AKRAM
Apenas había podido dormir la noche anterior, mi mente no podía descansar de ella y su historia.
Aún no decidía lo que haría, pero no permitiría que volviese a caer en manos de los mercenarios que la buscaban.
Me levanté tratando de ser lo más silencioso y salí de mi habitación para buscar a Rashid.
-¡Rashid!
-Buenos días majestad. -Se encontraba no muy lejos, iba en dirección a los aposentos de mi madre -¿Desea algo?
-Ordena que me traigan el desayuno y asegúrate de que contenga suficiente fruta y granos.
-Si, señor, ¿desea algo más?
-También preparen mi baño.
-¿Desea alguna compañía señor?
Por lo general me acompañaba alguna doncella, me gustaba recibir masajes para relajarme durante el baño; pero en esta ocasión, y era probable que en adelante, prescindiría de cualquier acompañante debido a ella y a su seguridad, no podía permitir que se supiese aún de su presencia.
-No, esta vez quiero estar solo.
Volví a mi alcoba y al entrar esperaba encontrarla aún durmiendo, sin embargo, no estaba acostada, y por un segundo tuve el temor de pensar que era posible que hubiera huido, pero percibí su movimiento en uno de los rincones donde estaba mi uniforme, lanzas, espadas y mi cimitarra, que era una especie de espada de hoja curva.
-Son de acero y hierro.
Pareció sorprendida por mi presencia, debido a que dio un paso atrás brusco que provocó la caída de algunas espadas.
-No sabía que habías vuelto.
Era casi imposible que fuera aún más bella con la luz del día, su rostro tenía un brillo hechizante que no me permitía apartar la vista, pero no quería espantarla, así que tomé una de las espadas caídas atajando que ella las agarrara y se provocase algún corte debido al filo de sus hojas.
-Esta es una cimitarra de acero, con empuñadura de madera, fue traída de la misma Turquía para los soldados de a pie de primera y segunda línea. -Que no te engañe su simpleza, es mortal.
Extendió su mano para que le entregara el objeto y noté como la curiosidad se asomaba en sus ojos mientras tocaba con mucho cuidado la hoja filosa y curva, y se detenía a repasar los detalles dorados de la madera.
Agarré otra de las espadas caídas, en realidad era un sable que se parecía mucho a la anterior solo que más grueso, pero eso era lo de menos.
-Esta es una cimitarra escorpión, fabricada con hoja de acero, hecha en latón y empuñadura en madera, lleva grabado un escorpión.
Puso con cuidado la cimitarra turca en uno de los muebles y agarró la cimitarra de escorpión, cuya curvatura en la punta era más pronunciada, y la balanceó probando lo pesada que era.
En ese momento pensé en el peligro que representaba el darle estas armas, podría herirme de muerte con un solo movimiento y escapar fácilmente si lo quería, pero de alguna manera deseaba probarle que confiaba en ella y que ella podría hacer lo mismo conmigo.
Al ver lo maravillada que se encontraba con los diseños de los objetos anteriores quise mostrarle el resto de mi colección.
-La de allí es una espada alfanje, fabricada en acero, su guarda tiene un diseño inspirado en una concha marina, en una de nuestras expediciones por la bahía de Tubli le fue quitada a un capitán pirata cuya embarcación y tripulación habían naufragado, podría decirse que le pertenece al mar.
ESTÁS LEYENDO
AKRAM: ¿Un Príncipe árabe puede enamorarse?
Roman d'amourEn las lejanas tierras árabes Adhara sueña con historias de amor y recuerdos de una época en la que la abundancia y buena fortuna acompañaban a su familia. Los tiempos de bonanza pasaron, ahora no es más que una esclava, y la esperanza de amar y ser...