de aquello siguieron observando la película, al rubio no le molestaba estar con el otro, es más, le agradaba su compañía.

—¿Quieres dormir ya? —solto el de la barba—

—No estaría mal, el sillón se ve cómodo

—Duerme en mi cama

—No, no, estaré bien aquí

—Fue una orden, no una pregunta

—Pero que yo de verdad quiero el sillón

—Es más comoda la cama

—No me importa

Siguieron discutiendo un rato, al final el de la barba cedió y lo dejó en el sillón, aunque no le agradaba del todo aquella idea.

—Muchas gracias Greco, descansa

—Lo que sea por ti e igual descansa

—Te quiero

Solo. GrestaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora