Capítulo 14

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Sabía que el dolor que sentía no iba a desaparecer de la noche a la mañana, pero tuve que hacer un gran esfuerzo para no dejar que ese dolor me impidiese seguir con mi vida. La estaba pasando muy mal y pensaba que Paco también estaba sufriendo. No era algo que me hiciera sentir mejor, pero al menos eso me demostraba que él estaba igual de enamorado que yo. 

Pero no fue así... 

Después de dos semanas de no salir de mi casa, un día por fin decidí salir y hablar con Ro. Todavía no estaba lista para subir de nuevo a la cancha, no quería encontrarme con Paco. 

-¿Y qué has hecho?--Me preguntó Ro, mientras me daba un trozo de pan que ella estaba comiendo. 

-Pues solo tarea y dormir. 

-Qué aburrido.--Se rió.

-Ya sé, por eso quise salir ahora. 

-Creí que era porque ya sabías. 

-¿Saber qué?--La miré confundida.

-¿No sabías que Paco ya tiene otra novia? 

Sentí como si sus palabras me taladrasen la cabeza. 

-No... ¿Por qué lo dices?--Tartamudeé.

-Porque yo lo vi con una chica el domingo y porque mi hermano me lo dijo. ¿No has hablado con él? 

-¿Pero cómo lo viste? ¿Haciendo qué? ¿Y por qué te dijo eso tu hermano? Y no, desde que terminamos no hemos hablado. Me ha escrito, pero nunca le respondo los mensajes.

Ya sentía un nudo en mi garganta, no quería seguir escuchando nada sobre eso, pero tenía que saber si era verdad.

-Bueno, fue así...--Me comenzó a explicar-- Yo estaba comprando en la tienda de la niña Elena, entonces ellos pasaron por ahí e iban tomados de la mano. Creo que él no me vio. Cuando vine a la casa, le pregunté a Alejandro si sabía algo de ellos y me dijo que creía que eran novios porque varias veces los vio juntos y besándose. Yo no sé quién es la chica, no la vi bien.

El dolor que había estado sintiendo había aumentado. Ya no quise seguir hablando de él porque si lo hacía, iba a comenzar a llorar y ya no quería llorar por Paco. No después de lo que había hecho. 

¿Tan poco había significado yo para él? 

-Ah bueno, pues que sea feliz. ¿Y no has hablado con Dora?--Cambié de tema, ya no quería ni mencionar su nombre. 


Estaba decidida, no volvería a poner un pie en la cancha y tampoco iría a comprar a ninguna tienda que se encontrase en ese sector. Al menos no por un tiempo.

Parecía que mi tristeza se había convertido en rabia. 

¿Cómo era posible que yo estuviese muriéndome de dolor mientras él seguía con su vida como si nada? ¿No podía esperar más tiempo siquiera?

Comencé a pensar que lo que me decía no era real, que tal vez no me quería como me aseguraba. Y aun así, yo estaba segura de que él era la persona con la que quería estar. Me sentía muy conectada a él y al haberme alejado, sentía que una parte de mí también me había sido arrancada.

De todos modos no demostré lo que sentía, no quería verlo y eso me permitía no mostrarme débil frente a él. No quería que notara lo afectada que estaba.

Los días en la escuela los pasé como si nada hubiese pasado o eso trataba de mostrar. No quería que nadie me preguntara nada y hacía lo que quería, aunque a veces hacía cosas que me podían perjudicar de alguna manera.

Hilos RojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora