Capítulo 15

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Valeria

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Valeria

Ambos me veían con recelo, esperando una explicación, busque con la mirada a Sab y mi mamá. Ellas sólo se hacían las locas y veían hacia otro lado. 

<<Me las van a pagar>> pensé.

- ¡Valeria! - reprocharon ambos.

- Primero que nada, no me griten, soy sensible.

Escuchaba las risitas de mi mamá y de Sab. Ese par de demonios sin corazón.

- Pues... emm..

- Ajá - habló Mateo.

- Pues a lo que vamos, Mateo él es James; James, el es Mateo.

- ¿Y que? ¿Somos el equipo umizoomi o que? - habló James con enfado.

- Haber, se me tranquilizan, esto no es un bar. Y bueno... Mateo, el es mi ex.

- Osea, la niña recibe a sus ex todavía, genial - exclamó Mateo.

- Ajá y él quien es? - preguntó James.

- Soy su prometido, con el que se va a casar, y la verdad no se a que vienes aquí.

- Hay por favor, si ella se va a casar por conveniencia, no por amor niño fresa.

- Muy convenio y todo, pero quien dormirá en mi cama será ella, a quien verá cada mañana será a mi - dijo Mateo acercándose peligrosamente a James - Y sabes cual es la cereza del pastel? Q
que con quien se va a ir mínimo 3 meses de luna de miel es conmigo, ¡IMBÉCIL! No te vuelvas a acercar más a ella - concluyó Mateo tomando a James por el coello de la camiseta.

- Ya sueltalo - exigí.

Mateo dirigió su mirada a mi, en está había furia, de igual manera soltó a James.

Mateo se dio la vuelta y se acercó a donde yo estába.

- ¿No dirás nada? - hipo - ¿Qué nunca en tu puta vida me amaste?  

Bajé la mirada, en realidad, sólo fue costumbre... nunca lo amé, pero si le tengo cariño.

- Valeria? - insistió James.

- No, James, pero te quise mu...

- Eso no me basta, adiós Valeria.

James dedicó una media sonrisa, dio media vuelta y comenzó a alejarse.

Sentí como un nudo en mi estómago, me dolió ser así de sincera, pero, no seré yo la que lo ilusione con algo imposible.

- ¿Estás bien? - preguntó Mateo.

- Si - suspire.

Para mi sorpresa, el idiota sexy se acercó a mi y me abrazo. Tardé un par de segundos en contestar aquella muestra de amabilidad. Enrolle mis brazos en su cintura y lo apreté fuertemente. Estar ahí se sintió tan bien, tan cálido, tan reconfortante.

Una Herencia Nos UnióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora