—Gracias, bebé —dije mientras Lili me pasaba un cigarrillo, no tenía muchas ganas de liarme uno por mi misma—. Hoy por ti, mañana por mi.
Estábamos en la azotea de la escuela, como renegados sociales que éramos. El recreo estaba por terminar, pero a nosotros no nos importaba, las clases podían esperar a que nos terminásemos el vicio o a qué se nos diesen las ganas de entrar. Podríamos quedarnos ahí todo ciencias y no nos afectaría en lo más mínimo. Esto era mil veces mejor que quedarnos dando vuelta por el minúsculo patio como borregos en un rebaño, siguiendo la corriente. Si había algo que nos unía, era que no queríamos ni podíamos ser como ellos: adaptados y prostitutas del sistema.
Salem bailaba con sus audífonos puestos y, como yo era insoportable por esos tiempos, decidí quitárselo de la oreja para gritarle en el oído algún sinsentido.
—¡Saleeeeem! —grité, alargando la última "e" con motivo de irritarlo—. ¿Tienes fuego?
—Me lo hubieses pedido a mi, estúpida —bufó Lilith, mirándome con obviedad alzando un Clipper, después de encender su cigarro. Me quedé mirando un segundo su pelo castaño con reflejos preguntándome cómo era que se manejaba para mantenerlo luciendo tan hollywoodense; el mío se veía como un estropajo en comparación gracias a los años de decoloración y tintura rosa.
—La gracia era que yo me enojara, al parecer —respondió Salem sin siquiera inmutarse por mi comportamiento, prendiendo el fuego y pasándolo por encima de su tabaco, para después prender el mío con el mismo. La luz incipiente de la mañana y la música en sus oídos hacían que sus ojos se viesen de un verde brillante, como los de un gato.
Apenas terminó de pasar el fuego exhalé una gran calada desde mis pulmones, quitando el tubo de papel de mi boca y procediendo a recostarme contra el barandal que impedía que nos mandasemos abajo por estúpidos. Miré a Lilith cuando ella sacaba una botella de coca-cola de su mochila y bebía un par de tragos, agitando la cabeza al final como si intentase evitar una arcada. Achiné los ojos, sospechando, porque sentí con mi apabullante sexto sentido de ebria lo que había en esa botella.
—Eh, eh, que no puedes no compartir —me acerqué a ella y le quité la botella de las manos para beber un largo trago de lo que parecía ser ¿Vodka? con coca—. Por favor y gracias, mamá.
Lilith bufó y se lo volvió a llevar a sus labios rojos, mientras sonreía por mi infantilidad de siempre, mientras miraba como Salem no le quitaba sus ojos verdes de encima, pidiendo o, más bien, exigiendo, que le pasara el brebaje sospechoso. Ella rodó los ojos y le alcanzó la botella, la cual él tomó como si se le fuese la vida en ello, poniendo una caras de absoluto asco al terminar y pasándose las manos por su pelo negro con aparente indignación.
—¡Puaj! ¡¿Que mierda es esto?! —exclamó al terminar de poner cara de disgusto por el sabor que, a decir verdad, dejaba mucho que desear—. Esto no sabe ni a vodka, es como alcohol etílico o una mierda así.
Lilith frunció el ceño, ofendida por la falta de respeto.
—A ver, dime ¿Quién trajo el alcohol? —la molestia estaba intrínseca en su voz—. Cuando tu aportes algo que sea a la compra de estupefacientes puedes quejarte, antes no.
Salem rodó los ojos porque sabía que Lili tenía la razón, yo por mientras los observaba, sin despegar la mirada ni para liarme un tabaco, dejando en evidencia los restos de THC que actuaban sobre mi cerebro hace tiempo frito.
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BASTARDXS
Misterio / Suspenso¿Alguna vez has visto a esos adolescentes sin vida que beben en las plazas, están fumando cada vez que los ves y transitan por la vida sin importarles su futuro? Bueno, esos somos nosotros. Podrían catalogarnos de patéticos, de perdedores y de vago...