6: Chica de azúcar

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—Dijo que sí... —la voz salió como un suspiro ahogado de sus labios temblorosos de emoción—. ¡Ha firmado el contrato! ¡Conseguí a Rodrigo, mierda!

Los ojos de Lilith brillaban en gozo al ver la confirmación de lo que había sido su más grande misión en mucho tiempo. El tipo con el que había firmado el contrato, Rodrigo de la Fuente, era asquerosamente rico, por lo que se convirtió en uno de sus más desesperados objetivos. Lograr que cualquier individuo como él hiciera un trato contigo era el sueño de cualquier Sugar Baby como Lilith.

En caso de que no sepas lo que es un Sugar Baby, es una persona que contrae un contrato de tintas económico con alguien para que este le pague por encuentros sexuales o de compañía constantes en el tiempo. Es una práctica no muy común debido a lo exigentes que pueden llegar a ser los Sugar Daddies (quien contrata el servicio) o el miedo a las malas experiencias; además, seguía siendo una especie de prostitución a los ojos de mucha gente. Nosotros habíamos hablado muchas veces con ella de los peligros que eso podría llevar, y de si realmente se sentía cómoda con ofrecer servicios sexuales y eso, pero la morena siempre nos contestaba que para ella era como cualquier otro trabajo, que tomaba todas las medidas de seguridad posible y que, al fin y al cabo, le gustaba mucho lo que hacía.

Hasta ese momento Lilith sólo había tenido pagas esporádicas que le permitían subsistir sin muchos lujos, estando en busca de un trato estable que le diese más dinero y le quitase menos tiempo. Rodrigo de la Fuente era quien le proveería de ese tan deseado sueldo. Por fin nuestra amiga podría mudarse del departamento en el cual arrendaba una habitación a algo con más lujos.

—Me paga más de lo que tengo actualmente en mi cuenta y tengo acceso a tarjetas de crédito con uso libre —mientras hablaba nosotros la mirábamos con extrema sorpresa y ansia de saber que el modo de vida que ella se merecía (en el sentido económico) ya estaba asegurado.

—Vaya que debe tener fetiches extraños como para pagar tanto por una escorte —Salem hizo el comentario y ella respondió con un ademán y una cara que indicaba que sí pero no.

—La verdad es que encontrar chicas jóvenes experimentadas en dominar en el BDSM es bastante difícil, sobretodo en una ciudad tan conservadora como esta.

Ninguno sabía por qué era que esta ciudad, siendo que tenía muchos habitantes y era bastante grande, gozaba de una mentalidad colectiva tan cerrada. Quizás era porque, al no ser sede de nada importante o no ser una atracción turística, no estaba tan globalizada como el resto. Meh, al fin y al cabo era un sitio mierdero y aburrido.

—Supongo que ya no te veremos esa cara de maldita casi nunca ahora que tienes que estar al servicio de ese tipo —con tristeza, le señalé. Sin embargo, la cara de mi chica seguía emocionada.

—No no, al ser dueño de empresas y cosas, tiene que viajar mucho, así que sólo tendré que estar a su disposición cuando esté por aquí. Si, quizás deba salir un par de noches por mes o a algún evento social como su trofeo, ¡Pero a fin de cuentas trabajaré mucho menos!

La felicidad siguió inundando mi departamento, el lugar en el cual, por esas épocas cuando aún Lilith no tenía el suyo propio, nos juntabamos a pasar el rato. Eso fue sólo interrumpido por la llamada del famoso tipo que ahora auspiciaría nuestra rebeldía. Mientras ella contestaba el teléfono, nosotros nos dedicamos a fumar un bastardo con tranquilidad y a hacernos preguntas de qué prefieres.

—¿Quedarte encerrado con un tigre con hambre o ser capturado por un pterodáctilo? —le pregunté mientras hacía entrar el humo a mi boca y luego lo dejaba salir para aspirarlo por mi nariz y volverlo a exhalar por mi boca, pasándole después el vicio a Salem.

—Depende, ¿El tigre es blanco o naranjo? —me contestó, entrecerrando los ojos y procediendo a fumar de lo que le dí, poniendo cara de extrañado al sentir el sabor amargo y un tanto desagradable—. ¿Qué mierda estamos fumando, Sibyl?

BASTARDXSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora