Capítulo 19

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Hoy era el gran día, al fin, según los abuelos

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Hoy era el gran día, al fin, según los abuelos. Para los novios, todo había sido muy rápido. Valeria se desmayó, Mateo pareció sorprendido, pero no estaba siendo tan extremista como Valeria. El abuelo Rubén y Asela, tenían todo muy bien planeado, un salón, decoración impresionante, sería sin dudas la boda del año. Durante la semana, Asela le pidio a Rubén que Mateo la preparará. El le enseñó algunos modales o formas de comer o dirigirse.  Valeria se sentía asteada, ya que todo eso ya lo sabía. La tía abuela Asela, consideraba, que si no podía comer una langosta, quizás lo demás se le pudo haber olvidado. En unos cuatro días, después de que varios pedazos de langosta volarán por los aires y se posaran en la cara o cuerpo de alguien, Valeria lo logró. La abuela Asela, le habló de que quizas, debia de moderar su comida, ya que no era "apropiado que una señorita comiera de esa manera. Valeria lo intentó, al menos por diez minutos, pero eso no era lo suyo. Todos decían que ella no tenía remedio, pero también que era una chica sumamente divertida, todos menos Christin. A ella la tenía indignada aquella situación, siempre pensó que su único hijo, se casaría con alguien de su mismo nivel. Al menos económicamente. Ella no se había dado la oportunidad de conocer lo suficiente a Valeria, de lo contrario, sabría que es la mujer ideal para su hijo, esta se basaba en los estereotipos.  En realidad, Valeria había cambiado a Mateo, en diversas formas, vio lo que vivía alguien sin oportunidades. También los pros de aquello. El deseo vivir aquello, poco a poco va cambiando, de tal manera, que a dejado de lado su colección de autos de lujo. Este se dio la tarea de visitar gente en horfanatos, fue también a lugares de adopción de animales. Vendió tres de sus mejores coches, dono ese dinero a distintas organizaciones, haciendo así algo para aminorar aquella situación. Dejo las fiestas, y todo aquello que después de un tiempo, nunca sirvió. Se dio cuenta que derrocho dinero que al final, no iba a dar ningún beneficio para ayudar, fue entonces que aprendió a valorar todo. Pensó también, en que podría invertir dinero, generar más ingresos y donar un 20% cada mes, de lo que estos generarán. Se puso como meta, mejorar al menos lugares cercanos, luego buscaría un proyecto más ambicioso.

- ¿Fue lo mejor, no crees? - preguntó Asela.

- Claro, nuestros nietos nunca habían estado mejor - sonrió Rubén.

Ambos ancianos sonreían, al ver que se estaba cumpliendo, lo que planearon por  años. Ahora todo dependía de los chicos, esos torpes, que aún no aceptaban que comenzaban a gustarse. Todos estaban afuera de la iglesia, era un grupo de ochocientas personas, la mayoría invitados de Asela y don Rubén. La novia, aún no llegaba, pronto comenzaban a sentirse nerviosos, pues temian que esta se arrepintiera. Al rato llego una limusina, con adornos florales, de este salió Valeria. Esta estaba bellísima, con un largo vestido (en multimedia) , y su cabello recogido, traía un hermoso ramo con rosas blancas. Caminaba, con una sonrisa encantadora, que contagiada a los presentes. Pronto todos entraron, unas niñas esparcian pétalos de rosas blancas. Hijas de una prima de Valeria, ellas se veían muy tiernas, con sus vestidos rosa pastel. Valeria caminaba con elegancia, sonriendo, viéndose como una novia, feliz por su boda. Ella estaba muy nerviosa en realidad, pensaba más que todo, en la noche de bodas, los abuelos habían ordenado que estos durmieran en la misma habitación. Valeria nunca había dormido con nadie, se imagino miles de escenas incómodas, aquello rondaba su mente casi todo el tiempo. Por otro lado estaba  la madre de la novia, ella en principio, se sentía culpable de que su hija hiciera aquel sacrificio. Con el tiempo se dio cuenta que no era tal cosa, a su hija, jamás le había visto como ahora. Más linda, más alegre, más soñadora. Pasaba mucho tiempo con Mateo, de vez en cuando tenían peleas, algo infantiles. La mayoría del tiempo, a los dos les gustaba su compañía. La madre un día, los sorprendió a punto de besarse, vio a Valeria con un brillo especial en sus ojos y a Mateo con una sonrisa sincera. Ella sabía que ese par, estarían juntos y felices. No sería el infierno que espero. Mateo era un gran muchacho.

Una Herencia Nos UnióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora