Capítulo 18

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Podía decir que me sentía como si estuviera viviendo en un cuento de hadas. A veces cuando te enamoras ves todo de una manera diferente, como si nada más a nuestro alrededor existiese.

En mi caso, llegué a sentir que Paco apareció en mi vida en el momento indicado porque me ayudó a escapar de la realidad en la que vivía y podía dejar de pensar en mis problemas estando con él.

Era un poco extraño porque no entendía cómo podía querer tanto a alguien cuando ni siquiera sentía afecto por mí misma. A pesar de que había personas que veían algo bueno en mí y que Paco amaba todo de mí, yo simplemente no podía hacerlo. Seguía sintiéndome insuficiente, como si todo estuviese mal conmigo. De todos modos no mostraba eso frente a nadie, solo disfrutaba mi tiempo con él y con la gente que quería. 

Tal vez el esconder mis pensamientos negativos iba a hacer que desaparecieran, o eso creía...


Mis conversaciones con Paco seguían igual, hablábamos de cualquier cosa y nos entendíamos muy bien. No habíamos tenido ni una sola pelea en todo ese tiempo. Ya estábamos por cumplir 4 meses de relación, sin contar los días en los que estuvimos separados, lo cual era increíble para mí porque nunca había durado más de 4 meses con alguien. 

No lo veía todos los días como antes, pero sí nos enviábamos mensajes todo el tiempo, a veces hasta en la madrugada. Era una ventaja compartir mi habitación solo con Ana, así mis papás no me veían usando mi celular toda la noche. 

Parecía que la confianza entre ambos había crecido porque después empezamos a hablar de más cosas personales, y a pesar de que sabía que tarde o temprano esa conversación llegaría, no quería que así fuese porque una vez comenzáramos a hablar de eso, no había vuelta atrás. Sentía que los problemas aparecerían después de ello y así fue. 

Una noche, me preguntó algo que nunca quise que preguntara. Traté de mostrarle mi punto de vista de la mejor manera posible y funcionó al principio porque lo entendió, pero después pasó lo inevitable.

Me preguntó si ya me había entregado a alguien y le contesté que no, que aún era virgen. Y antes de que me preguntara algo más, le dije que lo era porque quería que ese momento fuese especial y que lo haría con la persona con la cual me casaría. Tal vez muchos piensen que soy anticuada, pero yo tengo mis convicciones.

No era porque mis papás me impusieron ese pensamiento o porque en ese entonces solamente tenía 15 años, aunque esas razones eran bastante válidas y podían ser suficientes. Tampoco era porque estaba siguiendo una regla o un principio, en ese momento no era tan religiosa, pero eso también era una buena razón. Simplemente sentía que era lo correcto y era lo que quería de verdad.

Hasta el día de hoy sigo pensando que aunque la mayoría piense que es completamente normal tener relaciones fuera del matrimonio, cuyo pensamiento respeto, yo estoy convencida de que lo mejor es hacerlo con quien vamos a compartir el resto de nuestras vidas. Soy de las pocas personas que creen que eso es algo sagrado, y fuera de todos los motivos posibles, lo pienso por mí misma. 

Creía que Paco podía pensar lo mismo o al menos entenderme, pero no fue así. Yo sabía que él ya había estado con otras chicas y aun así, estaba segura de que iba a compartir mi forma de pensar como en muchas otras cosas. Por esa razón, le hice saber que eso me incomodaba, no solo por lo que pensaba de ello, sino también por las experiencias de acoso que había vivido en el pasado.

No me sentía segura en ese aspecto, es muy difícil sentir que el hacerlo con alguien no será algo que disfrutarás sino todo lo contrario. Porque todos esos recuerdos y pensamientos aparecen en todo momento, es algo que no se supera por completo y vives siempre con miedo, sobre todo si vives en un país donde el acoso y la violencia sexual están presentes todos los días y difícilmente se resuelven ese tipo de casos.

Hilos RojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora