Alguien tocaba la reja.
Abriendo los ojos.
- ¡Jesús! – llamó María.
- ¡Allá voy, Madre!
- ¡Los hijos del hermano De Tarso te buscan!
- ¡Allá voy, Madre!
Eran Caín y Judas los mejores amigos de Jesús en aquel tiempo.
- ¿Qué tranza? –dijo Caín.
- La que me implora en alabanza. –contestó Jesús.
- Pendejo –le respondió Caín.
- ¿Qué pasó cabrones, me agarraron cagando? –dijo Jesús.
- Hazte pendejo. Te la andabas jalando. –dijo Caín.
- Huéleme los dedos para que veas que no miento. –contestó Jesús alzando la mano hacia Caín.
Entonces Caín se acercó y los olió.
- ¿Y? –preguntó Judas- ¿huelen a cagada o a puñeta?
- Un poco de ambos –contestó Caín.
- Yo no miento, pinches putos. Eso me hace mejor que ustedes.
- ¡Cállese el hocico que le tenemos un regalito! –contestó Judas.
- Ni que fueran los pinches Reyes Magos para que se anden con mamadas. Si con mamadas van andar, mejor tráiganme a una Magdalena bien tetona.
Todos guardaron silencio por un minuto.
- Andas bien maniaco –contestó Caín- tal vez es el momento adecuado para que vengas con nosotros.
- ¿A dónde la llevan o qué?
- ¿Te acuerdas del Río en el que nos bautizaron? –preguntó Judas.
- Si. El Lago Losa. ¿qué pasa con él?
- La semana pasada andábamos platicando con el brujo Madrid, y nos contó que en ése lago, se aparecen tres demonios en forma de mujer a bañarse todas encueradas. Pero eso no es todo. También se tocan y se besan, le cantan alabanzas al Diablo con sus vulvas. Pensamos si te gustaría venir con nosotros a presenciarlo. –dijo Judas.
- ¿Le llegas o qué? –preguntó Caín.
- Pinches babosos. ¿Qué chingados se están creyendo? ¿Por qué fueron con el brujo Madrid? ¿Qué no saben que ése cabrón es un joto que le gusta meterle la verga a jóvenes como nosotros por dinero? Además, ¿cómo saben si éste puto les mintió y van directo a una trampa?
- ¿Trampa de qué, verga? –preguntó Caín.
- ¡Pero cómo eres pendejo, Caín! ¡Y tú también Judas! ¡Allí andan consultando a un brujo para que se los chingue después! ¡¿Qué no saben que le están dando en la madre a Jehová por los deseos en lujuria insaciable por nuestro espíritu cuando el hombre alimenta su apetito sexual con cosas perjudiciales?! ¡¿Que no saben que para él es una patada en la cara cuando se da cuenta de los pecados con premeditación que la humanidad añora con envidia a su realización?!
- ¿Le llegas o no? –preguntó Judas.
- Claro que le llego, pendejos. Yo a ustedes no los dejo abajo ni por un segundo.
- Vámonos a la verga pues. –dijo Caín.
ESTÁS LEYENDO
El Colmillo de un Santo
Ficción GeneralUna vez más vuelvo a mostrar el tema de la religión en otros sucesos basados en hechos reales pero cuya desgracia se muestra la dicha de prevalecer en las mentes de los ingenuos en la lucha espiritual entre el bien y el mal, interpretado en elaborad...