【 Ghostara 】

Parte 5

Aquella noche mientras Zuko yacía en su cama, tratando de dormir, recordó las palabras que le dijo Katara.

"No me interesa que seas un amargado, asocial y sombrío. Me gusta estar contigo"

Él suspiró, como le hubiese gustado haber escuchado esas palabras cuando ella aún vivía. Como había deseado que ella dejara sus sentimientos por Aang y notara los de él. La había estado deseando por mucho tiempo.

Pero entonces un día, ella los abandonó a todos, siendo envenenada mientras almorzaban. ¿Cuánto tiempo podría seguir creyendo que este espectro era Katara? ¿Cuánto más podía seguir engañándose? no se estaba volviendo algo saludable. Si seguía así, probablemente terminaría haciéndole compañía a Azula.

Sin embargo, ella se veía tan real.

Todavía se ve sorprendido cuando involuntariamente su cuerpo reacciona si la ve en peligro, es decir, trata de tocarla cuando siente que va a perder el equilibro o le sucederá algo. Se olvida por instantes que ella ya no está físicamente ahí. Extrañaba su tacto. En un momento como este, sus dedos buscan su cicatriz en el pecho y se recordó que ya no importaba cuán buenos fuesen sus reflejos...ya no podía salvarla.

¿Qué clase de broma enferma le estaban jugando los espíritus? ja, permitirle salvarla del rayo de Azula, solo para que en unos meses le arrebataran la vida por un plato de fideos de alga envenenados. Justo cuando todo estaba empezando a mejorar.

No sabía si lo de ahora podría considerarse una bendición o una maldición. Ahora su espectro lo atormentaba en todo momento, pero le gusta la ida de que lo atormente eternamente. Prefería seguir viendo a ese fantasma intocable a no verla en absoluto. Que egoísta era, y si, estaba algo enojado por pensar de esa manera.

A veces pareciera que ella tratara de volverlo y convertirlo en otro espectro vagando por ahí, porque le daba unos sustos repentinos. Como cuando estaba ocupado en si mismo y de pronto ella sale de la pared o salía del estanque inesperadamente y diciendo "buuuuuu" con una tonalidad "terrorífica". Lo peor no era eso. Lo peor era tener que explicarle a los sirvientes o cualquier persona el por qué gritaba repentinamente y así mismo se inclinaba sin razón.

Iban a mandarlo con Azula un día de estos. Era solo cuestión de tiempo.