XXXII

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Habían pasado ya tres días, y yo me sentía cada vez peor.

Las noches enteras mi cabeza se había encargado de atormentarme con su imagen. Era como si estuviese encerrado en esos momentos encapsulados en mi mente.

Me levantaba en plena madrugada a llorar. Rogándole a dios que se llevara todo, Rogándole que me olvidara de él.

Mis ojos dolían cada vez más gracias a las lágrimas que derramé. Enormes bolsas obscurecidas colgaban debajo de mis ojos debido al insomnio.

No me reconocía, no era yo el de aquel espejo colgado en la pared.

Era tan sorprendente como me deje caer en la tristeza, que hasta mis padres se encontraban preocupados por mi. Claro que lo intentaba...intentaba sonreír cuando mi padre hacia una broma durante el almuerzo, o cuando mamá volvía de sus quimioterapias.

Pero no era real.

Mamá había intentado hablar conmigo para saber lo que pasaba, pero no le dije nada, no quería darle más problemas ahora. Incluso escuche como llamó a Harry ayer para saber si él podía darle explicaciones, sin embargo él solo dijo "Debe ser el cansancio de la universidad".

Mintió. Mintió por mi.

Porque solo él podía entender lo mucho que yo necesitaba tener mi tiempo a solas. Mi tiempo de cerrar ciclos.

-¿Puedo pasar?- pregunto empujando un poco la puerta del dormitorio de mis padres

Mi débil madre asiente con una media sonrisa. Había vuelto de su quinceava  quimioterapia , y el doctor dijo que había sido una de las más desgastantes. Me dolía mucho verla asi, y aun que pretendía estar de lo mejor, mi padre y yo sabíamos que el proceso estaba siendo agotador.

Increíble como yo podía estar más herido por alguien que me mintió, que por haberme enterado que mi madre tenia cáncer. Que egoísta me sentía.

-¿Qué pasa amor?- pregunta tocándome la mano.

Sus muñecas tenían varios moretones debido a las agujas que le inyectaban con el suero.

-¿Necesitas algo? Quiero cuidarte-

-Estoy bien, cariño. Meredith ya se encarga de atenderme- iba a replicar pero subió su mano evitando que hablara- ¿Por qué no sales un rato? Sé que te hará bien distraerte y dejar de encerrarte en ese solitario cuarto

-Pero Mamá, acabas de llegar...-

-Hazlo- besa mis nudillos- Es una orden

Sonrío dejando un beso sobre su cien, y salgo del cuarto. Creo que la idea de mi madre no había sido del todo mala.

Estar en la casa después de días me hacia sentir como un perro en una jaula, me sentía abrumado.

Tomo mi cartera y celular para ir camino a mi auto, no sabía a donde iría, seria un regalo para mi mismo.

-Mer, voy a salir.-

-De acuerdo, no olvides tu abrigo-

Sonrío divertido tomando mi abrigo del perchero y le hago un movimiento de despedida antes de cruzar la puerta.

La entrada de la casa estaba repleta de blanca y luminosa nieve. Las nubes tapaban por completo el sol y el aire soplaba con furia. Amaba este clima.

**

-Buenas Tardes, ¿Qué le sirvo?-

-Hola, un Gingerbread Latte por favor-

The Hills // Z.P [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora