CAP 25

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Jimin miró otra vez el mensaje en su teléfono, se sintió como un horrible golpe en su pecho.

Se le hizo imposible no contener sus lágrimas y pensó que era lo peor.

Cortaba con él en una situación así.

Sin que esté pueda responder, pues de lo contrario no podría soportarlo.

Pero este solo le decía que lo esperaría, y que no importaba cuánto tiempo tardaría él seguiría a su lado.

¿Por qué se lo hacía más difícil?

Dijo que quería despedirse al menos, sabía que era una trampa del castaño para que vaya a verlo antes de irse. Lo sabía.

Lo sabía y aún así estaba yendo.

El señor del taxi lo miraba de reojo observando como este lloraba tranquilo en mirando la ventana, nisiquiera estaba haciendo ruido.

Tan solo, sus lágrimas caían como si se tratara de gotas de lluvia, que se deslizaban tranquilamente por un cristal.

Su corazón comenzaba a doler cada vez más, cada que recordaba lo bueno que había sido con él, los besos que se habían dado y los chistes que le soltaba para hacerlo reír cuando estaba triste.

No volvería a sentir la calidez de su abrazo y eso lo mataba, no volvería a tener su aroma en su cuerpo o descansar tranquilos solo durmiendo entre las sábanas.

Todo lo parecía tan triste ahora.

Por eso cuando llegó al aeropuerto, siendo las 3 de la madrugada, se secó las lágrimas con su manga y fue corriendo a buscar la puerta de embarque del alfa.

En ese momento, la verdad todo le resultaba muy frío y triste. Pero debía admitir que estar en un aeropuerto no mejoraba las cosas. Observó algunas familias reencontrarse, algunas parejas abrazarse felices y eso dolía más, pues se suponía que ese sería un último adiós.

Caminó entre suspiros intentando contener sus lágrimas hasta llegar a la línea de la aduana, a partir de ahí ya no podía pasar.

Observó el desierto lugar.

Ya se había ido.

Había llegado tarde.

Entonces solo pudo bajar la cabeza con resignación, y dejar que sus lágrimas se escapen con una mezcla de tristeza y enojó.

_ ¡Jimin!_ Escuchó la voz de su amado, consiguiendo que girara la cabeza de inmediato. Este ya había pasado la aduana y estaba al otro lado.

Una pared de cristal los separaba, pero estaba ahí.

Caminó despacio hasta él, observando como llevaba un traje, sonrió para sí mismo, nunca lo había visto con traje.

_ Jimin, da la vuelta_ Le indicó con sus manos_ Hay una tienda de peluches, nos vamos a encontrar ahí.

El Omega se asustó cuándo su alfa comenzó a caminar hacia otro lado, pero siguió sus instrucciones, mirando hacia donde iba hasta dar con la aquella tienda de la que le había hablado. Ambos podían entrar a esta, pues tenía dos entradas, pero había una valla que los separaba además de la seguridad.

Fue cuidadoso al encontrarse con él, caminó con esperanza y alivio al verlo todavía para despedirse cómo debía.

Pero nada más acercarse sus sentimientos le jugaron una mala pasada y al ver su rostro no pudo evitar que las lágrimas se escaparan fácilmente por sus mejillas.

No podía mentir a su corazón.

No podía.

El castaño pasó una mano acariciando sus mejillas enternecido.

F#UCK MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora