Capítulo 11 - Canica

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Mi mamá debía ir hacer las compras y no se le ocurrió mejor idea que llevarnos a todos. Mamá debería dejar de tener ideas.

Pasamos por la casa de Noah para buscar a su hermana

-¡Disney! - Gritó Abby abriendo la puerta y corriendo hacia mí para abrazarme.

-Hola, linda - La abracé de vuelta.

-¿Entonces Noah no lo arruinó? -Preguntó apartándose -  Que suerte, yo pensé que iba a echarlo todo a perder con lo de... - Ella iba a continuar pero Noah le hizo señas para que se calle.

-¿Qué es lo que acaba de pasar? - Preguntó Zed tan confundido como yo

-Nada - Respondió Abby rápido -¿Vamos?

¿Por qué diablos yo sigo siendo la rara?

***

-¡Zed! - Lo llamé lo más alto que pude, imitando al resto.

-¿Cómo es que perdiste a tu hermano? -Preguntó mamá histérica.

-¿Cómo es que perdiste a tu hijo? -La imité, con las cejas alzadas, cruzando los brazos.

Abrió la boca, indignada y simplemente se dio vuelta, evadiéndome.

¡Ja! Ya era hora.

Pasaron los minutos y aun no encontrábamos mi hermano.

-¡Una máquina de dulces!  -Grité señalándola

-Dis, creo que esas son... -Comenzó a decir Noah, pero lo interrumpí.

-Shh, tengo hambre -Puse la moneda y giré la manija 2 veces.

Sonreí cuando la pequeña esfera cayó en un ruido seco y la tomé para comerla.

Mala idea.

Definitivamente muy mala idea.

Probablemente la peor idea que he tenido.

De acuerdo, tal vez no.

Grité mientras tocaba mi boca para parar el dolor. Inmediatamente, Noah se acercó y me tendió un pañuelo.

¿Para qué, en el mundo, necesitaría un pedazo de papel en esta situación, Noah?

-Escupe la canica -Me ordenó tranquilo, tendiéndome el papel en frente.

-¿Qué canica? -Pregunté como pude.

Sorprendente él me entendió.

-La que acabas de meter en tu boca. -Sonrió engreídamente.

¿Confundiste una canica con un dulce? ¿Es enserio, Dis? ¿Es enserio?

Cállate conciencia, he hecho cosas peores.

Fruncí el ceño, perdida en mi discusión interna. 

-¡Escúpela! - Gritó Noah.

Intenté hacerlo pero, de alguna forma misteriosa, la canica fue para el otro lado y como acto reflejo, terminé tragándola. Y quedé toda baboseada. 

Genial. Mi madre va a matarme.

-Me la tragué -Dije con la mano en la garganta

-¿Qué? ¿Cómo? -¿Cómo crees?

-¿Me confundí de lado? - Dije sonriendo inocentemente, aunque sonó más como una pregunta.

Él negó con la cabeza y me miró sonriendo.

-Ven, vamos con los demás.

Volvimos al pasillo de productos para el cabello, pero no estaban. Ni mamá, ni Abby, ni mucho menos Zed.

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