Capítulo 39: ¡La verdad de Charlotte Bianchessi!

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Bueno, ahora que todo estaba hecho. Volví a la avioneta y esta vez, mi ruta era mi nueva aventura...

Ahora sí. Luego de mi pequeño pero, podemos continuar. ¿En qué íbamos?

—En la parte que nos contabas tu verdad.

—Cierto, lo siento. Soy un poco distraída a veces. Pero... —Interrumpida.

—¡Ay por favor! ¡No de nuevo!

Lo siento, Samantha está aquí y reclama mi presencia.

—¡Charlotte! ¿Sera que me puedes prestar atención? —Refuto molesta.

—Lo siento Sam, estaba en otro lado.

—Pude notarlo ¿Está todo bien?

La verdad es que... Estaba todo... Nuevo para mí.

Acabo de llegar a casa de Samantha, su familia se encargó de entrar mis cosas y luego ordenar todo. Había comido y ahora estábamos descansando en su cuarto. Ella no paraba de comentar todo lo que había hecho y dicho en la capital, estaba orgullosa de mí, incluso por haberle pegado a Austin, me hizo ver que esa no era la solución, pero lo aceptaba.

Luego de tanto hablar, ella se comenzó arreglar, para que saliéramos a dar un paseo de celebración solo las dos. Pero, desde que me lo dijo, yo solo me quede tirada en la cama pensando, porque ni siquiera la vi cuando se cambió. Estoy, intentando procesar todo, con más calma. Desde lo que dije, hasta lo que hice. Era un gran cambio que estaba dándole a mi vida. Ahora debía afrontarlo.

—Hey, Charlotte ¿Qué pasa? —Se acomodó a mi lado. Con gran angustia.

—¿Es lo correcto? —Pronuncie levemente.

—¿Lo que hiciste? —Negué— ¿Mudarte con nosotras? —Negué— ¿Ser feliz? —Asentí— ¡Ay! —Comento con una leve sonrisa— Claro que sí, Charlotte. Lo correcto siempre será, que todos seamos felices... Ahora la pregunta es... ¿Lo eres? —Asentí— ¿Entonces? ¿Por qué lo dudas? ¿Tienes miedo? —Asentí— Pues, te digo un secreto, somos dos. Pero, yo no dejare que eso me detenga, si tú tampoco lo haces ¿Trato? —Extendió su mano con una sonrisa.

Su sonrisa, esa. Esa tenía tanta razón y verdad al mismo tiempo. Agarre su mano, y la jale lo suficiente para hacerla caer sobre mí. Necesitaba calmar todo, dejar de pensar y ella era mi mejor solución. Le robe rápidamente un beso a su sonrisa.

Ella sonrió con más intensidad y comenzó a corresponderme el beso.

Me gustaba esa sensación, sus labios, su sonrisa, su lengua jugando con la mía. Era simplemente perfecto. En poco tiempo, comencé arruinar sus planes y su linda vestimenta. La despoje de su ropa, para poder besarle hasta el último centímetro de su cuerpo. Tenía una necesidad de ella y una muy grande. Besos iban y venían. Mis manos se perdieron rápidamente en su cuerpo, le conocían, le extrañaban y solo actuaban.

Mi intensidad fue descontrolable, mis ganas eran implacables, por lo que básicamente se lo hice saber en cada beso y sentir en cada toque. No paso mucho, para que entre tanta intensidad, ella simplemente se desplomara en mis brazos con una sonrisa tonta. Esa que siempre me encantaba, esa que era mi mejor recompensa.

—Te quiero Samantha Campbell —Susurre.

Ella se quedó muda, un brillo se posó en sus ojos, uno que antes no le había visto. Su sonrisa se hizo muy amplia, lo suficiente como para querer comerle de nuevo la boca y así lo hice.

Pero esta vez, fue ella quien reacciono, tomo el control sobre mí y comenzó a tomarme, besarme y hacerme suya con pasión. Me encantaba cuando ella se comportaba así, que no pensaba, no pausaba, solo se dejaba llevar por todo lo que sentía y vaya que me hacía sentir muchas cosas a mí.

El camino hacia la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora