CAPÍTULO 35

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ADHARA

Antes de ingresar a la habitación pegó su oído a la pared, para escuchar algún movimiento o señal que indicase que los sirvientes aún se encontraban del otro lado, y aún conmigo en brazos, entró con cautela, hasta asegurarse que no había nadie.

Tal y como lo había anunciado, delante nuestro se encontraba la mesa atestada de manjares, me preguntaba qué harían con los restos de la anterior, ¿tendrían permitido comerlos? ¿O es que acaso debían desperdiciarlos?.

Al lado derecho se encontraba una inmensa bañera tallada en madera y reforzada con hierro, de ella salían los vapores del agua todavía un tanto caliente que además le proporcionaba al ambiente un toque cálido y diferente; no era la misma que me había dejado utilizar la primera vez, cabían dos personas cómodamente, pero ni siquiera veía probable el meterme acompañada.

-Ven. -Tomó mi mano tras ponerme en el piso, y suavemente nos condujo hacia uno de los extremos de la habitación.

Aún no terminaba de acostumbrarme a esta clase de gestos por su parte, el contraste de su rudeza física con sus actitudes cordiales era un privilegio del cual solo a mí se me había permitido ser testigo.

Abrió el baúl que contenía los vestidos lujosos que me había regalado hace unos días, y tomó los jabones y aceites que también habían sido guardados en su interior.

-No... -Aclaré mi voz. -No pensarás que vamos a bañarnos juntos. -Intenté adelantar mi rechazo a los posibles planes que pudiesen estarse formulando en su cabeza.

-¿Es que piensas perderte la placentera sensación de un baño caliente para relajar toda la tensión acumulada?

Así como podía comportarse de manera tierna y dulce, no desperdiciaba las oportunidades para sugerir situaciones que pudiesen incomodarme.

-Es cierto que me gustaría poder tomar ese baño caliente -Se aproximó hasta casi juntar nuestros cuerpos. -Sola. -Aclaré con una sonrisa, retrocediendo un paso para recuperar una sana distancia que calmase el ambiente ya de por si acalorado por los vapores del agua hervida. -Así que la respuesta es sí, voy a perderme esta grandiosa oportunidad.

-Bien, tú te lo pierdes.

Se quitó la camisa que cubría su torso, captando por completo mi atención. Una parte mía sabía que debía apartar la mirada de inmediato y concederle algo de privacidad como lo había hecho las anteriores veces, pero la otra deseaba ser rebelde y deleitarse con aquella vista.

Sus músculos se marcaban por completo, sus hombros eran anchos, pero no demasiado, y estaban en perfecta proporción con el resto de su cuerpo, sus fuertes brazos no eran exageradamente gruesos, y los contornos de su pecho y abdomen estaban perfectamente delineados; El impulso por acariciarlo se volvió casi incontenible.

Allí estaba él, parado en frente mío, desafiante como siempre y a la expectativa de mi reacción.

Mi subconsciente no dejaba de gritar que debía acallar el rumbo de mis pensamientos y controlar los deseos que Akram provocaba en mi.

Pero pudo más el fuego y ante la imposibilidad de contenerme por más tiempo, extendí mi mano para colocarla en su cuello y descender suavemente por sus hombros hacia sus brazos, su piel ardía bajo mi palma, pero no se movió, ni se apartó. Repetí la caricia con mi mano derecha y luego con ambas manos acaricié su pecho descendiendo hacia su abdomen, pretendiendo comprobar si aquello que mis ojos veían era real y no un maravilloso producto de mi imaginación.

Lo rodeé suavemente con ambos brazos y me pegué a su torso, dándole un delicado y tímido beso a la altura del corazón para esconderme por la vergüenza de mis actos bajo su quijada.

AKRAM: ¿Un Príncipe árabe puede enamorarse?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora