Capítulo 17

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Espero les guste.

Mateo

Le pedí a mi mamá la dirección, salí de dónde estaba y me dirigí hasta allá. En el camino algo pareció golpear el auto. Pero... ¿que era? vi hacia los lados, enfrente y nada. Ya era de noche, pero salí, cerré la puerta del auto y fui a la parte delantera de este. Había un perro. Nunca había visto uno tan grande, estoy seguro que es otra cosa. Saque mi celular de mi bolsillo y le di la opción linterna.

- Vamos a ver que eres...

Pude ver que si, era un perro, pero no era uno cualquiera. Era gigante (imágenes en multimedia) con cautela me acerqué, tome una de sus grandes patas y la levanté  hacia arriba. El perro gruño y retrocedi.

- No tengo tiempo para esto, tengo que ver a mi abuelo - suspire.

El perro chillo, no se movía, a lo mejor si lo había herido. Suspiro, resignado. No puedo ser un idiota y hacerle eso.

Fui a la parte trasera del auto y abrí la cajuela, ahí había una manta y la entendí. Ahora venía lo difícil. Mover a esa bestia. Me acerqué un tanto temeroso y puse una de mis manos debajo de sus patas delanteras; el perro lloró y me asustó. Luego repetí lo mismo y con una mano en sus patas delanteras, y otra en su cintura, intente impulsarlo. El perro me gruño. Intente varias veces más, de diferentes maneras, pero el can me gruñia.

- Escucha, no puedo ayudarte si no me dejas, se que fue mi culpa, pero no te voy a dejar aquí, ayúdame. 

El perro se levantó con dificultad, camino despacio y lo guíe hacia atrás. Me puse detrás de él y lo levanté. Sus patas delanteras estaban dentro del auto, mientras que todo lo demás no. Entonces volví a levantarlo, está vez la estaba más de la mitad de su cuerpo. Al final sólo empuje lo que quedaba. Este perro pesa demasiado. Cerré la cajuela y me fui al asiento delantero. Encendí el auto y me fui. Decidí ir primero al hospital, llegue en poco tiempo. Salí de ahí y me adentre en este.

- Mateo - habló mi mamá.

- Hola, como esta el abuelo?

- Le dio un infarto.

- Pero... si está bien - dije con preocupación.

- El doctor aún no dice nada - suspiró.

Me senté en un sofá que había, vi hacia el suelo,  pensando si mi viejo se salvaría o no. Mi abuelo, siempre dice que hierba mala no muere, pero el es un sol, en este momento ya no se si aplicar ese dicho. Suspiró derrotado. Levantó la mirada y veo a mi mamá, triste. Me pongo de pie y algo jala mi pantalón. Veo hacia abajo y es un chihuahua.

- Cokie, ven aquí - le llamó una enfermera.

Le sonrió y luego mi sonrisa se desvanece cuando recuerdo algo... ¡el perro!

Una Herencia Nos UnióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora