16. Juego sucio

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Samuel sonrió ampliamente al ver su delgado y pequeño cuerpo cubierto por un pijama rosa claro de pantalón corto y camisa de tirantes, no estaba seguro de lo que iba hacer, ni mucho menos seguro de que llegados a un punto supiera poner los pies en la tierra, pero Andrea se merecía un castigo y no había peor castigo para ella que hacerla caer una y otra vez en sus pecados.

Suspiró y sin pensarlo mucho más se inclinó sobre sus piernas dejando el roce de sus labios en una de ellas al mismo tiempo que miraba la expresión tranquila de Andrea, siguió subiendo por su cuerpo, acostándose a su lado, mientras dejaba besos cada vez más candentes en sus piernas, veía como Andrea comenzaba a fruncir el ceño de forma placentera conforme el subía.

Llegó al pantalón de su pijama y mordió ligeramente una parte desnuda de su vientre provocando que ella se despertase sobresaltada, la mirada de Andrea era completamente desorbitada mientras que la de Samuel era oscura y chispeante, ella respiró agitada sin saber exactamente si aquello que estaba viviendo se trataba de un sueño o bien de una realidad que no debía continuar.

Samuel: tranquila, no es un sueño.

Andrea: ¡Definitivamente te has vuelto loco!-sentía como las manos de aquel hombre jugaban con el pantalón de su pijama mientras que ella lo veía acostado en su cama.

Samuel: me apetece jugar un ratico contigo.

Andrea: ni de broma.

Ella pataleó ligeramente sacando sus manos de su cuerpo e intentó saltar de la cama pero él la cogió de la cintura, la arrastró de nuevo a la cama y se colocó encima de ella para evitar que escapase, sintió entonces su hombría erecta rozando con su intimidad por encima de la ropa, tenía los ojos cerrados y en su cabeza la presencia de los 7 pecados capitales que podía llegar a cometer si aquello continuaba subiendo de temperatura.

Samuel observaba con gozo como aquella mujer se planteaba con los ojos cerrados el sucumbir a la pasión o por el contrario dejar de cometer pecados, él se movió provocando un exasperante roce entre ambos que le hizo jadear, las manos de él desfilaron por todo su cuerpo sin que ella pudiese oponer resistencia, metió la mano dentro de su camisa y después de 8 años cubrió uno de sus pechos con su mano.

Gimió embriagada por el tacto de sus manos al mismo tiempo que él empezaba a perder el norte en aquel cuerpo que lo volvía loco, apretando su mandíbula hizo esfuerzos por no sucumbir él también a sus deseos, deslizó sus labios sobre su cuello y ella jadeó de nuevo, Samuel sabía exactamente que punto de su cuerpo tocar y como hacerla vibrar, aquella mujer seguía con los ojos cerrados y él sentía como poco a poco se estaba dejando llevar por sus manos.

Sus labios devoraban su cuello al mismo tiempo que su mano abandonaba su pecho y caminaba lentamente hacia al norte para amenazar con meterse por dentro de su pantalón, ella tragó saliva deseándolo, sucumbiendo a los pecados, sucumbiendo a aquel placer, puestos en aquella situación, ella estaba dispuesta a llegar al final de todo cegada por la pasión desenfrenada que sentía por su primo, entonces él se frenó y soltó una carcajada que la hizo abrir los ojos.

Samuel: deberías ver tu cara y lo fácil que sucumbes a la carne-ella puso una mirada enfurecida-eres una pecadora, señorita del Junco.

Andrea: eres un maldito enfermo-lo empujó pegando un manotazo en su pecho-¡fuera de mi habitación!

Samuel: ¿estás segura?-ella se incorporó y Samuel trató de llevar las manos hacia su trasero, ella le dio un manotazo en las manos.

Andrea: lárgate idiota...

Samuel: tenías que vete, con los ojos cerrados-la imito gimiendo-¿estás humedecida?

Andrea: ¡Eres un asqueroso!

PECADO CAPITALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora