Desde ese punto, las cosas no hicieron nada más que mejorar en las siguientes semanas, llegó diciembre y con ello el frío y las chaquetas de pelo, los beanies, bufandas y chocolates calientes que te llenan el estómago. Las clases terminaban esa semana, el viernes 18, y mis padres habían decidido que pasaríamos las vacaciones de Navidad en Nueva York, a mi me apetecía poder ver a mis abuelos, pero mi madre me dijo que las cosas se les habían complicado un poco este año y que no podrían venir, pero al menos estaríamos con la hermana de mi padre. Esa semana las clases eran bastante relajadas, en algunas asignaturas nos habían dado ya vía libre por haber terminado los exámenes previos a las vacaciones, así que solo nos quedaba disfrutar del momento. Las cosas por mi casa se habían calmado bastante, mi padre se había encariñado de Sprinkles y mi madre seguía llamándolo regalo de Dios, por mi parte, yo aún no había conseguido descubrir que narices había hecho mi padre, pero prefería dejar el tema apartado y poder centrarme en disfrutar. Entre Jules y yo las cosas iban normal, hablábamos como al principio, como antes de que me besara, pero dentro de mí me seguía muriendo de ganas de volver a besarle. Estaba muy pillado del chico, era como una droga de la que me declaraba adicto y necesitaba mi dosis, al menos tenía claro que a diferencia de con las drogas, con Jules no iba a sufrir más, el chico se veía diferente, aunque últimamente parecía que se pasaba los días colocado.
Mackenzie últimamente quedaba más de lo habitual con la chica de cabellos blancos, Jayden, y no había que ser un genio para darse cuenta de que le gustaba, y mucho, pero aún no se habían besado. En cuanto a Niall, el rubio estaba completamente entusiasmado, la gente leía el Velvet & Gold más que nunca y él ya se veía con un pie dentro de la University of Southern California, y no era para menos, rechazarlo era sinónimo de desperdiciar un talento increíble. Las cosas en el instituto también se habían relajado bastante, desde la conversación de Jules con la directora no habíamos tenido ningún problema más, pero las cosas no estaban solucionadas, así que aún había que luchar más para conseguirlo
—Me alegra mucho que estéis aquí —dijo Fred sentándose en los sofás mientras dejaba una bandeja de tarta sobre la mesa— de no ser por vosotros ahora mismo estaría firmando un contrato de venta.
Las ventas de la librería se habían incrementado progresivamente por diferentes motivos, el primero de ellos era el impacto que tenía en los estudiantes que veían nuestras entrevistas y empezaban a convertir la librería en un lugar de reunión para tomar café, charlar, comprar periódicos, revistas, libros... esto sumado a la publicidad que había hecho Niall con la imprenta del The Daily Coaldale y que había repartido por todo el pueblo para que la gente viniese a la librería a comprar libros. Aparte de eso, mis lecturas semanales atraían a bastantes niños, que empezaban a interesarse por la lectura y acababan pidiéndole a sus padres que les compraran algún libro, o eran los propios padres quienes acababan comprando algún libro. Mackenzie por su parte, había montado un taller para los niños en la librería los sábados por la mañana, así que el local se pasaba los fines de semana lleno de vitalidad, pero no solo eso, sino que como Presidenta del Consejo Estudiantil, había propuesto renovar algunos libros de la biblioteca y comprar nuevos libros para tener lecturas más actualizadas, al principio se negaron por ser un desembolso bastante importante de dinero, pero si algo se le daba especialmente bien a Mackenzie era resultar convincente, así que el instituto acabó comprando más de doscientos ejemplares de diferentes libros, con pensamiento de adquirir más posteriormente.
—Y ahora probad la tarta, que tenéis que crecer aún —dijo el hombre cortando la tarta en varios trozos— es la receta de Margaret de tarta de cereza, siempre la hago por esta fecha, y este año la comparto con vosotros.
—Tiene una pinta increíble —dijo Mackenzie cogiendo un trozo y probándola— madre mía, está buenísima, tienes que darme la receta, por favor.
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Moral of the Story
Teen FictionA veces piensas que estás enamorado, cuando simplemente estás sufriendo, confundes amor con una mera distracción de la vida que tienes, en la que no eres feliz, en la que sólo intentas sobrevivir, día a día, sin que nada importe. Y posiblemente esa...