Capítulo 20

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Mateo

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Mateo

La luz del sol se filtra por la ventana, haciendo que Mateo se despierte, este se tapa con su mano del sol. Intenta incorporarse, pero se da cuenta de que algo lo detiene. La mano de Valeria está en su cintura y su pierna enredada en su pierna.

- Como rayos pasó esto, vale más que no me quería cerca - río Mateo por lo bajo.

Con mucho cuidado, Mateo intentó retirar la mano de Valeria.

- Déjame en paz - reclamo adormitada.

- Levantate, dormilona, violadora de hombres.

- Yo no soy así - dijo Valeria en un bostezo, aún con los ojos cerrados.

- Ajá si, abre los ojos y ve como me tienes - río Mateo.

Valeria abrió los ojos despacio, cuando estoy estuvieron muy abiertos, se fijo en la posición de su pierna y brazo.

- ¡Ah! - grito con espanto.

- Ni te hagas, que estabas muy cómoda.

Valeria entrecerro los ojos y salió de la cama, se levantó y se sentó al borde esta.

- ¿Que tienes? -  pregunto Mateo.

Valeria se puso de pie y lo observó - No le digas nada de esto a nadie, nunca pasó, si lo haces, dire que abusaste de mi inocencia - sentenció.

- Ajá si, estamos casados, no tienes marcas de abuso, y yo soy el que se aprovechó.

Dieron pequeños toques en la puerta.

- Pase - dijo Mateo.

Entro entonces una chica de melena negra, y hermosos ojos azules, de unos 18 años cuanto mucho.

- Hola, buenos días,  el señor Rubén los llama para que vayan a desayunar - sonrio la muchacha - con permiso - dijo antes de salir.

- Que agradable muchacha, no como la otra tarada - dijo Valeria con Fastidió.

Mateo fue a bañarse, al salir, este lo hizo con una toalla en la cintura.

- Oye! - reclamó Valeria.

- ¿Que? - inquirió Mateo confundido.

- ¿Cómo te sales encuerado?

- Pues es mi cuarto, estamos casados y... ya secate la baba - sonrio Mateo.

- Yo no babeo por ti, ni que estuvieras tan bueno - contestó Valeria con fastidió.

- Algún día lo vas a admitir Zuniga, por ahora ve a bañarte, vi como casi se desmaya la muchacha hace un rato - bromeó.

- Idiota.

Valeria tomo un baño, está salió de ahí y se cambió para bajar, Mateo la esperaba fuera del cuarto, pues respetaba que aún ella no quisiera nada. Esta abrió la puerta y encontró a un Mateo sonriente, vestido muy formal.

Una Herencia Nos UnióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora