AKRAM
Apenas pude dormir una ínfima parte de la noche, no iba a mostrarme ansioso frente a ella, pero estaba consciente de que en unas horas llegarían los mercenarios y estarían más cerca de Adhara de lo que ellos mismos sospechaban.
Tenía un plan, lo había revisado muchas veces, yo mismo lo había supervisado, pero aún así era incapaz de apartar de mi esta sensación intranquila, una especie de mal presentimiento. Ni en más duras batallas e inciertas expediciones había experimentado algo así.
Tal vez debido a que antes era solo mi vida la que peligraba; era yo contra los lobos, yo contra el inclemente desierto, yo contra fuerzas enemigas; y en todo caso lo más que podía perder era la vida, pero dependía de mí y de mis habilidades y por lo mismo siempre había estado seguro.
En esta ocasión los riesgos no se orientaban directamente a mí, estaban sobre ella, y por más que lo quisiese no podría estar en todo momento a su lado. Alguien podría forzar la puerta, descubrir los pasadizos o escucharla. Eran tantas posibilidades que escapaban de mis manos.
Trataba de convencerme de que eran exageraciones mías, simples paranoias.
Lo único que me tranquilizaba era tenerla en mis brazos, cerca, poder sentirla, verla tan tranquila, ajena a sus propios miedos y tristezas.
Jamás permitía que ninguna mujer se quedase más de lo necesario y por supuesto no compartía mi lecho de la misma forma que lo hacía con ella.
Me dejé envolver por el dulce recuerdo de sus labios, me había permitido probar su dulce elixir sólo para hechizarme y volverme adicto a ellos.
Apenas pude contenerme el resto de la noche, varias veces me vi tentado de arrebatarle un pequeño beso, y aunque luché con mis deseos, finalmente sucumbí a ellos y acaricié sus labios con los míos en un casto beso, nada más que un suave roce que bastó para apartar mis tormentosos pensamientos. Solo así pude cerrar los ojos y permitir que el cansancio hiciese lo suyo.
Unos golpes a lo lejos me despertaron.
Confundido abrí los ojos y busqué a Adhara, quién aún estaba dormida.
Con cuidado de no despertarla salí de la cama y fui a ver quién llamaba a la puerta.
-Buenos días señor -Saludó Rashid. -Su padre lo manda a llamar para desayunar.
-¿Mi padre desea desayunar conmigo? -Dije incrédulo
-Si, señor. -Contestó -Mientras se reúne con su padre mandaré a que limpien sus aposentos.
-Manda también que me traigan la comida, dudo que mi padre quiera desayunar o que yo desee probar bocado alguno en su compañía.
-Sí, señor.
Cerré bien la puerta y me giré para encontrarla ya despierta. Su cabello estaba un tanto alborotado, sin embargo, nada podía opacar su belleza.
-Debo ir con mi padre y tú debes esconderte, vendrán a limpiar pronto.
-Lo sé. -Se uso de pie.
-Cierra bien el librero y sigue practicando.
-Sí señor. -Dijo burlona, imitando la usual respuesta de Rashid.
Al llegar al palacio me encontré con mi hermano Khaleb.
-Veo que nuestro amado padre también te invitó a acompañarlo esta mañana. -Dijo con tono exageradamente solemne.
-Seguro quiere ultimar detalles y asegurarse de que todo esté preparado para nuestros invitados. -Adivinó
-Seguramente. -Dije aburrido. -Aunque la verdad no veo por qué la urgencia. -Mentí.
-Sólo complácelo hermano.
-Es lo único que hago.
Soné resentido y yo mismo pude notarlo, sin embargo, algo de lo que había pasado la reciente noche removió algunos resentimientos de la infancia.
Para cuando llegamos al comedor, encontramos a mi padre esperando por nosotros.
-Ya están aquí. -Saludó mi padre.
-Mandaste a llamarnos, ¿qué deseas? -Contesté con insolencia.
-Esa no es forma de dirigirte a tu padre. -Señaló mi padre.
-Disculpe mi grosería, venerado Rey – Dije con ironía. -Me preguntaba ¿cómo puede este miserable individuo serle de utilidad?
-Ya basta Akram. -Dijo serio -Los cité para que podamos desayunar mientras me ponen al tanto de los preparativos para nuestros indeseados invitados...
-¿Podemos pasar directo a los reportes? -Lo interrumpí -prefiero terminar con esto de una vez. Tengo un par de cosas por hacer.
-Qué es eso tan importante que demanda tu atención, seguramente se trata de alguna sirvienta que vayas a...
-De hecho -Intervino Khaleb. -Yo también tengo asuntos pendientes padre, así que concuerdo con mi hermano y solicito podamos apresurar esta reunión.
Agradecí con una mirada silenciosa a mi hermano, y sin más pusimos al tanto a mi padre respecto a los avances de los preparativos.
Casi al finalizar ingresó el Fariq un tanto agitado.
-Disculpen la interrupción sus majestades.
-Habla ya. -Ordenó mi padre.
-Están cerca, ya fueron vistos, calculamos que llegarán al medio día. -Antes de que le pudiese preguntar complementó. -Nadie durmió hasta cumplir con todas sus órdenes señor, en este momento se encuentran todos en sus puestos de vigilancia. -Terminó.
-En ese caso, me retiro. -Me despedí.
-Asegúrate de volver pronto, debemos darles la bienvenida. -Advirtió el Rey.
-No es necesario que me lo recuerdes, ten por seguro que llegaré a tiempo.
Con premura salí del palacio para buscar a Adhara y ponerla al tanto de todo.
El momento finalmente había llegado, sus pesadillas estaban a menos de medio día de distancia.
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AKRAM: ¿Un Príncipe árabe puede enamorarse?
RomanceEn las lejanas tierras árabes Adhara sueña con historias de amor y recuerdos de una época en la que la abundancia y buena fortuna acompañaban a su familia. Los tiempos de bonanza pasaron, ahora no es más que una esclava, y la esperanza de amar y ser...