Narra Laura
El médico dijo que todo había salido bien y pronto podría ver a mi hermana. Nuestros padres seguían sin dar señales de vida lo cual no me parecía novedad tomando en cuenta las veces en las que los necesité y jamás estuvieron, aunque en realidad, no sé si así fue durante toda mi niñez, los recuerdos son poco claros.
Durante la adolescencia pasé por momentos difíciles y sabía que requería ayuda, la solución de mis padres fue enviarme a cientos de terapeutas que sólo proporcionaban pastillas a voluntad. Nunca me apoyaron en nada, no importaba si conseguía notas altas como querían o si se me reconocía por méritos académicos. Su atención venía a mi cuando mi promedio disminuía o cuando perdía el primer lugar en algún concurso; su obsesión era verme ganar a pesar de que nunca me felicitaban por ello, sólo añadían más y más presión.
Recuerdo mi primer partido de fútbol, estaba muy emocionada y los invité con la esperanza de que asistieran... que ingenua fui al creer que ellos siquiera se atreverían a ir. Esa noche me enfadé tanto que les reclamé todo lo que había guardado para mí misma. ¿Qué obtuve? Presión, reproches y un flamante castigo, ya que ese no era un deporte de señoritas y de seguir jugando, sólo los decepcionaría más. Al final, hice lo que amaba e ignoré sus advertencias, sí, soy su decepción y en verdad ya no me importa, estoy acostumbrada a sus desplantes y ausencias.
A una parte de mí le habría encantado conocer el significado de familia, de amar y ser amado. Reconocer que estás en un sitio seguro y que no importa si caes, tendrás personas dispuestas a darte una mano. Me tomó mucho comprender que jamás tendría nada de eso y estoy resignada. La única razón por la que aguanto todo esto es por mi hermana, no puedo permitir que se atrevan a hacerle lo que a mi. Lucía los ama a pesar de sus defectos, su conexión con ellos es mejor que la mía. Por esto mismo me parece increíble que no se atrevan a llamar, ya veo venir la discusión cuando se enteren que mi hermana está en el hospital. Para ellos siempre es mi culpa, así es como funciona. No me importa recibir su basura si eso significa que estarán ahí para Lucía, yo no los necesito pero sé que ella sí.
No termino de procesar la presencia de Abigail aquí así como toda su ayuda, se ha molestado en pagar los honorarios del hospital para asegurarse de que mi hermana reciba la mejor atención. Es verdad que no esperaba esa reacción de su parte pero eso no significa que he olvidado su tonto juego. El sonar del móvil llamó mi atención, me acerqué al lugar en el que estábamos sentadas y me dí cuenta que Abigail tenía mi teléfono en sus manos.
—" Es Alison" — Me entregó el celular un tanto avergonzada, inmediatamente escuché un sonido de inconformidad por el otro lado de la línea.
— "¿Quién es esa mujer? ¿Así quieres que confíe en ti?"— Exclamó desesperada. Conocía esta reacción lo suficiente para saber que no era ideal hablar ahora, la ira no le dejaría escuchar. Advertí la mirada expectante de Abigail.
—"Hablaremos cuando te calmes."— Colgué sin esperar respuesta y me senté junto a la rubia quien jugaba nerviosa con sus manos.
—"Lo siento."— Titubeó y traté de restarle importancia a lo sucedido. Abigail lamentó los problemas que podría causarme con Alison y le expliqué que nuestra relación ya estaba así de mal desde antes. En un movimiento rozó su pierna con la mía y de nuevo los nervios vinieron a mi, traté de padecer una serenidad impoluta aunque por dentro desencadenase una hecatombe. Fueron dos horas incómodas, le tenía al lado mío y no cruzamos palabra en absoluto. De pronto la enfermera avisó que mi hermana estaba en su habitación y podríamos estar con ella. Le pedí a Abigail que nos acompañase y obedeció.
—" ¿Cómo te sientes?"— Pregunté al instante en el que mi hermana abrió los ojos.
—" Me duele." — No pudo ocultar su impresión cuando se dio cuenta de la presencia de Abigail.
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Prohibido (MODIFICADO)
RomantikLos enigmas del pasado, demasiadas preguntas y una sola respuesta: Laura. Todos los derechos reservados.