Capítulo 6 -El Conde de Montecristo

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Terminé de colocar los libros que habían llegado el día anterior y volví al mostrador con una sonrisa. Ese sábado había decido pasar la mañana entera con Fred para ayudarlo con la librería, yo no tenía nada que hacer y a él le venían bien tanto la ayuda como la compañía, y por suerte, yo disfrutaba mucho pasando el tiempo allí, por lo que no me suponía ningún esfuerzo excesivo estar unas horas con él.

—¿Y qué pasó después? —preguntó Fred cuando me apoyé en el mostrador.

—¿Después? —solté yo confuso por su pregunta— ¿a qué te refieres?

—Me estabas contando cuando el chico este de la cafetería te dijo que te ayudaría —dijo Fred mirándome de reojo— niño, estoy mayor pero aún conservo buena memoria, mejor que la tuya por lo que parece.

—Perdón —dije riéndome ante su comentario— pues a ver, fuimos al Sue's, me preparó un frapuccino y me contó su experiencia respecto al tema de mi reportaje. Poco más.

—¿Y después de eso? —continuó preguntando Fred con curiosidad— ¿Qué fue lo que pasó?

—Nada más —solté yo con una sonrisa— estuvimos hablando y después me fui a casa.

—¿Me estás diciendo que no os enrollasteis?

—¡Fred!

—¿Qué? —preguntó el señor algo confuso— aún se ver cuando hay química entre dos personas y a ti ese chico te gusta, y mucho.

—No me gusta —solté yo clavando la vista en un libro que había sobre el mostrador— ni siquiera me gustan los chicos, soy heterosexual.

—Mira, yo no se que significan esas palabras raras que usáis los jóvenes —dijo Fred agitando las manos— pero aunque lo supiera, no me importaría ni un poquito. ¿No has aprendido nada de los libros? Te tengo muy mal enseñado. Las palabras existen porque nosotros les damos un significado, para nosotros la palabra libro tiene sentido porque nosotros le hemos dado ese significado, pero un libro no es más que un conjunto de hojas escritas, es lo mismo, pero nosotros lo clasificamos, libro, libreta, guión... todos son en sí lo mismo, hojas escritas, pero tienen algo que las diferencia, y eso es simplemente que nosotros decidimos diferenciarlas. En el amor es lo mismo, hombre o mujer, va a ser lo mismo, porque la esencia más pura de una relación, sea entre quien sea, es que hay un conjunto de sentimientos indescriptibles que compartís y que son tan grandes que por nada del mundo podréis estar separados. Ahora entiende de una maldita vez eso y deja de escudarte detrás de una palabra que no es más que un mero encasillamiento que llama a algunas personas más "válidas" que otras.

—¿Cómo puedes tener una mentalidad tan abierta? —pregunté verdaderamente sorprendido ante sus palabras.

—Niño que soy viejo, no estúpido —soltó Fred abriendo el libro que estaba leyendo— deja de sorprenderte a cada rato, una persona que lee es incapaz de tener una mentalidad tan cerrada. Para eso existen los libros, para hacernos aprender, ¿crees a caso que no es importante que autoras como Louisa May Alcott o Jane Austen nos presentaran a mujeres fuertes en sus libros? Ellas con sus libros mostraron una realidad que la gente no quería ver, por lo que si, una persona que lee, jamás será cerrada de mente, porque los libros nos hacen ponernos en la piel de millones de personas, nos llevan a los más mágicos lugares, nos ponen ante las más duras situaciones, nos hacen sufrir, pero al mismo tiempo nos hacen enamorarnos, sorprendernos, emocionarnos... y si conoces a algún lector con prejuicios dile que deje de leer, está perdiendo el tiempo.

Fred no hacía más que sorprenderme a cada palabra, yo ya sabía que era un gran hombre con un gran corazón, pero tanto su mentalidad como su forma de ver la realidad eran envidiables. Posiblemente nunca jamás conocería a alguien como Fred, auténtico y puro, capaz de ser racional, desarrollar empatía y demostrar una constante felicidad, a pesar de estar roto por dentro.

Moral of the StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora