51. Esto es un adiós

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¡Hola, hola! Os vengo a comunicar que oficialmente, con este capítulo, solo quedan 🖐🏼 capítulos para el final de esta intensa, dramática y angustiosa historia en la que quiero dar las gracias a todas por acompañarme en cada capítulo, sabéis que de siempre intento ser muy frecuente publicando capítulos, en estas ultimas semanas me ha sido muy complicado por los motivos que expliqué anteriormente y que todavía persisten, por suerte, eso no me ha impedido terminarla. Muchas gracias por vuestra paciencia, seguimiento y amabilidad a la hora de comentar 🤗. Siempre me encanta que me comentéis aunque rara vez suelo contestar, ¡GRACIAS! 💙

***

La cena se servía en la hacienda Herrero mientras el ambiente se encontraba extrañamente tranquilo, Andrea analizaba todas las sensaciones que sentía en aquel raro ambiente, el repentino silencio de Borja y aquel descanso en su maldad le advertían de la posibilidad de avecinarse una severa tormenta ante tanta calma.

Cayetana: hoy la comida parece tener otro sabor ¿no?-Andrea saboreó de su plato.

Andrea: yo lo veo como siempre-arqueó una ceja-está demasiado sosa, le falta sal-Cayetana frunció el ceño mientras comprobaba que en su plato incluso podía distinguir la sal.

Borja: nunca llueve a gusto de todas en esta casa, si tiene sal o si no lo tiene, si está dulce o si está poco hecho... no hacéis más que quejaros, le quitáis el hambre a uno.

Sin decir más palabra Borja se levanto, Cayetana lo observó detenidamente, observaba su temple y su normalidad cuando Borja le había demostrado tener una cabeza que siempre estaba tramando algo y que siempre estaba en alerta, para Cayetana aquella calma también era extraña, también le daba a entender que Borja Herrero estaba tramando algo... y creía saber el qué.

Borja: te dije que fueras más disimulada-entró en la cocina asustando a una de sus criadas-¡Está empezando a notar sabores raros en la comida! ¡Y no debería ni de olerlo!

-¿¡Cómo no lo va notar!? ¡Me dijo que aumentara las dosis!

Borja: pues empieza a diluirlas en agua o en infusiones, ¡Que se yo! ¡A ver si se muere de una maldita vez!

***

Cuando terminaron de cenar, Cayetana llevó a Andrea y al niño al porche, acomodó al niño en brazos de su hija y con pesadez se sentó a su lado, el pequeño Ignacio permanecía dormido mientras que Andrea lo acunaba lentamente sintiendo que algo no iba bien con respecto a su madre.

Andrea: noto tu respiración muy cansada, mamá.

Cayetana: en verdad no me siento muy bien Andrea-resopló-no sé qué me pasa, siento un dolor fuerte de cabeza y pesadez en el estómago.

Andrea: tal vez fue un día agotador, ser mis ojos en esta casa no es fácil...-sonrió.

Cayetana: sin embargo, no es suficiente para ganarme tu perdón.

Andrea: con que pongas a mi hijo a salvo es más que suficiente.

Cayetana: y eso voy hacer...-de pronto sintió un murmullo de un matorral y frunció el ceño mirando atentamente a la oscuridad.

Andrea: ¿Qué fue eso?

Cayetana: tranquila-sonrió viendo a Samuel saliendo de entre las sombras-nadie a quien debas temerle... voy a descansar.

Andrea: ¿me dejas sola?

Cayetana: te dejo en mejores manos.

Abandonó el porche dejándolos solos y Samuel se acercó lentamente a Andrea, en seguida esta esbozó una sonrisa al reconocer el dulce aroma de su gran y único amor, él la envolvió entre sus brazos dejando al pequeño Ignacio en medio de ambos, Andrea inhalo su aroma y se quiso quedar en ese instante para toda la vida.

PECADO CAPITALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora